LILIANA CHAVEZ . narrativa
El Hombre
Debimos cruzar buena parte de las estepas del sudoeste. Pese a su fama de cruel y despiadado, el hombre, dedicado al pillaje, era el único en condiciones de abastecer a campesinos y soldados.
No imaginaba que mi padre dejara atrás sus prejuicios pero sin dudas, la hambruna pudo más. Llegamos cuando apenas amanecía.
El hombre bebía café, cerca del fuego.
En una primera y aligerada mirada, sentí que el mercader me había impactado con su desmesurada figura o esa postura suya tan altiva. Después dudé, quizá fuese el precipicio de sus ojos, los intensos dedos de sus manos o la imponencia de su pierna flexionada sobre un bulto. Pero no, era la mujer desnuda, de cabello recortado a lo varón que, como absorbida por el piso, permanecía doblada bajo el peso de la bota. El hombre, percatado de mi incomodidad y antes de tomar a mi padre del brazo, clavó sus encrespados ojos en mí y desapareció tras el cortinado.
El entorno espesaba el tiempo. Las piernas me pedían partir con urgencia, aún sabiendo que afuera esperaba el frío.
Miré por una pequeña ventana. Unos sirvientes cortaban leña, agazapados, sin levantar la mirada. En eso estaba cuando aquella risa me obligó a volver la cabeza.
El hombre regresaba muy animado; mi padre lo seguía, ambos parecían satisfechos con la transacción. Por lo visto, mi progenitor había conseguido más provisiones de las esperadas: dos esclavos traían a sus espaldas sacos de granos y harina.
Quise ayudar a mi padre con las bolsas que faltaban pero el brazo del hombre me retuvo y sin considerar mi forcejeo, me condujo al centro de la sala, frente a la inmutable sierva de pelo corto. Por primera vez, la vi levantar la vista hacia él. Su mirada, enfundada en profunda palidez, estremecía. Él, sin dejar de observar mi semblante, acarició la cabeza de la mujer como si se tratara de un gato.
Con desesperación observé a mi padre enroscar en su mano las riendas de su asno y el mío y partir. Nada entendí hasta ver mis pies salpicados en sangre y la cabeza de la sierva rodar hacia la puerta.
Liliana Chavez.
Golpea la crueldad y hasta lo inhumano. Impactante. Para pensar sobre la hambruna que no se merece nadie.
ResponderEliminarCariños
MARITA RAGOZZA
Ay Lily, que final inesperado. No te conocía la veta de cuentista, muy bien logrado. Un abrazo.
ResponderEliminaramelia
Ay Lily, que tremendo, sin embargo, es un cuento
ResponderEliminarque no requiere nada más para lograr su objetivo, con brevedad y síntesis logra conmover al lector y nos deja pensando.
Un abrazo, amiga querida
Juany Rojas
BRUTAL EL CUENTO PERO PERO MUY BIEN LLEVADA LA TRAMA, UNO PUEDE IMAGINARSE A CADA PERSONAJE, LAS IMAGENES PASAN FRENTE A LOS OJOS DEL LECTOR. HABIA LEIDO SÓLO POESÍA DE LA AUTORA, FELICITACIONES!
ResponderEliminarEDGAR BUSTOS
Liliana, muy bueno el cuento. No me esperaba el final, finamente hilado. Felicitaciones
ResponderEliminarSantiago Esquivel
Gracias a todo por los comentarios. Dónde habrá tenido Aldao este cuento. Entre el Monólogo al escritor de Carmen Ortiz y esta publicación ojalá logren sacudir mis neuronas, hace mucho que no escribo narrativa,es horrible que el tiempo sea tan tirano y a veces deba priorizar. Para mí la narrativa puede estar ahí en la cabeza por mucho tiempo, armándose en la cabeza y luego la volcamos en el papel, en cambio la poesía llega en esos instantes que no hay que dejar pasar. Un abrazo.
ResponderEliminarLily Chavez
Froté la lámpara de Aladino, el Genio hizo mucho humo y se me plantó delante de mi nariz y preguntó ¿qué le apetece al señor? A ver a ver... traeme un cuento de Liliana Chavez...¡y lo trajo!
ResponderEliminarEscrito con excelencia, el final rueda como la cabeza de la sierva. Totalmente inesperado...
Andrés
y es que cuando Lily escribe prosa uno puede perder la cabeza, saludos Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarQué fuerte ese final inesperado, me gustó leerte en un cuento de tanta garra, Lily.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
Me pareció muy logrado en breves lineas la inhumanidad del relato, donde sólo los burros y la narradora son los que se salvan, un poco. Me gustaría saber donde puedo leer tu poesía. No puedo meterme al blog. Cyberburradas (pero aquí en el sentido de falta de inteligencia, no de mansedumbre como en su cuento).
ResponderEliminarGraciela Urcullu
Y aquí Graciela, aquí hay poesía mía si buscás en los laterales y también está allí la dirección de mi blog http://lilianachavez.blogspot.com , te tiene que dar...
ResponderEliminarUn abrazo.
Lily Chavez