MARCELO CHOREN
Dos Manchas Blancas
Esta vez, frente a mí, solo habrá un invitado.
Nada de juerga, mujeres, ni los cinco infaltables colados que nadie conoce. No habrá parejas encerradas en mi dormitorio, y tampoco traerán a la camarera del Dragón Azul envuelta en celofán, como la última vez.
Mi fiesta de cumpleaños será distinta.
Alquilé un cabaret en Corrientes y Esmeralda, hice que lo cerraran para mí. Mis amigos deberán esperar hasta el año que viene.
Llega la noche. Me pongo un smoking impecable, comprado para la ocasión. Zapatos nuevos y moño de lazo. La camisa es de voile suizo y llevo gemelos de oro. Estoy listo.
Cuando bajo del Lexus que me ha traído hasta aquí, noto que la gente se detiene a mirarme: mi vestimenta arranca sonrisas burlonas en los transeúntes.
Me recibe Benny Goodman. Sacaron todas las mesas menos una, cerca del escenario. La penumbra es suave, suena un blues. Mi invitado ya llegó.
Me espera en el centro del salón. También de smoking, fuma un cigarrillo. Por el aroma se me antoja un Camel, americano. Cuando me acerco, observa crítico mi aspecto y me endereza el moño.
Nos sentamos.
Entra una orquesta de jazz. Están Glenn Miller, Tom y Jimmy Dorsey, Artie Shaw, Gene Cruppa, Lionel Hampton.
Vestida de gasa, Sarah Vaughan trae una champagnera de plata, donde se enfría una botella de extra brut. Lo sirve en unas copas anchas, antiguas. Está en el punto justo: fresco, no helado.
Los músicos se pasean por "Empalme Tuxedo", están de "Buen Humor", "Bailando en el Savoy", regalan un “Collar de Perlas”. Nosotros dos departimos en voz baja, acercando las cabezas. Hace mucho tiempo que nos debíamos esta conversación.
Del bolsillo, saco dos habanos. Los encendemos creando una nube azulada. Pido otra botella. Ellington la trae. Mientras la destapa, el Duke lleva el ritmo con el pie.
En el intervalo, Sarah canta a capela “Summertime” y “La calle del Delfín Verde”.La Fitzgerald sigue con "Brillo", "Indecisa" y "Tres Pequeñas Palabras". Lester Young la acompaña en el saxo. Harry James se ocupa de que las copas no estén vacías.
Empieza el último número. Louis Armstrong toca "Dulce Georgia Brown", con "El Paso del Tigre" nos lleva a un “Mundo Maravilloso”. No dejo que Harry se acerque y sirvo la última ronda. Louis termina con "La Vida en Rosa".
Nos levantamos.
En la puerta, Rita Hayworth nos despide: acomodando en las solapas de raso, sendos claveles rojos.
Entre la llovizna, Corrientes resplandece de sodio y neón. Caminamos hacia el Luna Park. Lo acompaño hasta Reconquista…
Y allí nos abrazamos.
Se despide con una palmada en la cara.
—Cuidate, Marce.
—Hasta luego —digo—. Hasta luego, papá.
Lo sigo con la mirada. Baja la pendiente hasta Alem. Cuando en medio de la avenida se difumina a cada paso: las alas en su espalda son apenas dos manchas blancas.
Nada de juerga, mujeres, ni los cinco infaltables colados que nadie conoce. No habrá parejas encerradas en mi dormitorio, y tampoco traerán a la camarera del Dragón Azul envuelta en celofán, como la última vez.
Mi fiesta de cumpleaños será distinta.
Alquilé un cabaret en Corrientes y Esmeralda, hice que lo cerraran para mí. Mis amigos deberán esperar hasta el año que viene.
Llega la noche. Me pongo un smoking impecable, comprado para la ocasión. Zapatos nuevos y moño de lazo. La camisa es de voile suizo y llevo gemelos de oro. Estoy listo.
Cuando bajo del Lexus que me ha traído hasta aquí, noto que la gente se detiene a mirarme: mi vestimenta arranca sonrisas burlonas en los transeúntes.
Me recibe Benny Goodman. Sacaron todas las mesas menos una, cerca del escenario. La penumbra es suave, suena un blues. Mi invitado ya llegó.
Me espera en el centro del salón. También de smoking, fuma un cigarrillo. Por el aroma se me antoja un Camel, americano. Cuando me acerco, observa crítico mi aspecto y me endereza el moño.
Nos sentamos.
Entra una orquesta de jazz. Están Glenn Miller, Tom y Jimmy Dorsey, Artie Shaw, Gene Cruppa, Lionel Hampton.
Vestida de gasa, Sarah Vaughan trae una champagnera de plata, donde se enfría una botella de extra brut. Lo sirve en unas copas anchas, antiguas. Está en el punto justo: fresco, no helado.
Los músicos se pasean por "Empalme Tuxedo", están de "Buen Humor", "Bailando en el Savoy", regalan un “Collar de Perlas”. Nosotros dos departimos en voz baja, acercando las cabezas. Hace mucho tiempo que nos debíamos esta conversación.
Del bolsillo, saco dos habanos. Los encendemos creando una nube azulada. Pido otra botella. Ellington la trae. Mientras la destapa, el Duke lleva el ritmo con el pie.
En el intervalo, Sarah canta a capela “Summertime” y “La calle del Delfín Verde”.
Empieza el último número. Louis Armstrong toca "Dulce Georgia Brown", con "El Paso del Tigre" nos lleva a un “Mundo Maravilloso”. No dejo que Harry se acerque y sirvo la última ronda. Louis termina con "
Nos levantamos.
En la puerta, Rita Hayworth nos despide: acomodando en las solapas de raso, sendos claveles rojos.
Entre la llovizna, Corrientes resplandece de sodio y neón. Caminamos hacia el Luna Park. Lo acompaño hasta Reconquista…
Y allí nos abrazamos.
Se despide con una palmada en la cara.
—Cuidate, Marce.
—Hasta luego —digo—. Hasta luego, papá.
Lo sigo con la mirada. Baja la pendiente hasta Alem. Cuando en medio de la avenida se difumina a cada paso: las alas en su espalda son apenas dos manchas blancas.
Corrresponsal: Celmiro Koryto
Qué hermosura!! Me encantó, tiene tanto este texto. Brevedad, sustento, nombres que a uno le mueven el recuerdo y ese final increíble...esas apenas dos manchas blancas...
ResponderEliminarLo disfruté muchísimo.Excelente elección Celmiro
Lily Chavez
Hacía mucho tiempo que no leía al Sr. Choren, y como siempre, ha sido todo un placer, su maestría va en aumento.
ResponderEliminarSaludos,
Des.