jueves, 10 de junio de 2010

ANDRÉS ALDAO (reedición)

Olga, Galleguita...

'…durante una fracción de segundo su cabeza
alcanzó la dulce ingravidez, giró
lentamente y sus ojos recogieron por última
vez la engañosa luz de las estrellas, la
última promesa loca de la vida'
Juan Marsé - La oscura historia de la prima Montsé

Olga galleguita es una prosa versificada que expresa momentos de una ciudad específica, Buenos Aires, y sobre las fugaces peripecias de una pareja de jóvenes, Olga, hija de inmigrantes, y el relator, un adolescente que cuenta, con toques surrealistas y nostalgia desgarrante, su relación amorosa. Una inmensa ternura y el dolor del relator, destacan pinceladas típicas de lugares de la ciudad y sus personajes. Todo contado con cariño y duelo, desde las dos primeras frases...
Y aunque no te conmovían los tangos,
tu cara fresca me conmovía a mí... y eso me bastaba.
Cometiste el pecado de ser Olga, la Galleguita,
y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones.

hasta la frase final, que resume el amor de los jóvenes y el final trágico:

Y yo que quiero dejarme morir, Olga, Galleguita,
porque acuchillaron tu inocencia y a la mía la murieron...

'''''''''''''''''''''
Tristeza

Y aunque no te conmovían los tangos,
tu cara fresca me conmovía a mí... y eso me bastaba.
Cometiste el pecado de ser Olga, la Galleguita,
y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones.

Te decía con lasciva angustia que tu pubis
era como un cuadro del renacimiento; y que tus piernas,
pálidas y largas, eran una llamada de amor indio.

Vos con disgusto me crucificabas:
Andá a joder a otras con esas comparaciones tontas,
y al decirlo recogías tu cabello revuelto por la brisa.

Meneabas ese garbo traído de las muñeiras de Galicia,
donde tus viejos se rompieron el lomo gallego.

Y yo disfrutaba tu pantalón ajustado...
Eras un ángel distraído que llegaste  a la calle de baldosas sueltas,
quebradas a tu paso taconeado,
en la que gorriones incestuosos se columpiaban
entre esos paraísos que se llevó el tiempo,
arrugados...exhaustos por inviernos tétricos... lúgubres.

Tengo en la retina tus ojos color difuso−almendras,
parpadeando con esa candidez deliberada
que regocijaba mi corazón.

Eras como un fresco pintado sobre una pared de barrio
por un artista muerto de pena y amor...
Sos un adulador embustero, me decías,
sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan blanco
que yo llamaba aguja de colchonero.

Y entonces te hacías la rata yéndote por largos días,
tan largos y tan tristes me parecían,
que había decidido voltearme y dejarme morir.

Luego. siempre, volvías liada
entre un montón de sonámbulos
sacándome la lengua...
como relamiendo una costra de chocolate.

Reaparecías como un trasgo
envuelta en la niebla que trepaba del Riachuelo,
y yo suspirando, marmota imberbe
aplanado por una ristra de emociones virginales.

A veces te imaginaba taconeando
como una andaluza metida en esos timbos bochincheros,
mientras tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio
se deslizaban entre las burbujas de la tardecita de fantasías y espejismos,
como para tomar el mate con rosquitas...
o una taza de café renegrido con bizcochitos de grasa.

Y a veces pensándote en la cama
arrullados los dos entre las sábanas,
los sexos buscándose con premura e inocencia
para gemir entre vaivenes agónicos e inermes de placer.

Veía a esos tipos desgarbados, Galleguita,
que con estulticia despareja te desnudaban sin bochorno
con miradas concupiscentes... húmedas de deseo.

Y me angustié el día en que
sentada en la fonda de la calle Río Bamba
susurraste: me voy ¿Que qué? que me voy,
y no pongas cara de cristo apuñaleado
o de Che Guevara sobre el mármol sucio y frío,
que me voy…

No supe de vos hasta que encontraron
tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio,
tu cara fresca y el pubis, como un cuadro del renacimiento,
tumbados en ese basural del Docke,
la sangre marchita y negra,
como el alma del violador que punzó tu garganta,
tan suave, tan bella, tan Olga, Galleguita...

Tus ojos color difuso rociados por aquellos lagrimones
que  resbalaban con pena, porque vos,
Olga, Galleguita,
 fuiste con tus pájaros
a saltar de rama en rama
entre los paraísos de la barriada.

El fresco pintado sobre una pared de barrio
por un artista muerto de amor y pena,
yace atribulado entre velas de colores y lágrimas de yeso.

Ahora ya no te escucho, pucha,
decirme con aquella voz de sonsa:
Sos un adulador embustero,
sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan blanco
que llamaba, entonces, aguja de colchonero.

Y yo que quiero dejarme morir, Olga, Galleguita,
porque acuchillaron tu inocencia y a la mía la murieron  ■

11 comentarios:

  1. Esta narración poética, terrible y bella, una vez más me aniquila. Es de los textos de Aldao junto con el de Natalia, que más me conmueven. Son textos referentes sociales de dolor, contados con una pureza y una musicalidad cómo queriendo amortiguar el golpazo.
    Demasiado bueno Aldao, no se consigue.
    Abrazos azules

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  2. Es además una hermosa historia de amor. Felicitaciones.

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  3. Una maravilla qué más puedo decirte amigo me conmoviste y no puedo hilvanar comentario formal, un abrazo Carlos Arturo Trinelli

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  4. En otro formato y algún pulido, el mismo sentimiento que arrebata y crece en valor en cada lectura de tú relato.

    Celmiro Koryto

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  5. me traspasa esta narrativa, la historia de olga tanmujerdebuenosaires, como si fuera presencia viva dan ganas de abrazarla fuerte. muy bello tu estilo narrativo, andrés, tan poético y tan real, que conmovés de las dos formas. abracito a olga, esta vez. susana zazzetti.

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  6. vuelvo, otra lectura más para destacar el perfil social y psicológico del personaje de este bello poema narrativo. felicitaciones por la figura que acompaña y también por las otras. susana zazzetti.

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  7. SIEMPRE ME CONMUEVE SU NARRATIVA, PERO ESTE POEMA ES PARA ESTREMECER. GLADYS

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  8. P
    Para colgar la lapicera, Aldao. Felicitaciones. Fernando de Zárate.

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  9. POR FAVOR; POR FAVOR!!!!!!!! Que sorpresa y que conmoción...tantas veces pedí un poema...y ahora entiendo: no siempre se consigue escribir un poema, con las visceras. Mi abrazo, mi repeto, mi admiración. amelia

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  10. EXCELENTE!!

    EDGAR BUSTOS

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  11. Andrés, qué prosa bella!
    !Te felicito!

    Saludosssssss

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