ANA AJMATOVA
Aquellos que consagramos nuestra vida a las luchas sociales y la revolución, cuando nos encontramos con casos como los de la poeta Ana Ajmatova pensamos: Aunque nosotros no acabamos nuestros días en Siberia, en los campos de trabajo del “camarada Stalin”, nuestro espíritu forjado en la lucha en los combates sociales del siglo XX, en el apoyo a la “Patria Socialista”, sufrimos el “gulag” vivencial. Con satisfacción —no la primera vez,— editamos algunos de los poemas de la gran poeta rusa cuyo nombre figura entre los más grandes autores de la Rusia del siglo XX. Andrés Aldao
"Ana Andreyevna Gorenko cambió su nombre de familia (Anna Andreievna Gorenko) cuando empezó a escribir y tomó de sus ancestros maternos el de Ajmátova, descendientes al parecer del Khan Ajmat, el último príncipe tártaro de la Horda de Oro. Esta fantasía genealógica coincide con el fondo indómito, áspero y apasionado de su temperamento. Pero su formación, como todo poeta ruso, la recibe de Pushkin: esa escuela de sobria alegría, elegancia y humanidad. Si a esta primera y doble vertiente de su sensibilidad añadimos la resonancia grave y melancólica de los versos de Blok y de Annensky, la huella dostoyevskiana de la prosa rusa del siglo XIX y la clásica claridad de los acmeístas, tendremos una imagen del linaje poético de `Ana de todas las Rusias`.Su nombre es inseparable del de Osip Mandelstam, lo cual basta para saber que ella forma parte de las constelación mayor de la poesía de todas las épocas". Junto a Mandelstam encabezó el acmeísmo, movimiento artístico de principios del siglo XX que, en oposición al simbolismo, preconizaba el uso de un lenguaje poético que contuviera significados exactos. Las primeras composiciones líricas de Ajmátova, Atardecer (1912) y El rosario (1914) utilizan imágenes concretas para presentar detalles íntimos. Las obras posteriores, como Anno domini MXMXXI (1922 ), introdujeron temas patrióticos, pero no apaciguaron a los críticos soviéticos, que consideraban a los acmeístas demasiado personalistas. No volvió a publicar más poemas hasta 1940, fecha de publicación de Iva (Sauce). Su poema Requiem (1935-1940) no se publicó en la antigua URSS hasta 1987, ya que por su temática, una elegía por los prisioneros de Stalin, fue considerado demasiado polémico. Sin embargo, durante la última década de su vida escribió varios poemas caracterizados por la gran belleza de su imaginería visual. Entre ellos está su autobiográfico Poema sin héroe (1962). María Fernanda Palacios: Prólogo a Ana Ajmátova. Poemas, Caracas, 2002 y http://architecthum.edu.mx
cronología
1889 Nace
1940 Termina la composición de Réquiem. No será publicado en la URSS hasta 1987
1962 Poema sin héroe
1966 Fallece
Casi para un álbum
Al escuchar un trueno, me recordarás
pensando: ella añoraba las tormentas…
En el cielo la franja será escarlata ardiente
y abrasará el corazón, como antes.
Eso ocurrirá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y retorne al anhelado hogar
dejando entre ustedes sólo mi sombra.
pensando: ella añoraba las tormentas…
En el cielo la franja será escarlata ardiente
y abrasará el corazón, como antes.
Eso ocurrirá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y retorne al anhelado hogar
dejando entre ustedes sólo mi sombra.
P.143
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Tal vez muchas cosas quieran aún
ser cantadas por mi voz:
lo que retumba en el silencio,
o lo que emana de la roca en la oscuridad profunda de la tierra,
o tal vez lo que en el humo se revela.
Todavía no he aclarado mis cuentas
con el fuego, ni con el viento, ni con el agua…
Pero muy pronto este sopor
me abrirá las puertas de par en par
llevándome tras una estrella matutina.
ser cantadas por mi voz:
lo que retumba en el silencio,
o lo que emana de la roca en la oscuridad profunda de la tierra,
o tal vez lo que en el humo se revela.
Todavía no he aclarado mis cuentas
con el fuego, ni con el viento, ni con el agua…
Pero muy pronto este sopor
me abrirá las puertas de par en par
llevándome tras una estrella matutina.
1936-1960. Ciclo Secretos del oficio.
P.105
P.105
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Nuestro oficio sagrado
existe hace miles de años…
y sólo con su luz le basta al mundo.
Pero ningún poeta ha dicho aún
que no existe la sabiduría, ni la vejez,
y puede ser que no exista la muerte.
existe hace miles de años…
y sólo con su luz le basta al mundo.
Pero ningún poeta ha dicho aún
que no existe la sabiduría, ni la vejez,
y puede ser que no exista la muerte.
1944
P.107
P.107
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II
Primera advertencia
Qué nos importa al fin y al cabo
que todo se convierta en ceniza,
en cuantos precipicios canté
y en cuantos espejos viví.
Que no sea yo sueño ni consuelo
y mucho menos paraíso.
Pero puede ser que con frecuencia
tengas que recordar
el rumor de las líneas sosegadas
y el ojo que oculta en el fondo
aquella corona de flores, punzante y oxidada,
en su tranquilo silencio.
que todo se convierta en ceniza,
en cuantos precipicios canté
y en cuantos espejos viví.
Que no sea yo sueño ni consuelo
y mucho menos paraíso.
Pero puede ser que con frecuencia
tengas que recordar
el rumor de las líneas sosegadas
y el ojo que oculta en el fondo
aquella corona de flores, punzante y oxidada,
en su tranquilo silencio.
Moscú, 1963
P.151
P.151
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Tú me has inventado. No existe en el mundo
alguien así. No podría existir.
Ni los médicos curan ni los poetas alivian,
la sombra de un fantasma te perturba día y noche.
Nos encontramos en un año monstruoso,
cuando las fuerzas del mundo se habían agotado,
todo estaba marchito y enlutado por la desgracia,
y solo las tumbas eran frescas.
El talud del Neva, sin faroles, era negro azabache.
La noche sorda se erguía alrededor, como un muro.
¡Entonces mi voz te llamó!
¡Qué hice! Yo misma aún no lo entiendo.
Y tú llegaste a mí como una estrella conocida,
huyendo del trágico otoño,
hacia aquella casa desolada para siempre,
de donde salió una bandada de poemas incinerados.
alguien así. No podría existir.
Ni los médicos curan ni los poetas alivian,
la sombra de un fantasma te perturba día y noche.
Nos encontramos en un año monstruoso,
cuando las fuerzas del mundo se habían agotado,
todo estaba marchito y enlutado por la desgracia,
y solo las tumbas eran frescas.
El talud del Neva, sin faroles, era negro azabache.
La noche sorda se erguía alrededor, como un muro.
¡Entonces mi voz te llamó!
¡Qué hice! Yo misma aún no lo entiendo.
Y tú llegaste a mí como una estrella conocida,
huyendo del trágico otoño,
hacia aquella casa desolada para siempre,
de donde salió una bandada de poemas incinerados.
1956. Ciclo El escaramujo florece
P.139
P.139
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Cuando aguardo su llegada por las noches,
pareciera que la vida pende de un cabello.
¿Qué son los honores, la juventud, la libertad,
ante la dulce huésped con su flauta en la mano?
pareciera que la vida pende de un cabello.
¿Qué son los honores, la juventud, la libertad,
ante la dulce huésped con su flauta en la mano?
Y entra, me mira fijamente
y me quita la manta.
Le digo: “¿Fuiste tú la que le dictó a Dante
las páginas del Infierno?” Y responde: “Yo”
y me quita la manta.
Le digo: “¿Fuiste tú la que le dictó a Dante
las páginas del Infierno?” Y responde: “Yo”
1924
y queda más que la sombra de esta poeta que admiro tanto. susana zazzetti
ResponderEliminary todo el tesoro de sus poemas...mansamente se deposita en nuestros corazones de poetas y nos dice que la musa siempre es huésped en la sombra de su letra.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
´Mucha dulzura y profundidad. Gladys
ResponderEliminarTodos quienes ejercemos este oficio sagrado esperamos con ansia la visita de la dulce musa.
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