sábado, 26 de junio de 2010

ERNESTO RAMÍREZ

Equilibrio

Ladhaki India

Varios comerciantes y vecinos del barrio Gótico de Barcelona promovieron una campaña para erradicar del mismo a negros africanos, moros, y sudamericanos acholados. Al parecer no es una cruzada xenófoba. Ellos sólo pretenden expulsar a los de esas nacionalidades que malviven ilícitamente por sus calles. Unos vendiendo droga o expandiendo plagas como el sida, otros comerciando bocadillos o latas de cerveza y muchos robando o emborrachándose y provocando trifulcas. Esto ya sea por que llegaron descarrilados de sus naciones de origen o por que la bonanza, conquistada en siglos, ya no alcanza para ellos.
Ieshubal Casiel Recto –como reza su atávico documento de identidad requerido alguna vez por novatos Mossos d´Escuadra- es un personaje misterioso que se supone nació con el barrio y forma parte ya de su mitología. Tatarabuelos padres de abuelos de nietos hoy a su vez abuelos ya sabían de él. Bajo y encorvado, calvo y harapiento, barbudo y profético, se pasea por las estrechas calles siempre yendo hacia el oeste y reapareciendo por el este. A veces se queda inmóvil por horas frente al mar. Nadie sabe el lugar de donde viene ni al que se dirige, ni en qué vueltas anda y mucho menos como redondea el paso de los años. Ni qué pinta cada tanto con una sonrisa de niña conquistadora en la Basílica de Santa María del Mar.
Los vecinos se reúnen los día 12 de cada mes en el bar “Vespucio” sito frente a la iglesia de la Merced en la plaza del mismo nombre. En el mes de octubre se cumplirá el primer aniversario de éstas asambleas a las que siempre comparece don Ieshubal y desde un rincón escucha callado. Los argumentos se repiten: el deterioro del barrio, la imagen ante el turista, la vida tranquila que antes de su llegada gozaban, la promiscuidad y las enfermedades, la rareza del aire contaminado por especias y hachís, alguna que otra muerte violenta, la amenazada pureza de las costumbres autóctonas, lo grosero a los oídos de esas lenguas extrañas, algún dios incomprensible, la incidencia en los ingresos del comerciante que paga impuestos, las pequeñas pero constantes estocadas a la economía familiar por el arrebato de carteras y bolsos, etc.
Don Ieshubal Casiel Recto se retira siempre antes de terminar  el concilio y toda vez al llegar a la puerta se gira y repite la misma frase en voz bien alta:
“¡Sólo en la resignación señorías, redimiréis el ancestral desatino, que de siglos necesitaran, a esta escala hormiga, el deterioro, la contaminación, la muerte y el arrebato, para alcanzar el justo equilibrio!”.
Mientras se marcha, a su espalda brotan, ignorantes o desmemoriadas, algunas risas y gestos alusivos a su eterna y esférica locura.

                                                                     Ernesto Ramírez 06/10             

2 comentarios:

  1. Muy bien Ernesto, contar y que algunos temas interesantes lleguen al lector, datos que de otra forma posiblemente nunca tomaran interés para cada uno. Singular relato, me encantó uruguayo, ja!

    Lily Chavez

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  2. Saramago lo planteó en las intermitencias de la muerte y es éste relato tuyo una apología inteligente del equilibrio que produce la injusticia, un abrazo de Carlos Arturo Trinelli

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