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ANDRES ALDAO, el pibito.
Ingresar en la obra de Andrés Aldao es como entrar
en un laberinto de espejos. Enfrentar con osadía nuestros propios reflejos y
las metamorfosis.
Se sabe por dónde entrar pero nunca por donde
se sale .La luz de los espejos toma matices, clara como la mirada de un niño:
Ese fue el sutil hilo que nos unió.
La infancia y la devastación de la Dictadura
Militar.
Conocía y creo que miraba con condescendencia mis
orígenes campesinos. Lo llamaba Pibito y creo recordar a la distancia su
sonrisa. También sabía que yo era oscura como los rostros del olvido.
“Entonces
entraron esos hombres y rompieron los muebles y le pegaron a mi papá y a mi
mamá que gritaba no se por qué ¡socorro, suéltenme por Dios! la tiraron al
suelo y la pateaban y yo y mis hermanitos nos pusimos a llorar y se los
llevaron y no los vimos nunca más a mi mamá y a mi papi…”
No nos conocimos personalmente ni hablábamos de
cosas personales. Nos instaba a escribir y a decir.
Al lector: estos cuentos y relatos fueron
escritos por mí en diversas épocas. Escribir no es una competencia
cuantitativa. Escribía y escribo cuando tengo qué decir, vivencias para
compartir con los lectores. A.A.
Solo hay un secreto. Dejarse apoderar por las
emociones que la palabra despierta.
Permitirse desestructurar para estructurarse de
nuevo y así seguir en un gloriosa espiral dialéctica sabiendo igual que él que
“la palabra” su gran búsqueda es escurridiza y cuasi imposible de alcanzar.
No solo era un era un gran humanista y profundo
filósofo, es a decir de Esteban Agüero “un obrero”de la palabra
consecuente, PERSEVERANTE al oficio y a la palabra.
Es un buscador, incansable de la Paz.
La palabra del Poeta tiene una potestad tan
conmovedora que casi podríamos decir alarmante, indudablemente es asomarse al
mundo de la utopías.
Es un buscador incansable de la Paz.
Le escribí un poema, no sabía que con el le estaba
diciendo chau.
Dedicado a Andrés Aldao y al
recuerdo de su máquina Singer
COSTURAS
“Hay en tus ojeras luna
diluida y olor a jazmines
y triste cantar...” CONCHA
URQUIZA
Mujer que borda
silenciosamente un grito.
Grandes costurones en su alma.
No hay cura para el rostro del
hambre.
Caen hilachas de estaciones en
blanco.
Inclinado rostro .Inclinada su
mirada baja.
Tiempos inconclusos,
puntos y suturas.
¿Será Ariadna en el laberinto
de Creta?
¿La costurerita que dio un mal
paso?
¿Penélope que desteje
mortajas?
¿María Nadie que remienda sus
retazos de vida?
Se ve tan resignada, tan
mansa. Tan espera quieta.
Manos nudosas con callos
de denuncia.
Poco se sabe de ella. Solo que
cose y piensa.
¿También le habrán cosido la
boca?
¿Los oídos, las entrañas? ¿Las
mieses y los frutos?
Muy lejos...no tanto, el
paraíso arde... o el infierno.
-No hay costuras en las ropas
de Cristo-
Mientras tanto, las rosas no
quieren ser cómplices del miedo.
Escapan por la ventana en
sepia.
Un objeto torcido de deseo
oscuro la vigila.
Ella no mira, no vive.
Devana lentamente el ovillo.
¿O el ovillo la devana a ella?
Encadena en punto cruz sus
penas.
Ensarta uno a uno sus pesares.
Tira la aguja, el ovillo
y el miedo.
Se suelta el pelo. Sale del
cuadro.
Salgo y me queda tu recuerdo y
enseñazas, Andrés Aldao , para mi , siempre el Pibito.
Parece increíble que después de tantos años no nos hayamos conocido....siento que te conozco y tal vez podamaos concretar el sueño de encontrarnos- Gracias por tu colaboración y, de paso, el padre de Andrés era sastre!!!
ResponderEliminarinteresante e inteligente como siempre, saludos
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