lunes, 17 de febrero de 2014

Ernesto Ramírez




Lobizón sin norte I

Dicen que se bebió mil lunas y despertó borracho de amaneceres. Aseguran que en las tabernas, tras apurar el vino, vomitó amores de lastimoso desconsuelo. Lo ubican una noche en el horizonte y a la misma hora de polizonte en un bergantín corsario. Lo han visto aullando en la jungla a la luz de diamantes no hallados y durmiendo en el medio oriente a orillas del mediterráneo. Afirman que cuando cumple años muere y resucita al otro día hasta diecisiete veces. Sabe de reinas melosas, de obreras embarradas, y de putas hastiadas de los espejos. Plantó un árbol, tuvo un hijo, lloró bajo la lluvia, y se insoló en el desierto. Carga un saco con desaciertos que cada tanto acierta en acomodar. Habla algunas lenguas que luego perfecciona en clítoris y es cleptómano de tristezas. Ya hizo el amor y ya lo compró hecho, ya cosechó pisos luego de sembrar techos. Ya derribó muros y fue su propio presidio, donde en rayas apuró la cuenta de los días.
Lo han visto ascender entre el humo y derrumbarse entre botellas. Algunos dicen que en ocasiones ha llorado y otros alegan que a reír nadie lo supera. Dicen que tuvo mujeres como aceitunas pero que amó tan sólo a una. Que invirtió en la bolsa en acciones de soledad y se hizo rico. Se presume que fue niño aunque perdió la sonrisa y especulan que de seguro no ha de morir de anciano. Hay días que se le hacen eternos y noches que nunca llegan. Dicen que siente rabia y hasta odio y tiene la ilusión anémica, que enceguece de ver y lo inhiben los rebaños de ciegos.
Cuentan que cuando comulgó blasfemó de alegría y conmovido apostató al otro día. Ya besó a la muerte y soportó a la vida. Ya fue hombre y bestia ha sido. Ya perdió vuelos y llegó tarde al futuro. También remontó el pasado en una piragua de presente. Dicen que no tiene norte pero no es seguro, ya que el sur le fue adverso, el este oscuro y el oEste incierto. Dicen que se lo puede ver en noches de luna llena despeñando estrellas con certeros aullidos de silencio. Dicen que no tiene norte pero no es cierto, es sólo que un dios simbionte le adultera las coordenadas.



Lobizón sin norte II


Dicen que dijeron que consuelo no pudo hallar tras comprobar que su más encumbrado vuelo, por superar no supero, del suelo la propia altura. Que de tanto apurar la vida acabo embriagado de inercia y que ninguna ciencia lo ha descifrado en esencia. Por decir y ya que hablar no cuesta nada, vaticinaron sin dudar que en lugar de alma tener apenas un ente es y en lugar de corazón tiene un ánfora áfona. Lo vieron según dicen los que siempre dijeron deshacerse entre la bruma de amaneceres de invierno y al mismo tiempo, pero en otro hemisferio, caminar como un fauno sediento bajo un sol rabiosamente en celo. De las santas conserva siempre las ligas y la marca roja de sus labios y de las putas guarda los benditos halos. Blasfema en voz alta y sueña en voz casi imperceptible, en su currículum vitae apunta sólo los defectos y de todos los sabores, por mejor conocerlos, prefiere los sin. En cuanto a los colores no duda y por los ocre se decanta que de la policromía, a ojos vista, lo mediocre ha tomado cuenta. Los que tildan por tildar y olvidan aflorar lo suyo enfatizan el adjetivo raro, mas qué hacer si lo común, que parece el objetivo, florecido de idiotez prolifera como yuyos. Ahora que la vista trapacea, la audición vacila y el habla se llena de sesudos silencios, no para de mirar su conciencia, de escuchar sus sentencias y monologar teoremas. Dos notas han marcado el ritmo en la melodía de su vida: el Si (´) a las musas, etéreas y corpóreas; y el Do de doble escoces con hielo hasta aplacar la sed y el desconsuelo. A su edad sabe estar seguro únicamente de lo indispensable pues tiene claro que la ignorancia, cíclope implacable, enceguece de tanta seguridad. Por juntar como quien junta piedritas ha juntado un manojo de años, un racimo de recuerdos y una ristra de desengaños. Y como con los años vienen las nanas esconder ya no consigue que le duele el lado izquierdo de la melancolía, casi tanto como el amor en su día supo doler. Se ha empeñado en cosas que nunca prosperaron mientras otros lograron prosperar con lo que iba dejando pignorado. Tiene amigos titanes que en la distancia se han agigantado y enemigos que gruñen como grizzlis pero apenas si son gnomos cuando pasan a su lado. Reza de pie para un dios más apócrifo del dios que hace arrodillar al fiel y de rodillas se rinde a la fe del hombre que lucha por no caer. Así las cosas su norte puede nunca aparecer, puede hallarse en lo abisal de la mar o camino a Marte estar. Mas y aunque nunca lo encuentre, como dice la canción:” ¡si yo he vivido parado, ay que me entierren parado!”; afirman va tarareando mientras muta entre el montón. 
                                                                             Ernesto Ramírez 12/13


 

2 comentarios:

  1. Adoro la fantasía, las criaturas simbióticas y aprecié ambas en la excelente recreación que hace el autor con el lobizón, desde una perspectiva totalmente original.
    Felicitaciones al autor.
    MARITA RAGOZZA

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  2. Por momentos cantarina la prosa envuelve como una narración al borde de un fuego en el bosque, muy creativa, saludos, Carlos Arturo Trinelli

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