Serie Mujercitas: 5.- ADELINA
Adelina logró ingresar en la escuela de hadas que regentea una tal
Morgana. Adelina posee las cualidades necesarias y yo me alegré a pesar de que
esos estudios, en extremo rigurosos, nos
separarán un tiempo. Tiempo que se presenta impredecible como todo tiempo. De
todas maneras, espero confiado su regreso y utilizo el espacio de mi soledad en
recordarla.
El recuerdo es uno de los hechos más singulares del Universo dado que
reverbera distinto en cada protagonista. Sucede que es como un sueño, un sueño
que no produce la disociación del ser.
Adelina siempre tuvo predisposición para el baile (un hada debe ser una
excelente bailarina), resultaba imposible no mirarla. Su erotismo trascendía
las miradas masculinas. Nunca fui su pareja de baile (los tipos duros no bailan) me complacía recibirla con un beso en
los labios que era como besar el terciopelo de un pétalo. Su olor de polen en
la brisa embriagaba los sentidos y el roce de sus cabellos era una caricia de
la vida. Apoyar las manos sobre su cuerpo me acercaba al milagro de la creación
y, si en un abrazo, desprendía la risa, sentía que la vida tenía un sentido.
Una aspirante a hada debe ser una doncella y yo acepté la postergación
de consumar nuestro Amor.
Ahora aguardo con ansias el reencuentro. Sé que volverá reducida al
tamaño de un palmo pero confío, confío en la magia del Amor. No en vano Adelina
será un hada.
Serie Mujercitas: 6.- ANETTE
La mujer apareció de la nada. Una nada invernal acentuada por la noche.
Ese paisaje desangelado era el ideal para pasear sueltos a mis dos perros
doberman. Uno de ellos la descubrió cuando todavía era una sombra. La mujer se
detuvo y le habló, me di cuenta porque el animal estiró el cuerpo en la clásica
pose de la raza. Acorté distancia con el otro perro a mi lado y llamé al que la
olfateaba con precaución. En un instante tuve a los dos a mi lado y la mujer
avanzó hacia nosotros. Se detuvo y conservó para sí la sombra. No les tengo miedo, dijo con una voz
fría como el clima y agregó, soy
adiestradora. Dicho esto extendió una tarjeta que tardé en tomar. Los
perros se desconcentraron y siguieron en lo suyo. Le conviene tenerlos entrenados más si los suele pasear sueltos.
Yo, antes de esta recomendación, había hablado para pedirle disculpas por las
olfateadas. Ella no me prestó atención y siguió su camino en la oscuridad de la
que parecía formar parte. Antes de doblar en la esquina opuesta nos miró para
lo cual no solo giró el cuello sino parte del torso e intuí se trataba de una
mujer mayor.
Los días siguieron su frecuencia indiferentes y con ellos nuestras
vidas, las de los perros y yo. Llegó un sábado. El timbre sobresaltó mi lectura
y la modorra asoleada de los perros. Era la adiestradora, Anette Carson según
la mentira de la tarjeta que me había dado aquella noche. Salí al rellano que me separaba de la reja del frente de la
casa. Pensó lo que le dije la otra noche.
Si de pensar se trata puedo asegurar no ser referencia. Dije que no me
interesaba, que prefería a los perros así, naturales, solo perros. Anette no se
dio por vencida, la primera clase es
gratis. A la luz del día pude observar que la adiestradora poseía un físico
rotundo y un porte que disimulaba los años. No le veía los ojos protegidos por
gafas oscuras y espejadas que devolvían una imagen graciosa de mí. El cabello
negro de Anette se empeñaba en cubrir una cicatriz que como una soga anudada
partía del cuello hacia su cabeza y se convertía en un hilo que le subía por el
pómulo hasta perderse en el cuero cabelludo. Sorprendido en la contemplación la
mujer, Anette Carson, nos contó que adiestraba un oso en un circo y el animal
como parte de un juego le había pegado un cachetazo. Me distraje junto a mis
convicciones y dije que sí, que aceptábamos las clases.
Anette regresó por la tarde. La hice pasar. Los perros se ensañaron en
el olfateo del traje de cuero de la visitante y futura maestra. La mujer los
acarició y desapareció la tensión generada por la novedad de una visita. Con
voz pausada y esfuerzo en la modulación me (nos) explicó que para que el
entrenamiento tuviera éxito, yo debía participar, es decir, debía ser entrenado
junto a los canes. En cierta manera logré un alivio porque me preocupaba que
maltratara a mis amigos.
Pasó una semana y de nuevo fue sábado quedé sorprendido con los avances.
Los perros aprendieron a respetarla y esperaban órdenes siempre atentos. Por mi
parte, aprendí a servirla y satisfacer sus deseos incluso cuando me pone el
collar y me obliga a deambular con los perros.
aunque sigo extrañando ( y esperando) el bar, me parece muy bueno tu cambio de tema y estilo. rescato imágenes hermosas: " confío en la magia del amor" " modorra asoleada de los perros!!!. abrazo grande. susana zazzetti.
ResponderEliminarNo la veo a Adelina, tan tenue para un encuentro con un hombre rudo.Es extraña que esta mujercita haya nacido del autor. Debe ser el resultado de un sueño de niño.
ResponderEliminarY Anette es toda una creación por la unión de diferentes fuerzas intangibles, donde la fantasía es más oscura, con alguno
MARITA RAGOZZA
Uyy, no terminé el pensamiento. No me acuerdo, pero lo sigo ahora.
ResponderEliminarAnette tiene algo también de la mitología germánica que me agrada tanto.
Felicitaciones, Carlos, y saludos.
MARITA RAGOZZA
Extraña la decisión de publicar estos dos cuentos juntos. Dos prototipos femeninos extremos y contradictorios. El hada promete un amor puro que podría ser materno y la "domadora" consuma las fantasías más oscuras del protagonista. Impecable la escritura como siempre.
ResponderEliminarMe encanta la narración, la foto. Trinelli nos permite abrir despacio un ventiluz para acercarse a las vivencias de sus personajes.
ResponderEliminarNo, no es extraña la decisión de Arturo de publicar esos dos cuentos juntos. A él le encanta precisamente los extremos y las contradicciones. Y quiero agregar que Arturo ha definido un estilo , lo del bar alguna vez que lo marcó tanto pero él siempre está en búsqueda, y tal vez el hecho de ser un gran lector le permita extender así, de este modo, las extremidades de su palabra.
ResponderEliminarBravo amigo!
Lily Chavez