miércoles, 10 de octubre de 2012

Hobsbawm sus propias palabras


Hobsbawm sus propias palabras
·                       Muere Eric Hobsbawm, pensador marxista clave del siglo XX
·                       Gran historiador


Repasamos la trayectoria del historiador a través de distintos fragmentos extraídos de su obra

A pura inercia intervino de manera decisiva en la formación de Eric J. Hobsbawm. Cuando nació, en 1917, el viejo mundo que había reinado hasta entonces se venía abajo con los estertores de la I Guerra Mundial. Aun así, creció empapándose en la gran cultura que procedía de aquella Mitteleuropa en la que habían brillado escritores de la envergadura de Robert Musil, Italo Svevo, Hugo von Hofmannstahl, Hermann Broch o Joseph Roth, entre tantos otros. No había cumplido quince años cuando, en Berlín, se lanzaba a la calle para divulgar panfletos de izquierda que advertían de los peligros que llegaban con el nazismo. No sirvió de mucho: Hitler triunfó y la familia de Hobsbawm salió hacia Inglaterra. Fue allí donde hizo carrera aquel joven que quería dedicarse a la literatura y terminó como historiador. Nunca ocultó sus simpatías por el comunismo, pero cuando se vuelve sobre su obra, por cercano que estuviera del marxismo, su inmensa cultura y su rigurosa capacidad de investigación lo blindan ante cualquier tentación por la simplificación puramente ideológica. Para entender a Hobsbawm hace falta escucharlo. He aquí una selección de fragmentos de una larga entrevista que le hizo a finales de los noventa Antonio Polito y que se publicó en España en el año 2000 con el título de Entrevista sobre el siglo XXI (Crítica). En todo momento se refiere a situaciones concretas, pero si se prescinde de las coordenadas específicas (por ejemplo, la guerra de Kosovo) parece seguir dando pistas para enfrentarse mejor a los conflictos que siguen vivos en la actualidad:
Guerra del futuro. “…determinados individuos o grandes corporaciones poseen [hoy] tanto dinero como los estados mismos. En buena parte gracias a la magnitud que han alcanzado las actividades ilegales, como el tráfico de drogas y el contrabando. […] En las guerras del futuro etas cuestiones serán, en mi opinión, cada vez más importantes. […] Trescientos milicianos bien armados, que no estén controlados directamente por ningún estado o gobierno, pueden incursionar fácilmente en vastas zonas y limpiarlas de ‘enemigos’. […] Cuanto menos estructurados, estatales, son los conflictos armados, más peligrosos son para las poblaciones civiles”.
Limpieza étnica. “Genocidio’ se ha convertido en un término utilizado con exceso y, por tanto, se ha despreciado; algo así como lo que ha sucedido con la palabra ‘fascismo’. El genocidio es un proyecto de eliminación total de una etnia. De algún modo, es una extensión lógica, y extrema, de la limpieza étnica. […] La limpieza étnica es un fenómeno que se manifiesta según varios y diversos niveles de gravedad, y puede ser llevada hasta los extremos del genocidio. Es algo ya de por sí lo bastante horrible, no hay ninguna necesidad de empeorar su sentido identificándola con el genocidio”.
Mito nacional. “Los mitos nacionales constituyen otro problema es en el que hay que saber distinguir entre lo que llega desde abajo y lo que se impone desde arriba. Esos mitos no surgen espontáneamente de la existencia real de la gente, son más bien algo que la gente aprende de alguien: de los libros, de los historiadores, de las películas; hoy en día de los que hacen televisión. En general no forman parte de la memoria histórica ni de una tradición viva, excepto en circunstancias especiales, que se dan cuando, lo que un día se convertirá en mito nacional, nace de la religión. Es el caso de los judíos […]”.
Comunismo. “…los regímenes comunistas eran, en cierto sentido y deliberadamente, regímenes elitistas. Aunque sólo fuese por el énfasis que ponían en el papel de guía que debía desempeñar el partido. Su objetivo no era convertir al pueblo, las suyas no eran fes, sino iglesias oficiales. Por esta razón, la mayor parte de los pueblos sometidos a estos regímenes estaban fundamentalmente despolitizados. El comunismo no entró nunca en sus vidas en el sentido en que, por ejemplo, el catolicismo entró en las vidas y en las conciencias de los pueblos de América Latina tras la colonización. El comunismo era algo de lo que se esperaba buenos o malos resultados, pero que en general no fue interiorizado por los pueblos”.
Estados-nación. “…la globalización es un proceso que simplemente no se aplica a la política. Podemos tener una economía globalizada, podemos aspirar a una cultura globalizada, tenemos ciertamente una tecnología globalizada y una sola ciencia global; pero de hecho, políticamente hablando, el mundo sigue siendo pluralista, dividido en estados territoriales. […] En ese marco hay que preguntarse cuál será el debilitamiento de los estados-nación. ¿Será bueno, será malo? Ya se verá. Pero lo cierto es que no se les puede ignorar, no se puede analizar el mundo como si no existieran o no fuesen importantes. Porque en política es lo único que tenemos. Las posibilidades de que una sola autoridad global desempeñe una función política y militar eficaz son igual a cero”.
Individualismo libertario. “Creo que el individualismo libertario no es una base adecuada para la política del poder. Porque, en el fondo, el individualismo es lo opuesto a una política colectiva. Se puede movilizar a los pueblos en la senda del nacionalismo, del patriotismo o de otras rutas colectivas, pero si se dice al individuo que lo que cuenta es su supremo interés, luego es muy difícil convencerlo de que debe subordinar ese interés, aunque sea solo en parte, a los intereses de los demás”.
Globalización. “Es posible garantizar a todo el mundo que van a tener igual acceso a la Coca-Cola. Pero no es posible que todos tengan el mismo acceso a una entrada para el teatro de ópera de la Scala, de Milán. Porque por la naturaleza misma de este bien, el número de entradas de la Scala es limitado y no se pueden producir más. […]
Por eso creo que el problema de la globalización es la aspiración a garantizar un acceso tendencialmente igualitario para todos los productos de un mundo que es, por su naturaleza, desigual y distinto. Hay una tensión entre dos ‘abstracciones’. Se intenta encontrar un denominador común al que puedan acceder todas las personas para cosas que no son, repito, accesibles naturalmente a todos. Y ese denominador es el dinero, es decir, otra ‘abstracción”.
Los inmigrantes. “En la situación actual, (…) se corre el riesgo de crear una sociedad dual: la primera caracterizada por la ciudadanía plena, dotada de plenos derechos; la segunda, compuesta por extranjeros con características de underclass permanentes. A algunos de ellos se les concederá ciertas formas de ciudadanía, pero a la mayoría se la considerará, en ciertos aspectos, como a una raza inferior, al menos desde el punto de vista de los derechos de ciudadanía. Hoy en día la mitad de los inmigrados que viven en Europa es clandestina, ilegal, y por lo tanto carente de derechos. A corto plazo, las víctimas de esta situación no experimentarán plenamente las consecuencias, porque si eres un emigrado del África negra, aun sin derechos de ciudadanía estás mucho mejor ganándote la vida en Florencia, pongamos por caso, que en tu país de origen. Este proceso crea una sociedad de apartheid”.
(Fragmentos del libro de Eric J. Hobsbawm Entrevista sobre el siglo XXI. Al cuidado de Antonio Polito. Traducción de Gonzalo Pontón. Crítica. Barcelona, 2000. Selección de José Andrés Rojo).

6 comentarios:

  1. El marxismo de Hobsbawm fue algo más que una simpatía. En su libro últimamente editado “Cómo cambiar el mundo” muestra la advertencia de Marx sobre la crisis capitalista actual. En una entrevista publicada por la revista “Ñ”, cuenta que su libro llamó la atención de gente de negocios y comentaristas de negocios, más que en la gente de izquierda, y que los editores de la revista que se reparte en los aviones de United Airlines, querían publicar algo sobre el Manifiesto escrito por Marx en el siglo XIX.
    ¿Dónde nos habremos equivocado?
    Sí, a los grandes pensadores hay que leerlos, sin prejuicios.


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  2. No he leído nada del autor. Por este artículo se desprende una claridad y justa connotación de la palabra y su contenido. Siendo pensador, habrá vivido su tiempo, estudiándolo.
    Gracias Artesanías por darlo a conocer.
    MARITA RAGOZZA

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  3. La mirada de Hobsbawm sobre los grandes temas del mundo sintetizados aquí son de una claridad que debieran servir de análisis en el trazado de políticas tendientes a mejorar la vida de las personas, C.A.T.

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  4. El párrafo de este reportaje en el que menciona la posibilidad de que una milicia armada de 300 hombres haga incuersiones de "limpieza" sin que ningún estado se comprometa, creo que ya existe, pero esta milicia pertenece a un estado, un estado cuya función es justamente esa: "limpiar". Dejo a los lectores la adivinanza, cada cual encontrará tal vez una respuesta distinta.

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  5. Hobsbawm es uno de los productos intelectuales de la generación de historiadores contemporáneos a las dos revoluciones rusas en el imperio victoriano de principio del siglo XX. La lucidez de este historiador británico fue el fruto de la formación y las circunstancias históricas que le tocó vivir. En realidad fue una escuela de británicos deslumbrados por los cambios operados en la vieja Europa que parecían derrumbar el viejo estado de cosas. El marxismo les aportó una concepción materialista e histórica: Hobsbawm fue el más lúcido y profundo de todos ellos.

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  6. Me gusta mucho el autor, comparto varias miradas, sobre todo a la crisis del capitalismo y la concepción de la historia y del hombre.
    Gracias por la información.

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