domingo, 28 de octubre de 2012

Heberto Padilla (Cuba, 1932)




Quizás el más importante de los poetas cubanos .  Ha publicado, entre otros, Las Rosas Audaces 1948, poesía;  Buscavidas,1960, novela; El Justo Tiempo Humano, 1960 poesía; Fuera del Juego, 1968, poesía; El Hombre Junto al Mar, 1981, poesía, y En mi jardín pastan los héroes, novela;  entre otros. Murió en el exilio debido a los problemas que tuvo en Cuba...
  

  
 TÉCNICAS DEL ACOSO 
 
Pueden fotografiarlas
junto a un rosal
en un jardín etrusco
frente a la columnata del Partenón
con sombreros enormes
entre cactus en México
llevando los colores de moda
el pelo corto o largo
y boinas de través como conspiradores:
no cambiarán
no dejarán de ser las mismas
la barbilla en acecho
el rostro de óvalo
y los ojos cargados de un persistente desamparo
¿pero qué pensamientos
se agitan debajo de las melenas crespas
o lacias
de estas muchachas que ilustran
las revistas de moda?
Casi todas son pálidas
y están como cansadas
Las líneas de sus manos son estrictas y melancólicas
Mudan cada seis meses
de vestidos zapatos peinados y sombreros
y yo siempre descubro
un rizo fantasmal
bajo la onda bermeja
No importa que se cubran con pieles de visón
o lleven botas de vinil
faldas de cuero
o usen nuevas pelucas:
siempre las reconozco
bajo cualquier disfraz
lo mismo que a un espía
Además
me persiguen en trenes o en aviones
sobre todo de noche
se benefician con la oscuridad
andan de tres en tres
a mi espalda
              a mi lado
                  frente a mí
Dos trepan a los árboles
con la cámara en la mano
otra resbala debajo de un avión
con el ojo torcido de las agonizantes
y observan y miden mis reacciones
para indagar si tiemblo o lloro ante la muerte
Que sufra
                tenga hambre o las desee
                                                          no les
importa
Su tarea
no es hacer el amor sino ilustrarlo
 
 
RETRATO DEL POETA COMO UN DUENDE JOVEN
I

Buscador de muy agudos ojos
hundes tus nasas en la noche.  Vasta es la noche,
pero el viento y la lámpara,
las luces de la orilla,
las olas que te levantan con un golpe de vidrio
te abrevian, te resumen
sobre la piedra en que estás suspenso,
donde escuchas, discurres,
das fe de amor, en lo suspenso.
  Oculto,
suspenso como estás frente a esas aguas,
caminas invisible entre las cosas.
A medianoche
te deslizas con el hombre que va a matar.
A medianoche
andas con el hombre que va a a morir.
Frente a la casa del ahorcado
pones la flor del miserable.
Bajo los equilibrios de la noche
tu vigilia hace temblar las estrellas más fijas.
Y el himno que se desprende de los hombres
como una historia,
entra desconocido en otra historia.
Se aglomeran en ti
formas que no te dieron a elegir
que no fueron nacidas de tu sangre.
 
Exilios.
     
Madre, todo ha cambiado.
     Hasta el otoño es un soplo ruinoso
     que abate el bosquecillo.
     Ya nada nos protege contra el agua
     y la noche.
     Todo ha cambiado ya.
     La quemadura del aire entra
     en mis ojos y en los tuyos,
     y aquel niño que oías
     correr desde la sala oscura,
     yo no ríe.
     Ahora todo ha cambiado.
     Abre puertas y armarios
     para que estalle lejos esa infancia
     apaleada en el aire calino;
     para que nunca veas el viejo pedregoso
     camino de mis manos,
     para que no sientas deambular
     por las calles de este mundo
     ni descubras la casa vacía
     de hojas y de hombres
     donde el mismo ayer sigue
     buscando soledades, anhelos.

1 comentario:

  1. Un poeta que despliega con maestría la filosofía del desamparo .
    Gracias por traerlo.

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