martes, 9 de octubre de 2012

Esteban Torres Sagra





En otro cuerpo perdí.

En otro cuerpo perdería
las fresas de mi juventud.
Tú no habías nacido todavía.
Las guirnaldas del otoño acarreaban
sal marina desde los puertos
remotos de la soledad.
Yo escribía en el margen de los libros
ligeras reflexiones instantáneas:
Escribí, por ejemplo, amor
mío, en la página veintisiete
de un poemario de Blanca Andréu...
luego gemí, lloré voluntarioso
como sólo los exégetas lo hacen,
como un chelo tañido por un párvulo.
Era otra manera de ser felices:
emigrar sin rumbo, beber sin tino
en los muros de la banalidad,
subrayar matices en los manuales
que enseñan a Neruda.
En aquel tiempo las bufandas
colegiales volaban con la brisa.
Conocí las cuencas románticas
del miedo y del fracaso propios.
Se abrió la ventana que daba al puerto
y entraron sesenta millones
de gaviotas. Claro, cerré el postigo,
- qué otra cosa podía hacer -,
y desde entonces sólo me dedico
a perseguir, a perseguir gaviotas...


Cavafis

Cavafis, el otro esteta que escupía mandrágora
en el puchero del druida,
se colaba en las alcobas de las niñas dieciochescas
con refinados propósitos de hacerlas felices.
Sólo que las madres atrancaban los conductos filiales
con algodón en rama y pólvora en el trabuco.
Las señoritingas lloraban granos de café tostados
y ensuciaban la cama con carmín como su sangre
para ahuyentar la soledad, los vampiros, su niñez,
o qué sé yo lo que ahuyentaban.

Diciembre venía con su frío
y les ponía los vellos de punta y las aréolas;
pero el pobre Cavafis no llegaba,
con el deseo convertido en amatista,
a tiempo para el maleficio,
con la hora justa del beso desatrancador de conductos;
y las niñas se morían de pábilo en sus lechos
sin haber agotado todos los recursos del placer
que sus cuerpos ofrecían.
Y él se quedaba otra noche más en el ayuno,
escupiendo en los pucheros
la pólvora mojada, su silencio, el desamor,
o qué sé yo lo que escupía Cavafis...

4 comentarios:

  1. Esteban, en su cuerpo, muestra su mano-expresión en dos bellos flashes poéticos.
    "En aquel tiempo las bufandas
    colegiales volaban con la brisa",...sutil'coup de pinceau'para "entonar" a cualquier lector a sentir el texto...
    y en el 2do.poema, muestra un engarce de su orfebrería poética, Cavafis -no sé de otro- pero aquél griego del espíritu selectivo, dijo de esas ninfas en "DESEOS" y planteó tal -ayuno- como "...rehusé todo el sabor de los amores de rutina" en HEDONISMO,...probablemente entre las gaviotas que vinieron del mar,se mezcló también el viejo poeta que como todo griego -viene del mar- y allí encontró tu expresión creativa,Esteban.
    Gracias, un placer encontrar tu poesía en la buena selección,y la calidez-calidad de la Edición de ARTESANÍAS.
    Julio Taborda Vocos

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    1. Muchas gracias por las reflexiones y las pinceladas eruditas. Un placer dejarse leer por gente así.
      Esteban Torres Sagra

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  2. En el primer poema la nostalgia se desliza como la llovizna en el mar , en el segundo , un aporte valioso de un gran poeta.

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