miércoles, 8 de diciembre de 2010

RODOLFO WALSH.

Me llaman...

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó.
    Nací en Choele Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.
    Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humilde: lavacopas; el más burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.
Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía volear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Éste se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero ésta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
    Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
    Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.
    Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.
    La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.
En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

Además de esta pequeña maravilla, Walsh escribió: Variaciones en rojo (1953), Operación Masacre (1957), La granada (1965, teatro), La batalla (1965, teatro), Los oficios terrestres (1965, cuentos), Un kilo de oro (1967, cuentos), ¿Quién mató a Rosendo? (1969), Un oscuro día de justicia (1973) y El caso Satanovsky (1973). Fue asesinado por los militares de la última dictadura el 24 de marzo de 1977, después de mandar la "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar". Póstumamente, se publicaron El violento oficio de escribir, que reúne su obra periodística de 1953-1977, y Ese hombre y otros papeles personales, de donde sacamos el texto anterior.


6 comentarios:

  1. Mencionar a Rodolfo Walsh , no solo es mencionar a un excelente escritor sino a un ícono de nuestra identidad, rioplatense.
    Gracias al editor por el recuerdo.
    amelia

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  2. No podría decirlo mejor que Amelia, pienso igual.

    Irene

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  3. Escritor comprometido y valiente, pero tmabién es justo reconocer su talento y re-publicar sus escritos de gran valor literario.
    MARITA RAGOZZA

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  4. OPERACIÓN MASACRE se editó en 1957. Tenía entonces 28 años, vivía en la embriagadora y dorada época de la "libertadora". El 9 de junio de 1956 el general Valle (fusilado asesinado por orden del fusilador asesino Aramburu) encabezó una rebelión que fue aplastada por la acción apóstata y perversa de delatores gorilas infiltrados... Esta obra de Rodolfo Walsh, y la Carta Abierta a los militares del crimen son los dos grandes escritos de un temperamento dedicado a jugar al ajedrez y escribir, sin desmedro de las otras obras de este argentino que asumió con entrega militante y rebeldía los desafíos de la época. Ojos abiertos, criterios agudos y conciencia irredimible para denunciar a los Judas... Transcribo una síntesis sobre OPERACIÓN

    «A casi seis meses del hecho, alguien le dice a Rodolfo Walsh: ¿hay un fusilado que vive?. En el curso de los meses siguientes descubre que hay más de uno: hay siete sobrevivientes de esa matanza. Y va contactándolos uno a uno, mientras reconstruye los hechos y continua acumulando, en forma clandestina, la categórica evidencia que se convertirá en OPERACIÓN MASACRE. Con la publicación del libro en 1957, Walsh no dio por terminada la investigación. En las sucesivas ediciones fue incorporando nuevos elementos y variando su reflexión final sobre los hechos, a medida que variaba su concepción sobre el sistema que regía a la Argentina. Los fusilamientos quedaron impunes; ¿los asesinos probados pero sueltos?. Según palabras del propio Walsh. OPERACIÓN MASACRE, sin embargo, cumple su cometido histórico: pulveriza la versión ¿oficial? de los hechos, impide el ocultamiento de la verdad y ofrece al futuro un invalorable ejemplo...»

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  5. Andres, ya nos tenes muy habituados a esas perlas que aparecen y reaparecen y vuelven a aparecer por tu revista y tus blogs. Conmovida, siento que esta perla es de colección. Invaluable. Muchas gracias. ElsaJaná.

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  6. Walsh además de un excelente narrador de ficción dio el puntapié inicial al género de periodismo de investigación con Operación Masacre y Quién mató a Rosendo. Vivió y murió con dignidad, un ejemplo. Carlos Arturo Trinelli

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