martes, 14 de diciembre de 2010

Marcelo Dughetti

 


Me llamo Marcelo Dughetti (40 años). Soy un cuervo embalsamado en el anillo de un gigante. Tengo esposa e hija que me extrañan y eso es bueno. Trabajo y reviento. Amo y reviento. Escribo y reviento. Como y reviento. Nada de lo que me dan se cobra barato. Y a nadie dejo pasar sin cobrar peaje. Alma mezquina, dicen los muchachos. Nací como Charly sin poder y con Videla allá por la década del ‘70.
Mis padres no se jugaron por nada. Mis hermanos hicieron lo que pudieron. Aprendí los rudimentos de un oficio inexplicable leyendo a un herrero. Supe algo más sobre la amistad y otras ciudades gracias a Carlos, Iván, Alejandro, Sebastián, Alexis. A ellos agradezco estar de pie. Mi brújula ética son las Madres de Plaza de Mayo. El lugar en el que vivo, está rodeado de poetas, soja y leche.
No soy feliz. El psicólogo me dice que insista, que algún día… Publiqué algunos libros de poesía y narrativa. Hay un mar de desaparecidos que vienen a buscarme la memoria y no puedo comer sin sentir asco. Suelo caminar hacia el horizonte para bajar el colesterol y alcanzar lo que me falta.  


No son necesarios los poetas.
No son necesarios los poetas y menos los malos poetas, no hacen falta.
No con esos cuadernos y las Bic trazo grueso de color verde.
No hacen falta los poetas, no son necesarios.
No con esas lluvias y esos ahogos.
Hace falta eso si la pala que se herrumbra tras los zapallos.
Los días no laborables de la semana santa.
La respiración de un hijo acompasando la sangre.
El pan de una
 mujer .
Los perros,
los pocos amigos
y el café en la mañana
 doméstica.

* - * - * - * - * - *

Esta la escopeta de tu padre,
resplandece en la habitación cerrada.
En el silencio suelo imaginar el sonido de este animal de la cultura.
La carnadura del fuego en su vientre frío,
la ternura del nácar tallando un nombre griego
la línea de la desgracia como un platinado presagio
su ilusión de caballo aplastando la vida
los ojos de la desgracia anunciada desde su nacimiento.

* - * - * - * - * - *

Vencido me declaro vencido
cierro mi cuaderno muchas veces al día.
Y muchos otros pienso que escribo a pesar de todo
el poema que no leerá nadie
esa palpitación asmática en los anaqueles de alguna librería de mi pueblo.
* - * - * - * - * - *

El poeta
Es un saco de mierda.

tirado
al costado de las vías

protegido por perros sarnosos

envuelto en diarios
que no dicen nada.


Poemas pertenecientes al libro Semana Santa (inéditos salvo “el poeta” que fue publicado por Pan comido ediciones).

Publicado por Darío Falconi y autorizado por el editor para reproducir en Artesanías Literarias


4 comentarios:

  1. Excelente la introducción que hace el propio autor. Por lo visto así como son fuertes sus relatos, lo es su poesía. De todos modos no coincido con el último, el poeta no es un saco de mierda, tirado al costado de las vías ...ni el resto, el poeta es lo que puede, lo que su voz le permite, a veces el poeta es brillante y en ocasiones mediocre, pero eso , es otra cosa.

    Andrea Casas

    ResponderEliminar
  2. Excelente poeta, bravo como el toro en un rodeo, directo y sin vueltas como la recta más corta, hacedor de imágenes que no tienen nombre propio ni común, son únicas.
    ... Paula

    ResponderEliminar
  3. Marcelo, en tu poesía encuentro la misma fuerza que en tus relatos. Sólo que en mi humilde opinión, soy lectora no escritora, me sucedió como Andrea pero es un no compartir ideas, en la forma todo bien. Un abrazo y espero encontrar pronto una narrativa tuya, tan cruda y real.

    Irene

    ResponderEliminar
  4. Amigas queridas muchas gracias por la deferencia de leer y comentar. Un abrazo

    ResponderEliminar