martes, 21 de diciembre de 2010

EUGENIA CABRAL - Christian Y El Rocío

    

El colchón huele a la humedad de los cuerpos de todas las personas que han dormido encima de él, a la intemperie. Y esa humedad de sudor se entremezcla con la del piso, porque todas las veredas urbanas están húmedas de minúsculos desechos humanos. Partículas adheridas a las suelas del calzado, líquidos que se vierten involuntariamente (bebidas, medicamentos, salivaciones, lágrimas, leche para niños, glucosa de golosinas), moléculas de hidrocarburos, de toda clase de derivados del petróleo, con sus diluciones insondables de minerales revueltos con otras sustancias en el lecho de las alcantarillas.
Humedad. Nada hay propiamente seco sobre las veredas urbanas. Ni un pedazo de piedra limpia, de leña petrificada, de arena. Todo está húmedo de promiscuidad urbana.
Sobre el colchón donde duerme Christian han caído ya doscientas  noches de rocío que, al atravesar la atmósfera polucionada, se iba corrompiendo. Ya no es aquel rocío virginal que mojaba las rosas predilectas de las doncellas. Este relente es un precipitado metálico, denso, similar a una silicona. Pero sigue dando la sensación de que desciende de las estrellas.
-¿De cuál?, se pregunta el pequeño Christian. ¿De la que guió a los Reyes del Oriente hacia aquel bebé que iba a ser coronado Rey del país de los judíos, que era una forma más de decir los “hombres”? ¿Existirá todavía la estrella antigua, o se habrá extinguido ya? Porque las estrellas se extinguen pero las personas no se dan cuenta, salvo los astrónomos, que poseen anteojos especiales para espiar vida y muerte de los cuerpos estelares (aunque suene atrevido, pero no, son científicos).
Christian podría llegar a ser un gran científico de astros algún día, aunque no ha tenido tiempo ni de aprender sus nombres, a pesar de haberlos mirado brillar durante doscientas noches consecutivas. Por eso confunde a la estrella de Oriente con ésa que viene ahí, cruzando por encima de los edificios, como en la antigüedad corrió por el cielo sobre el desierto, al ritmo de las camellas.
Porque Christian nunca será rey del Oriente, ni de los hombres, así como no ha nacido en un limpio desierto. La luz que se inclina sobre su frente es la mirada de Yesica, la nena que es su medio hermana. Es tan linda que cualquiera se la imagina como un lucerito, o un planeta lejano. Y Christian ve la luz de su mirada entre el sudor de la fiebre que le cubre los ojos, fiebre densa como el rocío que baña las ciudades.
- Ahí viene la estrella cruzando el firmamento, Yesica, pero no están los reyes que la escoltaban. ¿Se habrán extraviado en medio de las arenas? Ya siento su claridad posada sobre mi frente, hermanita, aunque la tenga hundida en este colchón con olor a humedad del invierno en esta ciudad, que no recuerdo cómo se llama. ¿Cuál ciudad era ésta, Yesica? Ahora mis pies pueden caminar sobre la Vía Láctea , debo estar caminando cabeza abajo, porque ya no veo el planeta Tierra, ni la calle, ni el colchón aquel donde nací, donde jugábamos, hermanita, y nos abrazábamos al caer el rocío, para no enfriarnos. Solamente veo las constelaciones del cielo. Y vos, ¿por qué no estás junto a mí, caminando por las estrellas?

Eugenia Cabral
Diciembre de 2010

7 comentarios:

  1. Eugenia Cabral no es solo una poeta que utiliza brillantemente la palabra. No es sólo alguien que porta banderas para que flameen, es una persona involucrada con lo social, que une el hacer con la palabra; nada fácil esa combinación y encima tiene tiempo para el pedido de amigos, para ser generosa con el agua del desierto. Un abrazo, mi admiración y gracias por este texto.

    Lily Chavez

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  2. Un texto crudo de la realidad que la autora suaviza con sus toques poéticos. Excelente Eugenia, habría que ser insensible para que las alusiones no llegaran.

    Andrea Casas

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  3. Que de cosas lindas para leer Andrés. Felicitaciones y a Eugenia Cabral por este relato.

    Irene

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  4. Un relato con los pies en la tierra que Eugenia trató de endulzar con su poética suave.
    Un alegrón encontrar su trabajo en la revista.

    Mariano Lazarte
    Arriba Junín!

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  5. Felicitaciones Eugenia. Un relato que nos lleva a pensar.

    Eugenio

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  6. Una mirada detenida en la realidad, pero tratada con sutileza, hay hasta belleza en un texto que toca, tanto como la foto que lo acompaña. Muy bueno.

    Pedro Altamirano

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  7. BELLA EUGENIA, BELLO RELATO, LA REALIDAD QUE LLEVA A LA REFLEXIÓN.
    uN ABRAZO Y FELICES FIESTAS

    EDGAR BUSTOS

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