miércoles, 22 de diciembre de 2010

CARLOS ARTURO TRINELLI - Navidad

                                               

               

          Es la primera vez que me sucede. Al menos la primera desde que estoy muerto. En mi vida de fantasma (perdonen ustedes la contradicción) no tuve oportunidad de regresar del Limbo a la Tierra. Estuve sí un poco rato (debo mal usar este término rato, porque cuando se muere el tiempo se acaba, sin embargo y a pesar de no poder medirlo sé que estuve poco). Decía entonces que me vi muerto cuando me morí y vi también lo que sucedió después. Los de la funeraria que me llevaron, cómo me prepararon, la resignada congoja de mis familiares y algo del velorio. No vi el entierro, no vi más a mi familia. Vagué por ahí, eso sí me gustó pero antes quiero contarles algunos pormenores de lo que significa ser fantasma.
          El fantasma ha sido parodiado en la ficción de las artes más que nada en el cine. Dicen que el que más se aproximó fue Lovecraft y que por ello terminó sus días como vigilante nocturno de un cine en Providence. No me consta. Creo que nadie supo jamás como es la realidad fantasmagórica.
          Primero y principal, no somos almas, entelequia relacionada al recuerdo y las religiones.
          Segundo, nadie nos percibe, los médium mienten. Sí existe, la sensación de que una sombra se escurrió a nuestra espalda, me refiero a las espaldas de los vivos, o la presunción de ser observados, fenómenos que en general ocurren cuando se está solo y se posee la sensibilidad necesaria.
          Tercero, el fantasma no ve bien, la visión es la que se tiene bajo del agua. Cualquiera que haya buceado me comprenderá y de allí que con esta visión se pierde la noción de proximidad de los objetos y producimos algún ruidito que en principio asusta al vivo y que racionalizado se atribuye al viento o a un apoyo falso.
          Cuarto, no somos espectros, algunos deambulan desnudos, otros bien vestidos, otros lastimados, niños, jóvenes y viejos tal cual estábamos al momento del deceso.
          Les decía que vagué por ahí y observé las miserias y pocas grandezas de muchos personajes pero esto no me gustó nada (menos me gustó morirme siendo ésta acción la única que conocemos desde siempre). Sí me gustó participar en los entrenamientos del equipo de fútbol con el que simpatizaba, también observar el proceso creativo de algunos artistas o el voyeurismo sexual. Esto último me hartó por la impotencia que padecemos los fantasmas.
          Entre nosotros podemos comunicarnos pero como entre los vivos hay de todo y como entre ellos las posibilidades de amistades son escasas.
          Una vez arribados al Limbo perdemos todo contacto con el mundo de los vivos.
          En el Limbo también hay creencias para mitigar la eternidad. Una de ellas es que somos un mundo mejor en negativo y que Dios un día se pondrá a revelar. Estos creyentes están en retroceso con el advenimiento de las cámaras digitales. Yo pertenezco a un grupo que cumple con la ley de Flaubert, ordenado y normal en la vida, indómito y original en el arte...de ser fantasma (broma).
          El Limbo es un universo de libertad infinita y es que nadie puede hacer un mal uso de ella. Un fantasma es libre por Naturaleza y todos pueden, no en el mismo momento, ir alguna vez a la Tierra y visitar sus pasados afectos o no. Yo elegí la Navidad y aquí estoy y compruebo que la familia se agrandó y que hay un perro nuevo, que mi esposa está vieja, que mi hijo se quedó calvo, que parecen llevarse bien o que las miserias se tomaron un respiro. Lo más lindo que observo es que me recuerdan. Hablan de mi, cuentan cosas ¡brindan por mi! Se emocionan, aseguran que estoy presente.
          Olvidé mencionarles, que por suerte, los fantasmas no lloran.

CAT

13 comentarios:

  1. BRAVO TRINELLI! Esta muy bueno este relato porque incluye datos interesantes. Felices fiestas, a vos y tu fantasma.

    Mariano Lazarte
    Arriba Junín!

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  2. Como si fuera poco con Arturo Trinelli, ahora se inventó un fantasma.
    Muy interesante y emotivo ese final, me dio cosita. Felices Fiestas Arturo !

    Andrea Casas

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  3. Muy buen relato Arturo, con tinte informativo, mezcla de ficción, de algunas sensaciones que también a nosotros nos ocurren y al final, esa cuota del humano que siente, aunque no llore.

    Eugenio

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  4. Siempre tuve la sensación de que eras un ente abstracto, malbeciano tal vez -por lo menos nunca te he visto, con el fotoshop hasta los fantasmas pueden tener cuerpo. Alguien que levita sobre la sociedad observando y analizando para luego escribir. Este relato impecable es la prueba.
    abrazo y brindis,
    ernesto.

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  5. HOLA ESTIMADO ESCRITOR, fui flotando como un fantasma a medida que avanzaba la lectura, interesante la información sobre los fantasmas,jaja,(tomo nota), en realidad el relato tiene cuerpo, forma, sentido, excelencia, y sentimiento pero fantasmal y algo de comicidad?. Felicitaciones y FELIZ NAVIDAD. marta comelli

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  6. Trinelli, siempre supuse y sospeché que eras un espectro medio raro. Este escrito me confirma: sos un fantasma que pasea entre renglones, comas, puntos apartes y seguidos, y un final que destella y alecciona: los fantasmas no lloran... pero se emocionan !
    Desde tu nuevo espacio habitacional, seguí enviándonos relatos del mundo fantasmal. Y FELICES FIESTAS, ARTURO.

    Abrazo de fantasma veterano, Andrés

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  7. Hola amigo, nunca hubiera pensado que en el limbo hay también agrupaciones religiosas, pero bueno, el que sabe sabe!!! Y yo que cría que me enteraría de la verdad despues de...bueno, usted sabe...

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  8. Trinelli, el que sorprende, gusta, siempre original y este texto lo comprueba. Se disfruta leerte Arturo, gracias a la revista por albergar a este escritor.



    Pedro Altamirano

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  9. Don Trinelli: no me sorprende sus relatos, los disfrutos. Solo usted puede viajar por ese estado fantasmagórico donde se puede ver que, cuando uno ya no está, los demás siguen viviendo y hasta se llevan mejor...
    Roberto Paniagua

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  10. Amigo CAT , lo que rescato es que los fantasmas que vos mataís , gozan de buena salud. Por ejemplo ese fantasma al lado del árbol , se ve muy saludable.
    Además !Ahora quiero ser fantasma! Por eso de que los fantasmas no lloran.
    Abrazo. amelia

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  11. Tal vez lloren algunos fantasmas más despues de algún Malbec, ja! muy propio este relato, tus juegos de palabras, de imagenes, tu amalgama de imaginación y realidad, eso y mucho más te hace un escritor singular. Un beso amigo, sabés lo que te quiero.

    Lily Chavez

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  12. Me encantó el relato, el sentido del humor, las singulares reflexiones, la curiosidad por saber si siguen acordándose de uno y hasta admitir que si no fuera porque envejecieron, a todos se los ve mejor.
    Muy bueno
    Cristina

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  13. Entonces . . . la vida fantasmal no es tan mala, tiene una mejor flexibilidad y posición para observar. A mí me convences, Carlos, tienes todo el aspecto que se espera de alguien con misteriosa identidad .
    Lo disfruté muchísimo. Adicta a Lovecraft y a Poe, a Mary Shelley, el cuento tiene, además un humor especial.

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