sábado, 26 de junio de 2010

- 
GRACIELA URCULLU

La autora

EL Fogonazo

Me llevaron en al estudio de aquél señor fotógrafo. Debía estar sentada, compuesta en aquella banqueta de brazos torneados y lustrosos, con el flequillo peinadito. El pelo reluciente que, inútilmente intentaba sostener un moñon (era de seda azul, recuerdo) y caía a la altura de los hombros. Luciendo aquellos zapatos con hebillas. Me sentaron y a quedarme quietita, me dijeron… Luego vino el fogonazo y hubo que esperar para ver la foto. Varios días.

Mi mirada parece decir ¿Que quieren de mí? ¿No ven que estoy triste? Por más que este estrenando hermosos zapatos de cuero industria nacional con esas hebillas que brillan cual si fueran gemas legítimas. Y que, tal vez, lo sean.
Estoy tristona y no se dan cuenta ¿Que quieren de mi? ¿Por qué me obligaron a venir? Yo querría jugar. Sí, hubiese preferido quedarme a jugar en casa. O a leer un rato largo. O en un descuido subirme al árbol del fondo, donde no me vean mis hermanos, que se burlan diciéndome muchachera. De lo alto poder mirar a los chicos de al lado, con los que no puedo juntarme.
 Soy casi una señoriíta, pronto iré a la Escuela Normal Sarmiento. Lo sé, me lo repiten tanto…
Pero no tenían que traerme esta pieza fría, vacía con tan sólo una alfombrita y una banqueta sin respaldo.
 ¿Por qué las nenas tendremos que obedecer siempre? A mamá, por que mi papá esta muerto. Se murió por cabeza dura, dice mamá. Cuenta que le advirtió “no salgas in questo giorno”. Pero el “ostinato”, “testardo”, “capoccione” no escuchó más que a si mismo y salió después de bañarse. Salió con el zonda soplando, ese viento caliente de acá. Y se murió. Entonces yo tenía dos añitos y no lo recuerdo Cuando alguna vez alguien lo nombra, se produce un silencio. Lástima y lastima no tener papá y tampoco poder hablar de él. Seguramente no me obligaría a sentarme aquí tan quietecita, hasta que saquen la foto.

Hoy la fotografía está quebrada a la altura del busto y una tela adhesiva, en forma de cruz negra une
las dos partes grueso cartón, que resiste al tiempo. La fotografía detuvo al tiempo, sin lograrlo. Ojalá me hubiese quedado en aquél momento de despertar y de juegos.

 A casi un siglo del fogonazo mis hijos y nietos ven en ella, una obra de arte ¡Qué nitidez, qué precisión de imagen, que tonalidades! Artistas eran los de antes, no los de ésta nueva tecnología, dicen. No ven la nostalgia, la rebeldía y falta de resignación de mis ojos.

Entonces, cuando de niña tuve la fotografía en mis manos, pensé que estaba muy bonita y que podría casarme hasta con un príncipe aunque mis ojos soñaban con un poeta.
Nunca pensé en la vida efectivamente recorrida, la que me tocó vivir. Ésta me cayó encima, se me impuso. Casi, casi como la fotografía.

9 comentarios:

  1. TAMBIEN CUENTO CON ESE TIPO DE FOTOS, TAL VEZ POR ESO ME GUSTO TANTO EL RELATO, ME HIZO RECORDAR Y ESO SIEMPRE ES BUENO. FELICITACIONES!

    EDGAR BUSTOS.

    ResponderEliminar
  2. Qué lindo! Y es cierto, cuantas cosas pasan por la cabeza cuando a uno le tomaban esas fotos horrorosas donde se esperaba. en´mi época ya no el fogonazo pero sí la señal del fotógrafo, siempre serios, siempre como de cera. Un abrazo.

    Lily Chavez

    ResponderEliminar
  3. Hermosas reflexiones en este relato que recrea las eternas preguntas y pensamientos. Amor y nostalgia, imaginación y realidad. Gracias, Graciela. Ester Mann

    ResponderEliminar
  4. Por una vez que no hice ¨"copiar", se me borró el comentario, pero no importa. Es un hermoso relato de los pensamientos y reflexiones de una niña de toda época. Nostalgia, amor, reflexiones, anhelos.
    Gracias, Graciela Ester Mann

    ResponderEliminar
  5. querida graciela, una vez más me ha tocado el corazón y mi mente ha gozado por el modo esplendido que tienes escribiendo... Doy gracias al cielo por ser tú amiga... un abrazo
    marisa

    ResponderEliminar
  6. querids gtaciela,,

    ayer escribí algunas palabras de apreciación por tu escrito, pero dado que soy una torpe no lo supe entrar. Lo intento de nuev0 esperando en el ayuda de una de mi mietas.
    Una vez más me has tocado el corazón y mi mente ha gozado, de veras, por tu manera especial de expresarte y por la elección del tema que me ha acordado de mi papá que solía tomarme fotos cuando era una niñita... Recuerdos inolvidables... Gracias..gracias por ser mi amiga...
    Te abrazo fuerte
    marisa

    ResponderEliminar
  7. El relato y por su puesto la foto me hablan de una época si indudablemente 100 años atrás. Donde las explicaciones a los hijos escaseaban.

    La autora logra en ese corto relato pintarnos un momento, un estado, una época.
    Se introduce tanto en la foto que se da el lujo de ir y venir por el tiempo.

    Felecitaciones..Buena terminación.
    maría Esther Robledo

    ResponderEliminar
  8. No viví en esa época pero realmente me trasladó tu relato. Aparte me identifiqué con esa niña. Besos! Alfonsina

    ResponderEliminar
  9. Que niña tan guapa y tan formalita. Con una gran mundo interior , como luego demuestra al escribir así esos recuerdos. Me gustaría conocerte y pasear por la playa sin hablar de nada ,después de tomarnos un vermout en Tamarises ( Playa de Ereaga en Getxo-Bizkaia. País Vasco-Europa ) Un saludo de Javier Francisco.

    ResponderEliminar