sábado, 19 de octubre de 2013

Carlos Arturo Trinelli



                         Serie MUJERCITAS :  1.-LILY                                          



     La vida es sorprendente quizá sea por eso que péndula entre nuestra propia realidad y nuestros sueños mal llamados ficción. El sueño y la vida son las dos caras de la misma moneda. En el momento de escribir éstas líneas estoy en el plano de la vida. No siempre se tiene memoria del otro plano cuando se produce la dicotomía del ser, del ser sin alma. Hay descubrimientos que más vale no hacerlos y sin embargo, parecieran pistas de una inteligencia atávica reservada a las personas sensibles. Sensibilidad que es amor. El amor es debilidad en un mundo preparado, solapadamente, para el odio. Existe siempre la tercera vía, el vicio. Soy un vicioso. Consumo alcohol y opiáceos y estoy enamorado, enamorado de Lily. Lily, después el mundo, pero ¿tiene alma Lily?
     Cuando comencé con esta duda decidí (no fue fácil, debí vencer cierta aprensión) aprender la técnica del taxidermista una forma profana de rescatar el alma. Vaciamiento y relleno, canicas ciegas que simulan el mirar. No los quiero sorprender, el lector entrenado sabe ya dónde voy, solo quiero… ¿justificar? No sé si es la palabra y seguro no lo es, los opiáceos cumplen con cualquier justificación y es que a su influjo se hallan las justificaciones de la sensibilidad.
     Lily tuvo alma, un alma alegre, un cascabel que despertaba los instintos pero se fue apagando con la pragmática de los años algo así como en la química de la vida, acidulando (desconozco si no es un neologismo y hasta suena gracioso el verbo acidular por más que lo exprese con un gerundio, disculpen ustedes, lectores, mí  ignorancia, no tengo pretensiones literarias, es solo un testimonio).
     A Lily la atropellaron los años, la atropelló la vida y cuando eso sucede y no se es sensible aflora el escepticismo, aflora una especie de rencor por la incertidumbre del futuro y no permite disfrutar el presente. Se me ocurre una figura que representa el concepto, una lata de pintura derramada sobre nuestro cuerpo, soy yo, pero de otro color y la densidad de ese color opaca el alma ¡qué locura!
     Tuve la sensación que todo esto había ocurrido en cualquier tiempo y tome noción que el tiempo no sabe del tiempo, las cosas suceden y hay que aprehenderlas.
     Seré breve, maté a Lily. La embalsamé con una flexibilidad sorprendente, la  doté de una mirada especial similar a la que me enamoró y todo regresó a sus orígenes, el amor.



                                     Serie Mujercitas: 2.- ÑATA

     Estaba sentada de frente a mí, mesa por medio. Era una mujer enigmática. Se me ocurrió este calificativo frente a su aspecto que tuve tiempo de observar, tiempo y desparpajo porque me sentí atraído de inmediato. Vestía de negro, el cabello lacio, también negro, le rozaba los hombros y un flequillo rolinga le cubría parte de la frente. En ese paisaje los ojos le brillaban como los de un pájaro, un brillo de profundidad negra. La nariz era la de una efigie egipcia, pronunciada y delgada como un pico, de ahí la idea del pájaro. Los labios eran finos y pintados de un rojo intenso que los destacaban del conjunto. Yo la miraba y ella no lo hacía, sin embargo, se sabia observada, lo noté en sus gestos, alisarse el pelo, erguirse en la silla adelantando los pechos, alguna sonrisa solapada en respuesta a algún mensaje del celular, pequeñas pistas que me llevaron a un intento de avance con una broma, le sugerí con señas hablar por celular, sonrió y me dijo que era más fácil si me sentaba a su mesa. Confieso que me desconcertó, hice un esfuerzo por disimularlo y me presenté de pie ante ella que me miraba con indiferencia. Le dije mi nombre, ella omitió el suyo y me senté sin más. Te voy a explicar, dijo, estoy trabajando y me dejaron de garpe. No pregunté y ella fue directa, la tarifa…, supe a que se refería y sin embargo, me costó entenderlo pero para aventar las dudas cerró con su cara egipcia imperturbable, aquí a la vuelta hay un telo ¿querés que vayamos?
     Me excusé en colores variados que tornaban al rojo, rojo en las orejas, rojo en los pómulos. Creo que dijo que no había problemas como si cerrara la cortina de un quiosco. Me incorporé y me fui entre las mesas hasta hallar al mozo y pagué mi consumición y la suya. Salí, caminé unos metros y regresé lo más pronto posible para evitar el cierre de la oferta. Sin inmutarse me vio entrar y caminar hacia ella. Solo dije vamos y nos fuimos. Nada original ocurrió en el hotel salvo que desnuda era más enigmática que vestida y que fue la primera vez de una larga serie de encuentros, es decir, me hice cliente. Por cada vez que nos encamamos me dio un nombre distinto. Mintió, o no, que ahorraba para viajar a Los Ángeles para trabajar en la industria del porno. Que estudiaba actuación en un instituto. Yo también conté algunas cosas, nunca la obviedad de que me encantaba estar con ella, quizá debiera haberlo dicho al fin era una efigie humana. Un día no vino más, no la vi más. Enseguida recordé que en el último encuentro me había dicho, hoy, llamame Ñata, se estaba despidiendo con la verdad.


4 comentarios:

  1. Como siempre Trinelli sorprende. Primero creí que era Lucy ( teorías antropológicas) Me parece perfecta la solución , así puede amarla cuando desee.
    Muy bien hecho con Ñata . no hay que discriminar . Como siempre disfruté con su lectura amena. Lo abrazo.

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  2. Personaje prototipo del hombre de hace unas décadas -por lo menos eso espero- muy bien caracterizado en ambos cuentos. Creo que la frase del segundo "al fin era una efigie humana" caracteriza al hombre que descubre con sorpresa que la mujer puede ser una digna interlocutora, aún muerta.

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  3. Particulares y originales descripciones con respectivas historias entretenidas y ágiles.
    Lily me sorprendió y me dijo mucho sobre esa clase de amor que no supera los cambios, y prefiere algo estable, inmóvil, un reinvento como Pigmalión ( escultura- taxidermia ).
    Y Ñata representa una realidad que todavía cuesta a algunos reconocer.
    Me encantaron ambas.
    Felicitaciones, Carlos y saludos.
    MARITA RAGOZZA

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  4. Estimado amigo, de los dos relatos creo que la ÑATA es un círculo perfecto que se deja llevar sin contratiempos hasta el sorpresivo desenlace por tu aguda pluma.
    El de la Lily entretiene aunque sabemos que hay amores que matan.

    Siempre amenizas mi tiempo al leerte.

    Celmiro.

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