lunes, 5 de abril de 2010

 C. ARTURO TRINELLI
Breverías II

 Soledad al atardecer

NINTENDO
 
      Las rosas de cobre destellaban reflejos sobre el cemento del jardín. El abuelo, para evitarlos, colocó la silla, con el mullido almohadón de grasa, a la sombra de la parra de la que pendían redondas uvas de mercurio. Yo jugaba con mi balón de acero inoxidable y obligaba, sin proponérmelo, a que el abuelo debiera levantar los pies al sentir aproximarse la pelota. De pronto, me llamó y dijo:-Pequeño, veinticuatro años es una buena edad para conocer ciertos secretos.
      Miró a un costado como caía una uva y siguió:
-Jamás penetres en el barrio Marciano.
-Eso ya lo sé. Es imposible entenderse con ellos, dije con suficiencia.
-Yo lo hice y es lo que quiero contarte. Hizo una pausa y achicó los ojos como si pretendiera leer en la distancia del recuerdo y prosiguió:-Verás, apenas caminé sus calles, un fornido marciano me salió al paso y me dijo: Serebonterraquerenintendo. Sí, eso, no entiendo. Dije yo con entusiasmo por el descubrimiento de poder comunicarme. Nintendo, nintendo. Repetía el animal con los ojos en blanco y espuma en la boca, después se me abalanzó...Desde entonces uso el almohadón para sentarme. Nunca digas no entiendo. 
                                                     

PENA 
    
Los cabellos duros por la suciedad. La nariz pegoteada por los mocos. La mirada triste de toda tristeza. Los pómulos surcados por líneas de mugre por donde pasaron desganadas lágrimas. Las manitos de uñas negras y las palmas extendidas. El cuerpo dolorido de dormir en bancos o en el piso. Una constante languidez instalada en el estómago. Niñez abandonada. Como sus cuerpos al vicio del sodomita.
       
 REALIDAD 
    
Trató  de huir pero la pesada y extensa mano de la realidad cayó sobre él.
     Pensó  que la imaginación sería un adecuado refugio, sin embargo, en todos los senderos se enfrentó con ella.
     Finalmente se escondió en los sueños. Comenzó a volar cada vez más alto hasta olfatear los aromas de la nada. Su mente desbordó todos los pensamientos en el silencio. Con la vista se observó allí  abajo, un punto en el infinito, un objetivo recuerdo que se materializaba en los demás. Estaba muerto.
        

UNA  PAUSA 
  
Estábamos cansados, muy cansados. Tuvimos un día en que matar y ser muertos fue una constante. Cruentas peleas en todos los sitios. Viajamos por todos los medios, autos, camiones y también a pie. Todos conocemos a fondo la geografía de cada rincón. ¡Por suerte, ya pasó! Hace horas que unos juntos a otros permanecemos firmes y en fila.
   Como siempre, quedó un saldo de perdidos, quebrados y mutilados.
   Todos dormían, nadie nos vió, cuando rompimos la fantasía, nos abrazamos, dejamos a un lado las armas y mochilas y nos sentamos un rato.
   Cuando los niños despierten y se acuerden de nosotros retomaremos nuestro eterno destino de soldaditos de juguete. 
                                                                                  

4 comentarios:

  1. Abre sonrisas leer tus breverías y en la profundidad de lo escrito hay una frase que me deja tuerto "entre matar y ser muertos"
    Con afecto
    Celmiro Koryto

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  2. " comenzó a volar cada vez más alto", te regalo estas palabras que son tuyas ( ya no) y definen la condición de estos escritos en breverías, alegres, justos, agradables. saludito. susana zazzetti.

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  3. Las cuatro breverías de Trinelli son cuatro mundos diferentes... Estos minicuentos tienen el "estigma del autor", profundidad y lenguaje adecuado, en un estilo síntesis que debe "decir" apegado a la forma y el contenido. Excelentes, amigo...
    Andrés

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  4. Totalmente de acuerdo con vos Andrés, los minicuentos de Arturo tienen el estigma del autor. Y se disfruta, porque cuando uno se acomoda para leer sus cuentos o sus relatos o estas breverías, ya va con la picardía en la cabeza, sabe que Arturo puedo sorprendernos de cualquier modo, desde la sonrisa a la melancolía, o nos atravesará con una idea potente y transgresora.

    Lily Chavez

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