miércoles, 3 de marzo de 2010

Poemas de Aurora Reyes



Luz





Aurora Reyes (1908 - 1985). Poeta y muralista mexicana. Aurora Reyes nació en Hidalgo del Parral, Chihuahua, el 9 de septiembre de 1908, ciudad donde residió durante la primera etapa de la revolución mexicana. Su abuelo, el general Bernardo Reyes, murió durante el cuartelazo del 9 de febrero de 1913, hecho con el que se inició la llamada “Decena trágica” que culminó con el asesinato del presidente Francisco I. Madero y el arribo de Victoriano Huerta al poder. En medio de la revuelta, se mantuvo en riesgo la vida de los parientes cercanos al general Reyes, por lo que la familia de Aurora debió trasladarse a la ciudad de México. Su tío Alfonso Reyes fue invitado por Huerta a integrarse al gobierno como su secretario particular, pero el escritor prefirió exiliarse en Francia, a donde fue enviado en un cargo menor, como secretario de la Legación de México. En el Distrito Federal, la familia de Aurora sobrevivió gracias a la venta de pan en el mercado de la Lagunilla. Su gusto por la literatura y la pintura florecieron en ella a una edad temprana. Entró a estudiar en la Academia de San Carlos, perteneció a la Escuela Mexicana de Pintura y a la segunda generación de muralistas de México. En 1925, la galería ARS exhibió su primera exposición individual. Además de poeta y pintora, desarrollo un trabajo como ilustradora de libros, incluyendo los suyos, y los de escritores como Sergio Magaña, Concha Michel, Alfonso del Río, Magdalena Mondragón, Daniel Castañeda o José Muñoz Cota, entre otros. Fue maestra y dirigente sindical. Su compromiso social fue permanente. Impartía clases de dibujo y pintura, al tiempo que militaba en el Partido Comunista Mexicano, o ayudaba en la fundación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios para promover el arte entre los obreros. Ayudó en la creación de las primeras guarderías para hijos de maestros de educación pública, un logro alcanzado 1940. Participó también en el movimiento que exigió una reforma electoral para permitir el voto de la mujer. Aurora Reyes murió el 26 de abril de 1985 en el Distrito Federal. LA OBRA LITERARIA Su primer libro, Humanos paisajes, se publicó en 1953 por Ediciones Amigos del Café París y reúne 17 poemas: “Llanto a la tierra”, “Forma de mi ausencia”, “A veces hago un viaje”, “La hora del silencio”, “La palabra inmóvil”, “Canción del agua niña”, “Danza en la playa”, “Canción de la primera lluvia”, “Es una ola”, “Lotería a colores”, “Estudios en otoño”, “Eclipse de siete lunas”, “Acuarela”, “Astro en camino”, “Teogonía campesina” y “Hombre de México”. Humanos paisajes incluye además uno de sus poemas mayores: “Estancias en el desierto” (que a su vez se divide en “Estancia del primer infinito”, “Presencia de la mañana”, “Mediodía desnudo”, “Dinámica del agua ausente”, “Tormenta del polvo”, “Parábola de la fatiga”, “Estancia del olvido”, “Arquitectura de la luna” y “Retorno al desierto humano”). Tres de los poemas de largo aliento se habían publicado antes en forma de cuadernos o plaquetas: Hombre de México (Ediciones de la Secretaría de Educación Pública, 1947); Astro en camino (Ediciones de la Secretaría de Educación Pública, 1951); y, Nueve estancias en el desierto (Editorial del Magisterio, 1950). En 1974 publicó el poemario Palabras al desierto en el libro Tres poetas mexicanos (Federación Editorial Mexicana) con Roberto López Moreno y Sergio Armando Gómez. Este volumen incluye algunos poemas de su libro anterior, pero agrega ocho nuevos: “Oración a la palabra”, “Madre nuestra la tierra”, “Recóndita espiral”, “A ti, marimba”, “Epístola a Fuensanta”, “Hay en el sueño un pozo”, “La máscara desnuda” y “Códice del olvido”. En 1981, la Delegación del Departamento del Distrito Federal le publicó Espiral en retorno, una compilación de su obra, donde incorpora un nuevo poema a su obra: “Cosecha estelar”. 

Ciego pie de tiniebla, vacilante,
avanza en el desierto de mi pecho.
Seguramente es el infierno.

Aquí dentro, convulso,
desbordando metales por mis ojos abiertos,
levantando mareas de veneno,
girando mariposas de cal y de ceniza;
frías caricias lentas estrellando mis huesos.

No sé si será el grito anudado al origen
que ha crecido gigante y le ha trascendido,
no sé si aquella niña en asombro que llevo
o una fotografía de lo que nunca he sido.

El ángel de la ausencia preside la agonía.

Tal vez sean los árboles que viven en mi sangre,
o colores inéditos,
o voces que no quieren apagarse conmigo.

Si hubiera luz, ascendería.

Mano de sombra danza por mi frente
más allá de la sed y del sueño.
Me protege un paisaje de pájaros inmóviles.
Si supiera tu nombre... ¡te llamaría silencio!

Cruzan desnudos ríos inconcretos,
pasos de arena fina, sal quebrada.
Me protege una cifra solitaria y geométrica
Si mirara tu rostro... ¡te llamaría distancia!

Seguramente esto es el infierno:
en muda dimensión desconocida
una sombra cayendo en pozo negro.

Si pudiera decir palabra limpia
de amor o de miseria, de olvido o de recuerdo.
Si pudiera sentir sobre mis párpados
mirada pura, voz indudable, firme transparencia,
sobre mi sien amarga...

¡Qué ala tendería!

Y pronunciar tu nombre impronunciable,
circundar tu inasible firmamento.
Imagen desolada del abismo,
sólo soy una forma sin espejo.




1 comentario:

  1. La poesía y el arte hace al hombre feliz, ante las frivolidades de los políticos.

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