C.ARTURO TRINELLI
Los Mejores Nueve Mediocres
La carta llegó un sábado y estaba dirigida al señor escritor Lotriski. La mayoría de las cartas que llegan son facturas a pagar por lo que ésta llamó mi atención. Además, se me otorgaba el título de escritor, actividad marginal que pocos conocían. La abrí, contenía las bases de un concurso latinoamericano de narrativa para hallar y premiar a los nueve mejores escritores mediocres del Continente. Los ganadores viajarían con todo pago a recibir el premio, cien dólares, a Los Ángeles...Chile. Además, la participación era gratuita.
Según el impreso había sido elegido para participar por mi trayectoria mediocre en las letras de mi país. Trayectoria avalada por un primer premio nacional de narrativa corta organizado y entregado por la agrupación literaria El Manco ( supongo que en referencia a Cervantes). Recordé aquél premio, una plaqueta de acrílico y la edición de un libro propio de sesenta y cuatro páginas que nunca se concretó.
Si aceptaba participar debía enviar un correo electrónico a una dirección indicada y escribir en asunto la palabra SI y en un adjunto mis datos personales. A partir de ese momento disponía de nueve días para enviar a otra dirección un escrito que no superara las nueve carillas. Un jurado compuesto por nueve miembros se expediría en los siguientes nueve meses. Después el suelto explicaba el por qué de la elección del número nueve y ahondaba en disquisiciones acerca del número tales como que Pitágoras sostuvo que el nueve es el océano en el que se mueven todos los números.. El nueve es el primer cuadrado de un número impar. Cualquier número multiplicado por nueve da como resultado otro número cuyas cifras suman nueve o un múltiplo de nueve. Nueve es el número de meses de la gestación humana y entre varias cosas más terminaba que uno sueña cuando se va a hacer nono. Con tamaña presentación enseguida supe que iba a participar. Cumplí con el trámite del correo electrónico para confirmar. No es lo mismo ser un mediocre a secas que a uno lo premien por ello.
Mi sábado tenía un horizonte. Ahora tenía que seleccionar algún material y adaptarlo a las bases. Hacia la tarde había decidido escribir algo nuevo. Decidirlo era fácil el tema era concretarlo y para ello debería vencer la inercia de la inacción. Cosa que no pude en lo inmediato. Recordé el diario de Mario Levrero previo a La Novela Luminosa y decidí imitarlo.
DÍA 1
Sentado en la cocina con la luz de la ventana sobre el cuaderno y para no sufrir el encandile de la hoja en blanco comencé este diario de la inacción y el pensamiento.
Los que saben que intento escribir me proponen que lo haga directo en la computadora pero yo prefiero el papel ya sea porque en la computadora el teclado me queda bajo y me duele la espalda o porque me resulta más práctica la vieja usanza. Además, estar sentado por estarlo es más cómodo en la cocina. La ventana deja pasar la luz justo sobre el cuaderno, tiene la desventaja que me distraigo. Los perros que hacen cosas contenidas en ésas cabezas y que me hacen reir o algún pájaro que se posa en las ramas del limonero o de tanto mirar la pared opuesta mi mente huye por recuerdos y me voy lejos. A veces cerca cuando la vecina cuelga ropa en su terraza lindera con mi patio. Es una hermosa mujer y observo que el ignorar que es mirada la hace más bella. Más que nada en verano cuando sube en bikini o en ropas que traslucen sus atributos pero ahora es invierno y no subió para nada.
Comencé a beber un whisquicito con soda, lo tengo prohibido por la presión. Me conformo con que es uno y luego lo haré con que son dos, si llego a los nueve ( número emblemático de mi esfuerzo) me tendré que ir a la cama.
DIA 2
Dormí relajado y cuando me desperté ( sonó el teléfono) ( no atendí) tuve el recuerdo de algo que leí en el libro Estambul Ciudad y Recuerdos de Orhan Pamuk y que al leerlo confirmé que hay cosas que ocurren en cualquier sitio o al menos ocurrían en el pasado. Pamuk nació en 1951 y yo en 1950. Voy a contar lo mío ya que lo de él pueden leerlo en su libro.
Tendría ocho o nueve años ( de nuevo el nueve) (voy bien) no preciso la circunstancia pero hojeaba una revista Life que estaba en mi casa con fotos de la posguerra y en una, creo que en Italia, unos chicos jugaban entre escombros. Uno de ésos chicos era muy parecido a mí pero además recuerdo que vestía una tricota negra de cuello tortuga igual a una que por ésos años me había tejido mi madre. La cara, el pelo rubio con un jopo, las piernas en extremo delgadas ¡era yo! Yo en la Italia devastada por los bombardeos. Me impresioné a tal punto que me atreví a contárselo a mis padres.
Siempre hay alguien parecido a uno, dijo mi padre y eso dio pie a que la conversación naufragara en historias de gentes que se parecían.
DÍA 3
Hoy es lunes sobre este día mucho se ha teorizado por culpa de vaya a saberse qué organización que hizo recaer sobre él el comienzo hábil de las semanas. Saramago, con su lógica implacable, indica que tendrán un mal lunes aquellos que no tuvieron un buen domingo. En mi caso los lunes me levanto decidido a que transcurran rápido. Lo que me resulta difícil de evitar es esa especie de bilis negra, conocida como melancolía, se apodere de mi los domingos a la noche cuando es inevitable que se rompa el hechizo de mi intento de ser artista por un fin de semana.
Tuve dos ideas sobre las que escribir, una sobre un jugador compulsivo que vive con su madre, soltero, de más de cuarenta años, que hace ocasionales trabajos de pintura y que le roba el sueldo a la madre para poder jugar, lo pierde y para reponerlo le pide dinero a un usurero de avería pero antes de devolverlo sin que su madre se percate intenta ganar en el casino y por supuesto vuelve a perderlo. Tomé algunas notas pero concluí que se me iría demasiado largo.
La otra idea trata sobre un vampiro original, un vampiro literario. Un individuo que secuestra escritores (¿mediocres?) y los obliga a escribir hasta que fenecen lapicera en mano y de esa manera el vampiro posee la vida y un libro inconcluso como la eternidad.
Ahora que escribo esto me parece una idea genial y oportuna para el concurso. Mañana cuando regrese del trabajo comenzaré la escritura.
DÍA 4
Sin novedad. Intento acometer mi escrito El Vampiro Literario o Historia Mediocre de la Eternidad , no, mejor El Vampiro Literario, el otro título va a generar una expectativa que intuyo no podré colmar.
DÍA 5
Sin novedad. Estoy empantanado, si bien localicé el escenario de la guarida del vampiro, (un frigorífico abandonado sobre la calle Yatay) me enredé en como se relaciona con las víctimas. Me quedan cuatro días para terminar el escrito, pasarlo a la máquina, corregirlo y enviarlo, además de tener en cuenta en el día nueve la diferencia horaria con Los Ángeles.
( y si el vampiro fuera Borges ¿sería irrespetuoso?)
DÍA 6
Solucioné varios asuntos. El vampiro convoca a sus víctimas a través de avisos en internet. Otro tema, no es Borges, muta su persona y con cada víctima adopta la forma de un escritor distinto.
Los persuade que escriban, con ese poder hipnótico que tienen los vampiros, como único medio de salvar sus vidas. Vidas que se salvarán solo en el testimonio de la escritura en el libro. Una metáfora de la eternidad.
Cómo tratar el tema de los que se retoben en cumplir el designio.
DÍA 7
Hoy no pude avanzar, se me fue el tiempo útil. Miré un partido de fútbol en la televisión. Lo que sí decidí no tratar el tema de los que se rebelen y basarme en exclusiva en el carisma del vampiro. También bebí un poco de más.
DÍA 8
(Día de artista tiempo completo). Releía lo escrito, tachaba y agregaba y comenzaron las interrupciones. El teléfono, no atendí. El parpadeo del mensaje grabado era como un imán que me atraía igual que el carisma del vampiro. Hola pá, quería recordarte que hoy nos reunimos en casa, vienen todos, incluída tu ex, es decir mi mamá, jajaja, no faltes.
Era mi hija fatal organizadora de reuniones familiares. Acababa de perder parte de la noche. Enseguida sonó el timbre. Eran tres testigos de Jehová, dos hombres y una mujer. Ellos en camisa y corbata con sendos portafolios. Ella con una Biblia y panfletos en la mano. No me interesa. Le podemos dejar un folleto, dijo la mujer testigo. Déjelo en el buzón. Conocía el truco, si salía a tomarlo debería tolerar el “atestiguamiento” de sandeces.
Volví a mi mesa, a la luz de la ventana y el culo de la vecina en la terraza y los pechos que se alzaban en el movimiento de colgar la ropa y una franja de cintura que quedaba al desnudo y...me vio, buen día, simulé un saludo devuelto en el misterio de su sonrisa.
DÍA 9
Regresé bastante bebido y me acosté sin quitarme la ropa. La pasé bien con mis hijos y nietos pero mi ex me irrita y lo peor es que no lo hace adrede.
Es momento de decidir, no terminé El Vampiro, es decir, lo terminé pero en bruto y pulirlo me puede llevar más tiempo del que tardé en escribirlo. No participo y chau, no necesito que me confirmen que soy un mediocre.
Tiempo de un porro y mirar feliz la terraza de al lado. Claro que un mediocre premiado es otra cosa. Ya está, mando éste diario. ■
Arturo en tono jocoso le das forma al mediocrismo literario de todos los concientes y una patada en el traste a todos aquellos que corren tras la fama de su ego.
ResponderEliminarCopiar al jugador de Dosto o al Vampiro de LA sombra... de Zafón...lo puede hacer cualquiera.
Texto ameno y sincero
Celmiro Koryto
no te tengo calificado como mediocre no sólo por esta narrativa tan bien llevada, con sus interrupciones telefónicas y su concepto de mediocridad, sino también por los relatos del bar que sigo esperando. un abrazo.
ResponderEliminarY...uno quiere que lo lean...y si recibe elogios mejor aún. Hasta los mediocres quieren ser leídos, no es así? Seremos todos unos exhibicionistas?
ResponderEliminares preferible ser mediocre conocido que famoso anonimo .
ResponderEliminarobvié mi nombre en el segundo comentario. mis disculpas. susana zazzetti.
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