ANDRÉS ALDAO
La cola*
Tiene un andar pausado; hace rato que camina y se siente fatigado. Es la primera vez. Se imagina dialogando con algún transeúnte ocasional: “Esta es la primera vez, ¿sabe?. Yo no entiendo nada de estas cosas, que quiere que le diga”. Y el imaginario interlocutor, que lo mira estupefacto, le dice un poco intrigado: “Pero cómo, ¿nunca anduvo en estas cosas? ¿Y de qué vivía, si se puede saber?”
Viene del pasado; de un mundo que nunca lo trató como “niño bien”. Los recuerdos le apelmazan la memoria. El barrio de la niñez; infancia de purrete pobre con pocos juguetes y muchas ilusiones. Amigos que quedaron en el camino; novias sin rostro esfumadas de la memoria. Y los viejos; inmigrantes en ese Buenos Aires cocolichero de la década del treinta. Todo se ve tan lejano, marchito, amarillo como antiguas fotografías que van empalideciendo con los años.
Supo de privaciones; zapatillas con el dedo gordo saliéndole de la proa; camisas con sabios remiendos que vencían al tiempo, hasta que los puños trepaban hasta los codos. Y aquellos cafés con leche y pan que succionaba en los antológicos tazones de antaño... Como si fuesen los tibios pezones de la vieja que le daba de mamar. “Pucha que soy boludo”. piensa
Ya está por llegar; percibe las palpitaciones y un cálido envión ácido le trepa por el esófago hasta provocarle un ardor insoportable. Mira hacia todos lados. Está caminando por Lavalle. Bordea los sesenta; erguido, todavía ágil, Julio ha recorrido un largo trecho en su vida.
Fresca noche de mayo. Se anuda el echarpe y protege sus manos con guantes de cuero. Poca gente en Lavalle; se detiene en Maipú. Quiere fumar pero no le quedan cigarrillos; Julio se recuesta en la ochava: no se anima a pechar.
Prosigue la caminata; su destino ya está a la vista. Viste un traje veterano, exhausto, listo para la jubilación. Los tamangos (como los llamaba el padre) acanalados por las rajaduras de la capellada; y las suelas, pobres suelas, parecían una feta de salame milán. Julio conoció épocas mejores.
Allí los ve; son unos veinte más o menos. Están haciendo la cola; tiesos, no conversan; algunos están apoyados en las vidrieras luminosas de Florida. La gente pasa y los observa con curiosidad. Julio se acerca a paso tardo:¿Aquí termina la cola? pregunta con voz pausada. Uno desde la fila, le dice que sí, y lo mira discretamente. Ocupa su puesto y no bien se detiene, una pareja se ubica a continuación. Parece que el negocio marcha, se dice a sí mismo.
Contempla a los integrantes de la cola. Gente de todas las edades, en especial gente mayor. Por allí adelante ve a un par de bolivianos que conversan entre sí. Uno de los que esperan está vestido como un dandy de los años cuarenta. El traje le queda un poco holgado y tiene anudado al cuello un lengue estrafalario. Las ondas del cabello canoso y la pinta lo hacen parecido a un antiguo actor de cine, un Florén Delbene envejecido.
Una tos dodecafónica lo devuelve a la realidad. La cola se ha alargado un poco. Julio echa un vistazo: otros seis o siete clientes la han engrosado. Algunos llevan abrigos y paraguas, otros están vestidos con sobretodos o tricotas descoloridas. Todos aguardan; se nota que les sobra el tiempo y la paciencia. Mira la hora en su longines, recuerdo de los buenos tiempos.
−A la flauta, ya se hizo la una de la mañana −opina a media voz.
La mujer que está detrás recoge el comentario. Dirigiéndose a su pareja le susurra suavemente:
−Estamos aquí desde las doce menos cuarto. ¿no es cierto, Floreal?
−Qué le vamos a hacer, vieja: tenemos que esperar. no tenemos más remedio −le contesta el hombre mirándola con pena. −Ayer a esta hora ya estábamos volviendo a casa; tené paciencia, no faltará mucho, vieja.
−¿Ustedes vienen a menudo? les pregunta Julio, animándose.
−Y sí; no nos queda otra.¿Usted sabe? Nosotros venimos desde Almagro, así que imagínese −le responde la mujer.
Julio asiente con la cabeza y se queda pensativo. Altri tempi, eh, viejo? Altri tempi. la pucha digo, viejo. Cuánto tiempo hace que te me fuiste: pero creo que ahora estamos más cerca que nunca, eh? musita en silencio.
La cola comienza a moverse. Se escuchan leves murmullos, vuelve la vida, la gente recobra el ánimo; se observan tímidas sonrisas. Julio descubre en ese muestrario de seres que hacen la cola un rasgo común y comovedor: son un fragmento de la condición humana, son sus hermanos. los vencidos, los sin esperanzas.
La corriente lo lleva; los primeros de la cola ya se están yendo. También el Florén Delbene arrugado, con la pinta de dandy de cartón, se va borrando por Florida al norte.
Se está acercando; llega por fin y también Julio estira la mano: el paraguayito del restorán le entrega la bolsa de plástico, colmada con las sobras del día. Se sonroja, le da las gracias y se pierde entre la gente que todavía pasea por Florida. Hacía dos días que Julio no comía. Mira el longines: las dos y cuarto. Es la primera vez. Su primera vez.
En Buenos Aires, modelo Menem, 1997. ■
* Un amigo de tiempos lejanos (mi alter ego) me preguntó si no había llegado la hora de volver a publicar mis cuentos y relatos: No estás editado en la Argentina, estás fuera del mundo literario, no vas a presentaciones o lecturas, tus libros son conocidos por personas amigas, colegas. El mundillo literario no es tan espléndido y generoso, nadie da nada por nada, todo tiene precio, hay colegas que tienen sus propios blogs pero ¡cuidado! no se te ocurra pedirles que publiquen algo tuyo. Aunque ellos no cesan de mandar sus creaciones... vos sos el negro de los mandados, el gil a la tercera potencia.
Entonces, le pregunto, ¿qué debo hacer? ¿tirar la toalla? ¿no escribir más? ¿ponerme a llorar? ¿suicidarme?
No! Publicate, sacá a luz tus escritos, usá el blog para hacer una revisión retrospectiva de tus escritos. Hay mucha gente que no conoce tus relatos, que jamás los leyó, rescatalos del infierno del dolce farniente y que los lean y conozcan. Fijate que hay troncos que se la pasan pidiendo comentarios, que les hagan reportajes, se cuentan una cow boys e indios sobre la época del proceso y resulta que jamás hicieron militancia.
Publicá, Andrés, haceme caso. (Diálogo interior, reflexiones de un alter ego robinson crusoe en tierra de nadie).
Escribí tres veces este comentario. Sabés que no puedo repetir lo que digo porque escribo con lo que va saliendo del alma. Una vez más admiré tu texto, una vez más lo leí con placer. Pero quiero referirme a las reflexiones que dice su autor con posterioridad al escrito. Tanta razón le doy cómo tantos kilos de justicia le agregaría si de mi dependiera. Recibimos una revista que es un lujo, (mirona soy para esas cosas) y no repiten los paises al descuido, ni los autores, ni los temas, les ponen la tipografía que a su criterio es la que mejor queda, las ilustran con cosas bellísimas que no sé ni de dónde las sacan. Hacen un trabajo tremendo!!!!
ResponderEliminarEsta revista tiene algo diferente y es que es tremendamente humana (oigo murmumullos de burla deslizándose por ahi, pero van a escucharlos ustedes también despuès de un ratito) Esta revsita tiene como ninguna otra un corazón vivo, un corazón que sangra.
Casi todos nosotros tenemos lugares en dónde publicamos y hay muy pocas cosas de Andrés o de Ester en ellas. Mi argumento, tonto y pueril es que no se merecen estar en dónde yo escribo, mi blog no es digno de otros autores. Suficiente con los palos que le doy a mis pobres letras.Sólo tengo escritos de agradecimeintos o con grandes barullos cuándo estuvo en vivo en la radio.
En quechua hay siete pronombres, hay dos "nosotros", los nosostros de adentro y los nosotros de afuera. Voy a usar en este caso en nosotros de adentro. No creo que seamos solamente unos egoístas distraídos, creo que también somos un poco torpes. Demasiado padre es Andrés y siempre parece que nos diera todo servido.
Me hago cargo de toda las cosas que hice, hago y seguramente seguiré haciendo mal, pero me gustaría arreglarlas aunue sea un poco.
Propongo que el nombre del blog lo elija Andrés y que publiquemos allí cosas de su autoría o cosas que querramos regalarle de otros autores para su placer.
Tengo el perfil de Natalia Ivanovna en mi mano y es un texto que es para mucho más allá. Lo llevé una vez a una charla, todo el mundo se quedó encantado. ¿se creen que le conté a Andrés lo que había dicho la gente? No. La batata me puede más veces de las que creo. Sólo le dije una vez que algo que mandé al colegio de mi hermana lo recibieron muy bien y con muchas ponderaciones, Nada me dijeron por escrito sino se lo hubiera reenviado.Cosas como esas deben pasar muy seguido.
Creo que organizar algo es también un agradecimiento al inmenso trabajo que hacen Ester y las corresponsales.
Si alguien llegó hasta este espanto de largo sin dormirse o con la generosa paciencia de los tibetanos les pedirían que me ayuden,
Creo que Andrés Aldao se lo merece, demasiado a considerado él que nos merecíamos nosotros.
Mil disculpas por la largura. Traté de escribirlo mejor pero las ideas galopan y los duendes de internet también.
Los abrazo.
Mercedes Sáenz
Cada relato tiene su hora este del Longines te traba el segundero y el ayer es hoy y el hambre el mismo.
ResponderEliminarMas el sentimiento, ese devanador de lágrimas esta prendido a todos los relatos tuyos como un común denominador sin precio.
Celmiro Koryto
Falta una hache en ha considerado, pero se me voló tantas veces el coemntario que pido dsiculpas en este. Cómo esta revista es mágica seguramente hay un duende que no quiere que yo escriba para no dejarlos a todos ciegos, sirven de todas maneras estos renglones para aclarar que cuando no hago comentarios es porque quisiera hacérselos a todos o porque algo que estoy estudiando me saca los dientes de a uno y los pelos, también de a uno pero con una pico de loro.
ResponderEliminarLos admiro y los quiero a los que dejan sus textos y sus comentarios y yo lo hice por bastante tiempo. Soy muy bestia pero creo que para "UUUUUUUUU" de algunos intentaré estar presente de nuevo.
Lo bestia no se sale fácil y uno se divierte bastante con ella por eso cuesta tanto mandarla en penitencia.
Silencio.
y abrazo silencioso y chiquito
Por favor me encantaría oir respuestas o comentarios si no los hacen están esn su derecho pero para el 23 de noviembre podríamos tener organizado un regalo para Andrés.
ResponderEliminarAbrazo aunqeu no me conozcan.
Azul Zafra
Abrazos correspondidos. Y si es o pretende ser sorpresa. Nos conectamos por intermedio de nuestros mails personales?
ResponderEliminarA Andrés Aldao. Lo que no perdono es que haya introducido un nombre que instalado en el imaginario colectivo argentino, nos hace salir corriendo a buscar madera sin patas ( por la yeta)
Otro abrazo. amelia
Excelente el relato, lo que me admira es que no pierde vigencia, y ese vocabulario que dicta el lugar donde se está. Qué decir!! Excelente, como siempre.
ResponderEliminarLily Chavez
Y se va alargando la cola Andrés, Describes el tiempo, el dolor, tus recuerdos, Bs. As. Argentina,, Muy buena narración . Mi cariño
ResponderEliminarEsas explosiones son habituales... La soledad es buena y mala consejera. Cuando hablo de aquellos que tienen sus propios blogs pero jamás publican a los "otros" no pienso en personas como Mercedes Sáenz, Liliana Chavez, Martha Goldin o Marta Ravizzi, y otros etcéteras. Todas estas poetas y escritoras son generosas, amplias y magnánimas. Me refiero a "astros" y "estrellas" que bombardean sus escritos como "únicos", excelsos, sensacionales, y no tienen la menor pizca de verguenza pidiendo, "exigiendo", diría más bien, impulsivos y compulsivos, la publicación de sus obras. Y cuando pregunté en cierta oportunidad si puedo mandar una obrita para editarla, la respuesta fue clara, concisa y tajante: ¡No, esas publicaciones son MÍAS!
ResponderEliminarPerfecto, desde ese día en Artesanías Literarias se publican los trabajos de LA BUENA GENTE...
Mis observaciones "rabiantes" nada tienen que ver con los colaboradores y lectores de esta publicación.
Ahhh: muchas gracias por los comentarios a mi narrativa, gratificantes y hechos desde el alma.
Creo que están escritos con total objetividad y siento necesidad de agradecerlos públicamente.
He resuelto dar a conocer mis escritos, sin abusar pero estoy en el cruce del largo pasado con el presente y el inmediato futuro, cuya extensión depende del destino.
Es reconfortante leer los comentarios que intercambian los colaboradores, lectores y corresponsales formales e informales de esta revista. Muchas gracias a todos.
Andrés Aldao
Andrés,es todo un aprendizaje seguir su escritura, mucho talento, un lenguaje que le es familiar, unas historias que suenan muy vívidas. Y la realidad de todos los tiempos. Felicitaciones
ResponderEliminarLalo Ledesma.
Muy dramático el cuento, Andrés. Y vívido, para quienes no participamos de la fiesta menemista.
ResponderEliminarY me parece realmente bueno y justícimo que difundas tus trabajos, aunque lamento que no te sientas retribuido en la generosidad que ofrecés. En fin, a mi edad empiezo a creer que sólo se trata de intentar construir justicia, a como de lugar... Un abrazo
Querido Andrés.
ResponderEliminarPrimero que nada, una vez más tu relato me conmueve con su realidad tan actual allá y aquí, y esa forma tuya de narrar, tan ágil y cálida.Cómo quisiéramos no tener esas colas...además me vas mostrando tu B.aires, tan grandioso y tan herido a la vez (ciudad que amo)
Lo segundo, tu otro texto: sí, desgraciadamente estamos poblados de egos,"floreritos centro de mesa" y demáses, que difícilmente abren espacios para otros. Como dice Mercedes, Artesanías es un lugar especial,porque además de calidad, tiene un corazón, un gran corazón.
Aquí se repite la experiencia, aquí los círculos son muy cerrados y la mayoría se cree ser el mejor ( tal vez, consecuencia de tener dos nóbeles de literatura)Yo tengo mucho más cercanía con Argentina, allá he tenido un reconocimiento que me ha sorprendido, prueba es tener un espacio para publicar en Artesanías y en Mis poetas contemporáneos, en cambio aquí en Chile casi no aparezco, tampoco tengo blog personal, pero bueno, esto no es para hablar de mi, sino para destacar que a pesar de todo, ustedes son increíblemente más generosos, abiertos, cercanos. Respecto a publicar tus textos...SÍ, hay que hacerlo, estoy dispuesta a colaborar en lo que pueda.Y, sí Andrés, a pesar de todo hay mucha BUENA GENTE, y afortunadamente existen imanes mágicos que las reune, entre ellos, Tú, Ester, Artesanías.
Esto salió largo, y si lleva errores es porque también nació espontáneo, desde el alma.
Un beso muy, muy cariñoso.
Juany Rojas, desde Chile
adhiero a los comentarios objetivos y cariñosos anteriores. Creo haberte dicho que sos un narrador de excelencia, con temas concretos , realidades que tocamos con la mano a cada rato, crudas, impiadosas. que suelen suavizarse con tu talento poético y tu increíble manejo de personajes y situaciones. siempre un placer leerte. susana zazzetti.
ResponderEliminarQué relato bien llevado, la descrpción de Julio es buenísima, atrae. Y el final te deja en los sentimientos una leve tristeza.Felicitaciones maestro.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
A Juany Rojas, a quien Ester y yo tuvimos el placer de conocer en marzo de 2009 en el Jardín de Palermo de Cris Villanueva: definí a BsAs en mi libro de cuentos Calles Empolvadas de Recuerdos, como la urbe "húmeda, atroz e irrepetible". Es lo que siento pienso admiro de mi ciudad cuna. La Reina del Plata es acogedora, muy particular, su gente vive en un deleite esplendoroso y de pronto, ¡záz! el desastre. Es el signo de todas las grandes urbes...
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Chilenita Poeta.
Andrés
El texto lleva la impronta inconfundible de Andrés, el lenguaje, las descripciones y el dolor de lo social y aporta testimonios que superarán al tiempo.
ResponderEliminarPor otra parte, sostengo que Artesanías es mi lugar en el mundo es decir, yo soy artista exclusivo de Artesanías (broma) Los abrazo a todos, Carlos Arturo Trinelli