jueves, 1 de diciembre de 2011

José Judkovski: CESAR TIEMPO: Judío, Porteño, Universal




“… cerremos un instante los ojos y evoquemos los días venturosos de la aldea natal”.
                                     César Tiempo, “Versos a Tatiana Pavlova”

preguntamos: ¿Cuál ha sido la “aldea natal” donde transcurrieron los “días venturosos” de César Tiempo?
¿Acaso la calle Scakóvaia Úlitza Nº 8 en Ekaterinoslav (rebautizada Dniepropetrovska) en Ucrania, donde nació el 3/3/1906?
¡Imposible! Ese mismo año sus padres: Don Gregorio Zeitlin y Doña Rebeca Porter, emigraron y se instalaron definitivamente en Buenos Aires. Llegaron en el “Cap. Roca” el 12 de diciembre de 1906.
¿Acaso en Entre Ríos Nº 1583, donde habitó de niño? Es muy probable. Vecino a su casa, se encontraba“Talleres Gráficos Porter Hnos”, perteneciente a sus tíos, hermanos de su madre, donde el jovencito Israel trabajó como tipógrafo.
En esa mítica imprenta, donde se editaban, entre otras publicaciones, el periódico “Martin Fierro” y la revista“TVO”, se reunían diariamente hombres de la gran cultura popular: José Betinoti, Juan Bautista Fulginiti (payador y autor de tangos como “Honor Gaucho”, con música de Agustín Magaldi), Bartolomé Aprile, Jorge Luis Borges, Omar Méndez, Horacio Rega Molina, Samuel Eichelbaum, Alberto Gerchunoff, Héctor Pedro Blomberg (poeta y autor de tangos como “La viajera perdida”, quien ocupaba  gratuitamente el altillo de la imprenta y allí dictaba sus clases de inglés) y tantos otros.
Sin duda que ese espacio resultó parte de su “aldea natal”, enriqueciendo su espíritu  entre cantos, recitados, guitarreadas y algún tintillo.
También creemos que otros espacios de Buenos Aires integraron su “aldea natal”, como la “Librería y Editorial Manuel Gleizer” donde trabajó y se editaron sus primeras publicaciones. Así como se editaron las primeras publicaciones de hombres que llegarían a integrar la gran cultura de nuestro País: Jorge Luis Borges, Raúl Gonzalez Tuñón, Enrique de Vedia y tantos otros. Libros que Don Manuel se ocupaba personalmente de vender en tranvías y cafetines, tal como luego haría Don Vicente Bucchieri, creador de la inolvidable revista “El Alma que Canta”.
Sin duda, esos espacios integraron su “aldea natal” y ocurrieron días venturosos para él, forjando su alma culta, fina, sabia y rantifusa, junto con su amor sin límites hacia Buenos Aires.
Sin embargo, consideramos que ese espacio porteño no ha sido toda su “aldea natal” . Sólo un sector donde transcurrieron sus “días venturosos”.
Es que César Tiempo descubrió la globalización mucho antes que las Instituciones científicas y financieras.
Influido por los genes de sus ancestros, judíos errantes de los cuales jamás renegó, se integró a “la aldea global”, fascinante mundo que permanentemente descubría, admiraba y asumía.
César Tiempo fué un andariego, en el sentido espiritual de aquel que deambula por el planeta, deseoso de establecer el mágico vínculo de la conversación.
Vínculo magistralmente registrado por su cofrade Bernardo Kordon a través del linyera Juan Tolosa, en su premiada novela “Horizontes de Cemento”, cuando contemplando el alienado y ridículo correr de los habitantes del centro de Buenos Aires, piensa:
“Hay una raza de gente que va muy tranquila y muy segura, convencida que nunca se morirán, muy contentos de ellos mismos…¡Brutos finos! No saben nada de nada… no saben que lo importante de un hombre es compartir un trago para contar sus cosas a los otros y escuchar de ellos las suyas”
César Tiempo fue un andariego en búsqueda afiebrada de la Belleza, la Verdad y la Justicia. Parafraseando a su admirado Héctor Pedro Blomberg “tenía la sangre de los nómades y el dulce mal de andar”, que lo sentenció a cumplir y comprobar la máxima de Miguel Cervantes, por cuyas venas corría también sangre del Exodo:
“El andar tierras y comunicarse con diversas gentes, hace a los hombres…discretos”.
¡Ahora si! Ahora estamos convencidos que “la aldea natal” de César Tiempo, donde transcurrieron sus “días venturosos”, no tenía fronteras.
Su espíritu se alegraba y alimentaba en contacto con José Betinoti, Cátulo Castillo, Marcel Marceau, Martín Buber, Ulyses Petit de Murat, Nicolás Olivari, Golda Meir, Jean Paul Belmondo, Igor Stravinsky.
¡No había fronteras para el espíritu universal de César Tiempo!
Bebía extasiado la sabiduría de artistas como Igor Stravinsky, abogado matriculado  que jamás ejerció como tal, salvo cuando tuvo que defender a los gritos su inmortal “Consagración de la Primavera, punto de inflexión en la música del siglo XX, sabedor que solo aplicando la máxima de Dostoievsky: “Ertzo Eto Glavno” (El corazón es lo importante) podía enfrentar a los necios quienes en su ignorancia exigen que el artista muestre sus entrañas.
¡Esa fue su “aldea natal”!
En el contacto con hombres y mujeres que sostenían sobre sus hombros al planeta, siguiendo la metáfora de sus ancestros que sostienen que el mundo recae sobre los hombros en cada estadio histórico, de treinta y seis justos.
Su relación emocional con figuras como Golda Meir, Lanza del Vasto, Edgar Allan Poe (no importaba si por arbitrarias razones de calendarios no pudo conocerlo personalmente) le permitía comprobar la grandeza de Cátulo Castillo, Carlos de la Púa, Julián Centeya y tantos de nuestros artistas sanguíneos, llenos de lirismo
Digámoslo con claridad: César Tiempo fue hombre judío, porteño y universal.
Poeta, periodista, ensayista, autor teatral, guionista cinematográfico, actor, su vida y su obra reflejan su ser: judío, porteño y universal, consiguiendo con ello que podamos entender en toda su profundidad, que es eso que llamamos: “el ser argentino”. Concepto que personajes siniestros como Hugo Wast y Julián Martel jamás entendieron, obnubilados por la fiereza del odio al “diferente”.
¡Cómo un espíritu universal como César Tiempo no iba a reconocerse como un judío cabal! Si así no hubiese sido negaría a su admirado Marco Tulio Cicerón, hombre anterior a la era cristiana, quien sostenía que resulta muy tonto ignorar nuestro pasado, ya que si lo olvidamos, o peor aún, si desconocemos de donde provenimos, viviremos permanentemente en estado de niñez.
Por ello decía César Tiempo:
 “Desciendo de Profetas y “kuenteniks”. Soy judío por todos los costados de mi ser… (pero) llevo adentro los compases de un tango”.
 Vivió “embarrado” en tangos, como el parmesano Julian Centeya, el asturiano Joaquin Gomez Bas, el polaco Szymchia Bajour, los “tanos” Ignacio Corsini y Alberto Marino, el ruso León Untroib y el francés Carlos Gardel.
 Hay un documento donde César Tiempo expone, junto a su fino humor, su absoluto “ser argentino”. Es la carta donde acepta ser nombrado Académico de Número de la Academia Porteña del Lunfardo:
 Bruselas, 24 de febrero de 1964
 D. Jose Gobello
Querido cofrade:
 ¿Qué clase de esquenunes son que me sacuden una comunicación con fecha 23 de diciembre del año que ya palmó, dos meses después de firmarla. Recién la recibo.
Bueno me descapelo emocionado ante la noticia del nacimiento de la Encademia y agradezco el honor, mas que inmerecido de ocupar uno de sus sillones. No se hasta dónde podrá serles uútil un pastenaca de mi calibr . Pero si ustedes creen que puedo estar a la altura de las circunstancias , Dios les conserve el optimismo , cuenten entera y filadelficamente con el sottoscrito.
Hágame conocer, mi querido Gobello, los nombres de los demás inmortales, béseme en ambas mejillas al gran Presidente, amigo “far away/and long ago”, y reciba un abrazo de oso con la mejor calidad de nostalgia, de este judio rante y errante que lo recuerda siempre.
 César Tiempo es un vivo ejemplo de una de las raras paradojas judias: capacidad para colonizar culturalmente y a su vez ser colonizado. Aceptar fielmente las tradiciones ancestrales y al mismo tiempo ser“conquistado” por los matices de la vida cotidiana, fundamento de toda cultura popular, de la tierra donde, voluntariamente o no, se convierte en su residencia.
 Así ha ocurrido con Alberto Gerchunoff, León Untroib, Boleslao Lewin, Jacobo Fijman, Dino Jarach, Symchia Bajour, entre otros.
 Poeta porteño y al mismo tiempo el poeta del Shabat.
 Creo que todo su poemario, desde “Clara Beter” en adelante, es una permanente metáfora para festejar el Shabat.
 “Hoy habla Di-os por nuestras pobres bocas y en la fiesta común, somos hermanos”.
 dice en su premiado “Libro para la pausa del Sábado” del año 1930, al que siguieron “Sabation Argentino”(1933), “Sábadomingo” (1933) y “Sábado pleno” (1955).
 Desde muy joven, con apenas trece años (recordamos que en el judaismo, trece años es la edad para asumir responsabilidades y con ello hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones) decide contraer enlace con la literatura, hecho que - según sus palabras - es la unión definitiva con la miseria.
 Creemos que el hecho de esta unión definitiva ocurrió en Mayo de 1916, cuando su padre le comunica, acongojado, la muerte de Scholem Aleijem. Tal fue el impacto en el joven-niño que cayó desmayado. La consecuencia del desmayo, recordaba César Tiempo: “no me dejó idiota pero me dediqué a la literatura, que en resumidas cuentas es lo mismo, ya que es elegir un modo de vivir que no da para vivir”.
 Toda ironía sobre uno mismo, esconde algo de dolor y bronca. Por ello recordaba al poeta, dramaturgo y novelista francés: Alfredo De Vigny, quien enojado ante la miseria que acorralaba a los poetas gritaba:
 “¿Acaso no tendremos entre los millones que dilapidan, un techo y un pan, para los que intentan vivir con ideales? ¿Hasta cuándo les gritaremos: padece, desángrate, muere?
 Idéntica reacción manifiesta César Tiempo en su inmortal: “Arenga en la muerta de Jaim Najman Bialik”:
 “¡Cuidado con los poetas cuyos puños golpean sobre las mesas de los verdugos!”
 Voces inclaudicables de la belleza y la justicia, los poetas viviendo en miserias y abandonos, generaban en César Tiempo dolor, como ocurrió en las muertes del poeta José Gonzalez Carbalho, una de nuestras voces líricas mayores del siglo XX y la del músico Eduardo Pereira, el “Chon” Pereira, compositor de tangos inolvidables: “El Africano”, “Madame Yvonne”, “Gorriones”, cuyo cadáver fue descubierto tres dias despues de su fallecimiento, en una miserable choza donde habitaba solo y abandonado.
 Es que César Tiempo llevaba en sus entrañas las enseñanzas de dos de sus grandes maestros: Miguel Cervantes y Scholem Aleijem: sentimientos de piedad y el sinsentido de las injusticias.
 El año 1926 resultó un año de extraordinario fervor creativo en nuestro País. Salen a la luz:
 - “El juguete rabioso” de Roberto Arlt
o                                               “Los desterrados” de Horacio Quiroga.
o                                               “La musa de la mala pata” de Nicolás Olivari
o                                               “Nadie la conoció nunca” de Samuel Eichelbaum
o                                               “Luna de enfrente” de Jorge Luis Borges
 y, con el seudónimo de “Clara Beter”, el primer poemario de César Tiempo: “Versos de una…”
 “Clara Beter” era César Tiempo, humorada juvenil que “engañó” a los círculos literarios, resultando un éxito editorial con miles de ejemplares editados.
 Asimismo, generó el enojo de su amigo Elías Castelnuovo que se sentía defraudado ante el “engaño” de presentar a una ficción como la autora del poemario.
 Sin embargo, y esto es lo principal, el propio Castelnuovo, autor del prólogo bajo el seudónimo Ronald Chaves, dice:
 “Este libro es la voz angustiada de los lupanares… reivindica… la infamia de todas las mujeres infames”.
 Años mas tarde, en un bello poema dedicado a las actriz Jordana Fain, César Tiempo “explica” de alguna manera, no solo la naturaleza de su ficción, sino de todas las ficciones:
 “Sepan los que no la conocieron
que Jordan es una artista,
es decir, un ser que miente diciendo siempre la verdad”.
 César Tiempo periodista, profesión que él definía como “un acopiador de indiscreciones” en búsqueda, entre nubes de frustraciones y alegrías, de la bondad humana.
 Es que César Tiempo compartía con Bernardo Kordon la tesis central de éste, que expresaría en su primera obra: “La vuelta de Rocha”: el hombre no debe medirse por el éxito o el fracaso, tampoco por sus tristezas y alegrías; sólo es un ser que aspira a encontrar una ventana para poder respirar.
 Ambos sabían que a veces, el hombre lo consigue. Otras no.
 Lo consiguieron, agregamos nosotros adhiriendo a esta simple verdad: la Madre Teresa, el Dr. Maradona, el Dr. Albert Schweitzer, el Dr. Federico Leloir, el Dr. César Milstein, entre otros.
 En esa búsqueda de indiscreciones, César Tiempo supo encontrase con artistas y justos: Lanza del Vasto, Rafael Cansinos-Assens, Arturo Toscanini, Carlos de la Púa, Edith Piaf, Cátulo Castillo, Manuel Marceau, etc.
 Fue periodista de: “El Tiempo” (Bogotá), La Prensa Gráfica (El Salvador), “El Mercurio” (Santiago de Chile),La Prensa” (Buenos Aires).
 César Tiempo Académico de Número de la Academia Porteña del Lunfardo.
Ocupó el sillón “Dante A. Linyera”.
 El nombre real de este poeta era Francisco Bautista Rímoli, a quien Don Vicente Bucchieri, creador de “El Alma que Canta” rebautizó, al considerarlo el Dante Alighieri del arrabal: Dante A. Linyera, autor del poemario“Semos Hermanos”.
 Jean Cocteau refiriéndose a Víctor Hugo, decía: “en Víctor Hugo habitaba un loco que se creía Víctor Hugo”.
 Seguramente, debido al respeto y admiración de César Tiempo a Dante A. Linyera, hubiese expresado, parafraseando a Jean Cocteau:
 “En Dante A. Linyera habitaba un loco que se creía Dante A. Linyera”.
 Por lo tanto, no resulta extraño que su conferencia de presentación se titulara: “El Arrabal en las Letras”, donde expone las siguientes ideas centrales:
 - “Arrabal” es palabra, según el eximio latinista Quevedo, derivada del hebreo RABAH, que significa multiplicar, porque de la multiplicación de personas resulta el no caber dentro de los límites de la ciudad y por ello, resulta un espacio fuera de la misma.

- Pero no cualquier espacio, sino uno que tiene “un alma pagana y heterodoxa, que rechaza cualquier conveniencia donde sus moradores, en sus ratos de generosidad, no muy frecuentes, pueden dar todo, menos lástima y domicilio”.

- Hombres virtuosos supieron pertenecer al arrabal, como San Pablo, quien habitando viviendas de extramuros, no dudaba en entreverarse con mujeres vehementes que encontraba a su paso. Sin embargo, supo entregarse fervorosamente a una fe.
 Enseña César Tiempo que en el arrabal, sus moradores son los protagonistas, pero destacados cultores han sido sus visitantes: Joaquín Gómez Bas, Julián Centeya, Carlos De la Púa, “Yacaré” Fernandez, Bernardo Kordon, entre otros de nuestra mejor gente. Así como Francois Villon lo fue en los arrabales parisinos, Dostoievsky en San Petersburgo y Moscú, Scholem Asch quien retrató el arrabal judío en su inmortal “Motke el ladrón”.
 Rechazaba a los supuestos “exquisitos y puristas” de nuestra lengua y literatura, quienes abroquelados en sus torres de marfil, subestimaban a los escritores y poetas populares, sin comprender que son éstos los que palpan la realidad sin guantes ni barbijos y escriben como debe escribirse: para todo el mundo.
 Asumía con esta postura las enseñanzas de Mendele Moijer Sforim cuando exhortaba a los jóvenes escritores de su época, que no dediquen sus vidas y talentos a vanas fantasías celestiales, sino a mirar la vida de su pueblo morando en míseras viviendas.
 Sabia César Tiempo que los escritores y poetas populares son testigos tolerantes del hombre real, ¡Jamás sus fiscales! De allí su sentencia:
 “… no hay criaturas de una pieza. Todos somos, en algunos momentos, mas o menos risibles… mas o menos patéticos”.
 Quiero detenerme en el hombre coherente con sus ideales, profundamente porteño y universal, en el amor y respeto que manifestaba hacia un mito porteño: Carlos De la Púa (El Malevo Muñoz), poeta, guapo y afectuoso en su amistad. Al ocurrir la selección, maravillosa selección que realizaron César Tiempo y Pedro Juan Vignale: “Exposición de la actual poesía argentina“, obra iniciada en el año 1926 y publicada en el año 1927, deciden incluir, junto a nombres hoy inmortales: Jorge Luis Borges, Nicolás Olivari, Oliverio Girondo, entre otros de no menor jerarquía, a Carlos De la Púa como expositor de la poesía lunfarda, cuando siquiera éste había publicado su inmortal: “La crencha engrasada”, poemario que se convertiría, al decir de César Tiempo, en el primer “Misal reo” de los cafeligreses porteños.
 César Tiempo reconocía en Carlos De la Púa al genial poeta de la calle, destacando de éste su poema “El Entrerriano”:
  ”Vivirás, Entrerriano, mientras quede en el fango
como un mate curado la amistad del amigo;
mientras haya algún orre que no cambie de rango,
mientras quede un porteño que se patine un mango
de emoción en el verso sincero que te digo.
 Vivirás mientras siga copando la patriada
un taura arrabalero que desprecie la yuta,
mientras se haga un escruche sin que salga mancada,
mientras taye la grela de la crencha engrasada,
mientras viva un poeta, un ladrón y una puta”
 Seguramente le habrá ocurrido a César Tiempo con este poema de Carlos De la Púa, lo ocurrido con Aníbal Troilo con el tango “Recuerdo” de Osvaldo Pugliese y el valsecito “Palomita Blanca” de Anselmo Aieta: hubiesen querido hacerlos suyo.
 Viviendo, reviviendo la inmensa y cálida obra de César Tiempo, creo que cabe para él la humilde letra de un humilde tango: “Soy el cantor de la Orquesta (de Osvaldo Antonio Bruzzi y música de Alfredo Gobbi)
 “Canto las penas ajenas
Y también canto las mías,
Y aunque yo me sienta alegre,
Canto tristes melodías.
 Soy voz de la Guardia Vieja,
Soy del suburbio el dolor,
Soy el cantor de lo orquesta,
Soy el que canta al amor”
 César Tiempo: judío, porteño y universal.
 Hay un tango, bello tango de Eduardo Arolas: “Comme il faut” que traducimos: “Como debe ser”. Sin embargo el destacado humorista y hombre público del siglo XIX: Eugenio Cambaceres, decía, refiriéndose a este título:
 “Los franceses expresan con tres palabras: “comme il faut”, un concepto que no tiene traducción, don supremo de la naturaleza que no se adquiere sino se nace con él”.
 César Tiempo fue un hombre “comme il faut”.
 Falleció el 24 de octubre de 1980.
 Junto al “Shema Israel”, y en su memoria, agreguemos versos de su poema: “Rodrigo Bonomé”:
 “El artista nos mira
Desde arriba, como miran los pájaros.
Para él, ya nunca será tarde.
Vive, en el tiempo sin tiempo
De la inacabable belleza”.
  
José Judkovski
Buenos Aires, 24 de octubre de 2011


5 comentarios:

  1. Interesante evocación de un personaje singular que dejó su impronta en las letras, humor, ironía y sapiencia popular y de la otra. Carlos Arturo Trinelli

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  2. Extraordinario artículo sobre personalidad y obra de Israel Zeitlin ," nuestro" César Tiempo.
    Su vida también fue muy intensa. Encarnó el clamor judío que siguió guardando sueños y cuando la Diáspora los llevó a distintos lugares del mundo,no se desmoronaron.
    También escribió varios guiones de películas, entre éstas " El ángel desnudo" y " Safo , historia de una pasión" , ambas ahora , creo, imposibles de conseguir.
    Me quedo con la frase que cita el artículo:

    "Sabía César Tiempo que los escritores y poetas populares son testigos tolerantes del hombre real, ¡Jamás sus fiscales!".

    Volví a re-leer los poemas de Clara Beter que figuran en :
    www.literaturarioplatense.blogspot.com
    MARITA RAGOZZA

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  3. Un trabajo meticuloso de José Judkovski, en su carácter de académico de la Academia Porteña del Lunfardo, sobre César Tiempo, una de las personalidades descollantes de la literatura porteña y argentina, sin ocultar sus orígenes de "ruso judío" y pluma de múltiples valores literarios sobre diversos temas universales y bien de la ciudad que lo tuvo por hijo dilecto

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  4. Un grande. Me faltaba el dato de su sentimiento desmayante por Scholem Aleijem. Me parece muy bien que se difundan más las características de ciertos autores a quienes el tango , el teatro, el cine, la música, la plástica les deben mucho, y además ayudan a comprender que el ser nacional surge de cosmovisiones diferentes en un entretejido grande y a su vez natural. Muchas gracias
    Cristina

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  5. Muy buen artículo.Tengo amigos judíos en Chile que son poetas, uno me comentó sobre ésto y el artículo me vino como anillo al dedo, ya que siempre quise saber más de el.
    Muchas gracias

    Rolando Silverstein

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