sábado, 24 de septiembre de 2011

AMELIA ARELLANO




Sindrome De Estocolmo *

Fue en el mes de diciembre, más precisamente, el 8 de diciembre, día  de la virgen. La cooperadora de la escuela “Hijas de María” había organizado una cena a beneficio. La policía Federal  apadrinaba el establecimiento.
Cuando Emilio llegó con su uniforme de gala y su mujer de largo llamaron la atención, la reunión no daba para tal abolengo
Los  ubicaron en una mesa alargada, dispuesta para seis personas, estaban sentadas dos señoras, una en la cabecera y otra al lado, iban a ocupar los lugares vacíos cuándo el movimiento del hombre quedó interrumpido, quedando en una ridícula posición, con sus piernas flexionadas  y la cabeza, erguida, semejaba el juego de la mancha congelada. Una pareja se ubicó al frente, el hombre saludó, no así la mujer. La reconoció inmediatamente,  Emilio intento controlarse y comenzó con la señora ubicada a su izquierda  una de esas tontas charlas sobre el calor, la lluvia, el tiempo. Frente a él quedo el recién llegado y la mujer quedó situada al lado de la dama que ocupaba la cabecera, la cual parecía tener mucho calor; movía enérgicamente  un abanico con coloridos motivos españoles.
Quería dejar de mirarla pero no podía, intentaba simular a mirando  la ventana que estaba a espaldas de la pareja, La Negra no había cambiado, por el contrario, los años le habían acentuado su belleza y sensualidad. Por suerte ocuparon los lugares vacíos una pareja mayor, con el hombre que con su locuacidad  se  convirtió en el líder de la conversación. Se presentó como artista plástico .La conversación  estaba a cargo, casi exclusivamente de tres personas. El artista plástico  que defendía acaloradamente  su postura  contra de la globalización, el acompañante de la Negra, que adhería a la postura y a la señora del abanico, que encendidamente trababa de demostrarles cuales eran los beneficios de la misma.
Percibió la tensión en el rostro de su esposa, no le importó; nada; la larga cabellera de la Negra, su boca sensual y su encendida mirada oscura lo llamaban en un grito sordo.
¿Cuánto años tendría Ya?  Debe andar en los cuarenta largos.
Nervioso y conciente se que era imposible manejar su comportamiento, balbuceó una excusa y se fue a fumar un cigarrillo, el  uno de los grandes ventanales que daban al parque.
¿Cuánto años hacia? Debe haber sido por el 76, ella era muy joven. Cuando la conoció estaba sentada en una silla, el pelo negro adherido a su cabeza, chorreando agua, un foco de luz intensa iluminaba su cuerpo encogido .Él se acercó para continuar el interrogatorio y un sorpresivo escupitajo en la cara fue la respuesta de la muchacha. La sorpresa y la bronca lo anonadaron, luego le dio un feroz puñetazo en la boca que hizo que se le saltaran dos dientes, ella  con el rostro contraído por el dolor y la ira volvió a escupir. Se levanto y erguida se dirigió hacia la única ventanilla del cuarto. Se le vino a  la cabeza la imagen de su padrastro y sintió náuseas.
 Su caminar sensual, la redondez de sus nalgas rotundas, su cintura breve y muy especialmente su actitud de desafío provocaron en el hombre una sensación súbita y urgente de posesión .No solo la posesión física, era mucho mas, apoderarse  de sus deseos, de sus pensamientos, de su voluntad, de su vida.
Al otro día le llevó hielo que ella recibió con rostro inexpresivo y se lo puso en la boca. Su expresión no cambió cuando el besó suavemente su boca helada.
Y así siguieron las cosas, los interrogatorios, el castigo y luego la reparación. Al principio ella tenía la misma mirada luego comenzó a cambiar.
Siente que el tiempo no ha pasado, la urgencia y lo súbito  del deseo están igual. El oleaje  de calor en el rostro y la erección fueron simultáneos

No podía dejar de recordar los apasionados encuentros de amor en los que se entregaban con tal violencia que alguno de los dos salía marcado.
Nunca la violó. Cuando ella estaba muy dolorida o cansada por los interrogatorios él no insistía.
Fue terrible cuando lo cambiaron de seccional
-.Esto es lo mejor que te puede pasar, arriesgaste no solo el puesto sino el pellejo. Huevón-
Cuando pasó el quibombo intento buscarla pero no se encontraron datos. Intentó utilizar las conexiones de un amigo, pero el le dijo que si bien   tenía muchas vinculaciones en el ejército que se dejara de joder y diera vuelta la página...
Pasaron los años y ni rastros de la Negra.
Hasta ahora.
Fantaseó con ella mil veces, pero al pasar el tiempo casi se había convencido de que su reino no era el de los sobrevivientes. Él había cerrado la puerta  al pasado.
Ubicarla fue fácil. También convencerla de dejar el hombre y él a su mujer.
Se fueron a vivir juntos a un departamento cerca del Parque Central
Se encontró que la Negra había cambiado. Había prendido en ella el modelo consumista que antes despreciaba. Se compraba de todo. Empezó a mentirle y el se dio cuenta:” que era una remera vieja, que los zapatos parecían nuevos porque los había lustrado” Una vez salió a pagar la luz y volvió estrenando sonrisa y una remera naranja muy escotada y ajustada. Sus pechos estallaban. Se apoderaron de él viejas sensaciones de deseo, excitación y rabia al mismo tiempo.
Comenzaron a pelear con tal violencia, que los vecinos se quejaron y le pidieron el departamento. Se resistieron pero cuando el dueño amenazo con denunciarlos a la policía abandonaron el lugar.
Emilio había quedado solo con su sueldo de retirado. El monto que  tenía que pasar a su ex mujer mas la cuota de una refinanciación del Banco por un préstamo que sacó la Negrahizo que tuvieran que conformarse con una habitación de una vieja casona estilo colonial.
Las habitaciones estaban una al lado de otra, tipo” chorizo”, daban a una galería angosta que enmarcaba un patio cubierto como una carpa con un frondoso y alto parral, debajo del mismo, el patio era de tierra.
Los inquilinos no tenían acceso por la puerta principal, ingresaban por un pasillo lateral que  daba al patio, atravesándolo se llegaba a la habitación que era la última, ubicada hacia el norte. Al lado un pequeño baño.
La Negra se sentía asfixiada  y empezó a salir con más asiduidad. Las peleas se intensificaron. Se amenazaban mutuamente con la separación, pero alguno cedía, se iba uno u otro pero siempre volvía. Mientras que a ella no le importaba rasguñarlo en la cara o dejarle huellas en el rostro o en el cuerpo, él sofistificaba sus métodos. No le golpeaba  en la cara, si en los brazos, en la espalda o le torcía los brazos hasta hacerla gritar.
Cuando uno de los dos se iba el otro se sentía morir, hasta que los pasos familiares le anunciaban el regreso.
Las reconciliaciones eran tan apasionadas y violentas como las peleas.
Un día pelearon de tal modo que ella, se resbaló y cayó perdiendo la conciencia. Tuvieron que internarla, por supuesto, en causa de ingreso figuró lesiones provocada por caída. Emilio, en la clínica sintió que se odiaba, pero odiaba más la Negra por el poder que tenía para descontrolarlo. Las cosas así no podían seguir
-Cualquier día me mando una cagada-
Decidió y juró por la virgen de Luján que jamás volvería a tocarla, se aferró tanto a su promesas  que las relaciones se enfriaron, la Negra salía cada vez mas .Optó por callarse y cuando ella lo provocaba  no respondía
-Milico hijo de puta, cobarde-
Se iba a conversar con el kiosquero de la esquina o bajo el parral a fumarse un pucho. Emilio era muy querido, por ser sereno y afable. A ella no la querían.
Veía que estaba arruinado el espejo le devolvía una imagen desaliñada, triste, avejentada.
Pensó seriamente en separarse pero sabía que no podría vivir sin ella. Optó por no darle bola, y cuando se iba se decía
-Total, siempre regresa-
Pasaron dos semanas. Pensó que la situación estaba controlada, hasta cierto punto porque dependía del estado de ánimo con que llegara la Negra, a veces venía con el ceño fruncido y no decía una palabra. Otras regresaba mimosa y se le colgaba del cuello .En esos momentos Emilio sentía que la necesitaba tanto y el ansia de posesión, lo llevaba a poseer lo único que ella permitía: su cuerpo
Esa noche salió contenta. Estaba cada vez más hermosa, Emilio se imaginaba como la  mirarían los hombres en la calle.
-Vengo temprano-
Y lo miró con un guiño prometedor
-Te espero con un champusito-
Cuando la Negra llegó venía apurada, tensa .Emilio preguntó si descorchaba el champagne.
-En otra oportunidad, estoy apurada y tengo que viajar-
Emilio la miró, no dijo nada, tomó un vaso con vino y mientras ella ponía la mesa se fue a beber debajo del parral.
El había comprado comida en la rosticería para ahorrarle trabajo.
Comieron en silencio, ella apenas probó la comida, levantó los platos, los amontonó a un costado de la mesa y luego se fue al baño.
Volvió envuelta en un tallón gris.
-Me embola tener que cruzar el patio desnuda-
Emilio no se había levantado y desde allí la miró.
La Negra, desnuda, de espaldas, le trajo una imagen antigua.
Se colocó una pollera hindú. Una remera blanca muy escotada, peinó rápidamente, con las manos su larga cabellera. La Negra no se pintaba, no lo necesitaba tampoco, su belleza era agreste, salvaje...
Se colocó unas sandalias rojas y tomando con apuro un bolso con lentejuelas de colores, se dirigió a la puerta
-Chau no se que hora vuelvo-
El hombre no contestó, parecía sereno. Volvió a llenar de vino el vaso vacío y se dirigió hacia el patio con él en la mano.    
Caminó unos pasos y se detuvo. Calmosamente volvió sus pasos. Abrió el cajón de la cómoda, que estaba al lado de la puerta y extrajo la pistola reglamentaria.
 La mujer pareció advertir algo porque se dio vuelta. El disparo le dio en el pecho. Cayó de espaldas y una rosa carmín tiño su pecho y coloreó su remera blanca.
La Negra tenía los ojos abiertos, parecía mirarlo, la luz del foco que colgaba del parral emitía destellos violetas  y daban a su cabellera reflejos azulinos.
 Emilio, la miró, introdujo el caño del arma en su boca y la sensación helada le recordó una escena, los labios fríos de la Negra por el hielo. ■

Del libro “SIN CUENTA CARAS DE LA MONEDA” ganado en concurso, jurado: TUNUNA MERCADO


6 comentarios:

  1. Para los Emilio es fácil olvidar el pasado en cobarde negación, y traerlo al presente cuando se les ocurre con una corporación oficial que protege sus delitos.
    Para las Negra, quedan las secuelas de violencia y des-vida que no se borran tan fácilmente.
    Muy bien construído, una verdadera tragedia al estilo de los griegos: todo es drama.
    Felicitaciones, Amelia y cariños.
    MARITA RAGOZZA

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  2. La narrativa de Amelia tiene un collar de sensaciones, firmeza narrativa y ningún convencionalismo. Se percibe las razones del premio de Tununa. Muy bueno, Ame.
    Andrés

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  3. Las escenas se suceden sin dar descanso al lector, -en este caso yo- que queda sumergido en una atmósfera siniestra, sin concesiones.
    Gracias Amelia
    Ofelia

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  4. Un relato de violencia y locura. Pasión que los une en la enfermedad, narrada con lenguaje realista y sin piedad. Una de las circunstancias del género humano.

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  5. Verdaderamente Amelia es un cuento muy bueno por su trama y su argumento y el lenguaje es perfecto.
    El síndrome de Estocolmo cumple todo su cometido y el verdadero juego se ve expuesto con una realidad que H i e l a.
    Celmiro Koryto

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