miércoles, 7 de septiembre de 2011

JOSÉ PEDRONI




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Indio
Quien ordenó la carga del arado
Ordenaba tu muerte el mismo día.
Ella tuvo lugar junto al Salado
Con paloma y calandria, a mano fría.
No te valió tu entrega de venado
Frente al duro invasor que te temía.
No te valió tu miel de despojado.
Sólo la dulce espiga te quería.
Descendiente de gringo y su pecado,
Por cementerio de tu alfarería,
A lo largo del río voy callado.
La culpa de tu muerte es culpa mía.
Indio, dime que soy tu perdonado
Por el trigo inocente que nacía.

Desde que sé, oh amiga, que llevas el misterio;
Tu nombre es la caricia de mi semblante serio.
Del corazón me vienen palabras de alabanza
Y las manos me tiemblan ligeras de esperanza.
Mis manos, como niños que ríen olvidados,
Después de haber llorado.
Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
Durante nueve Lunas crecerá tu cintura;
Y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
Vestirás simplemente y andarás con fatiga.
El hueco de tu almohada tendrá un olor a nido,
Y a vino derramado nuestro mantel tendido.
Si mi mano te toca,
Tu voz, con vergüenza, se romperá en tu boca
Lo mismo que una copa.
El cielo de tus ojos será un cielo nublado.
Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
Que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río.
Y un día, un dulce día, quizá un día de fiesta
Para el hombre de pala y la mujer de cesta;
El día que las madres y las recién casadas
Vienen por los caminos a las misas cantadas;
El día que la moza luce su cara fresca,
Y el cargador no carga, y el pescador no pesca...
-Tal vez el Sol deslumbre; quizá la Luna grata
Tenga catorce noches y espolvoree plata
Sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
Llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-
Un día, un dulce día con manso sufrimiento,
Te romperás cargada como una rama al viento,
Y será el regocijo de besarte las manos,
Y de hallar en el hijo
Tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
Y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...

Con ojos que te sieguen huidiza,
Soy el azor de tus benditos senos:
Palomas que arrullando inflan el buche,
Vasos que crecen a un divino fuego.
Y en verdad que tu vientre primerizo,
Ni blanco ni moreno,
Calladamente se deforma en cántaro
A la presión continua del misterio.
Ah, si me fuera dado referirte
Lo inexplicable que en el alma siento,
Y hacer de modo que tu angustia santa
Se te vuelva alegría todo el tiempo.
Mujer, en el secreto de tu carne
Es mi destino el que se está cumpliendo;
Y por eso sonrío a tu sonrisa
Y sufro sin querer tu sufrimiento.
Y soy como un pastor ante su tierra
-Que mi tierra es tu cuerpo-;
Pastor que canta o que en la plaga llora
Con los brazos abiertos.
Ah, poco a poco, como un niño triste,
De extraño mal me moriré en silencio,
Si lo que llevas, que es mi propia viña,
Te lo destruye el viento.

3 comentarios:

  1. Bellos poemas de Pedroni. Tiene la impronta de su tierra , de frescura , verdor y ternura. También hay una crítica a los colonizadores.
    Desde el lugar de mujer , una se siente tierra.
    amelia

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  2. Maternidad /Fragmento/ Mi preferido...

    Desde que sé, oh, amiga, que llevas el misterio;
    tu nombre es la caricia de mi semblante serio.
    Del corazón me vienen palabras de alabanza
    y las manos me tiemblan ligeras de esperanza.
    Mis manos, como niños que ríen olvidados,
    después de haber llorado.

    Mujer: en un silencio que me sabrá a ternura,
    durante nueve lunas crecerá tu cintura;
    y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
    vestirás simplemente y andarás con fatiga.

    El hueco de tu almohada tendrá un olor a nido,
    y a vino derramado nuestro mantel tendido.
    Si mi mano te toca,
    tu voz, con vergüenza, se romperá en tu boca
    lo mismo que una copa.
    El cielo de tus ojos será un cielo nublado.
    Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
    que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
    Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río...

    Y un día, un dulce día, quizá un día de fiesta
    para el hombre de pala y la mujer de cesta;
    el día que las madres y la recién casadas
    vienen por los caminos a las misas cantadas;
    el día que la moza luce su cara fresca,
    y el cargador no carga, y el pescador no pesca...
    -tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
    tenga catorce noches y espolvoree plata
    sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
    llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-

    Un día un dulce día con manso sufrimiento,
    te romperás cargada como una rama al viento,
    y será el regocijo de besarte las manos,
    y de hallar en el hijo
    tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
    y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...
    José Pedroni

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  3. Gracias por tu comentario, Ali Susana: sensible, certero y conmovedor. cariños,
    andrés

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