sábado, 9 de abril de 2011

AMELIA ARELLANO Las palabras sin nombre- 10 de abril



***A Jorge Ponce, con admiración, con respeto.
*(Vocablos quechuas de su libro  “GÉNESIS DE GREDA”)
** (Fragmentos del libro mencionado)


Cuando el despeñadero de la noche se derrumbaba en sombras.
Aparecieron.  Frágiles,  pequeñas,  tímidas, al principio.
Un niño. Una paloma. Un soplo. Un deseo. Un hechizo.
Tan antiguas. Tan nuevas. Tan voz.  Tan roca .Tan castillo en ruinas.
Tan lluvia. Tan *pára. Tan agua.
Tan *pacha. Tan pacha.
Cuando me alejé de las palabras – o mejor dicho, de eso que me habían enseñado que se llamaban palabras- ellas, no quisieron alejarse de mí.
Se habían transformado en obsesión. Y lo que en un primer momento era placer, se desdibujaba por la ansiedad, que como un pájaro ciego, tenazmente, picoteaba las pircas de antiquísimos Bicente - narios.
Me refugié en mi lecho, pero ya no era “mi lecho”, era lecho de río, manantial, vertiente, cascada, lecho marino.
Era sed y sal.
Y no podía encontrar una, o varias palabras, que dieran nombre a eso que ya no sabía si pensaba o sentía, o si estaban en el hemisferio izquierdo, en el hemisferio sur, o al sur del sur.
Y los antiguos recursos ya no me servían, por ejemplo cuando a alguien se le muere un ser querido, y no encuentro- porque no las hay- palabras que signifiquen su dolor. Cuando siento que” lo siento” no me alcanza, pongo el cuerpo en el abrazo.
Pero no podía abrazar a las palabras, y me quedaba en una absoluta orfandad, en una soledad de palabras, en un páramo. Y me embargaba una especie de llanto contenido, pero a la vez, una alegría, un júbilo, una cosa grandota y calentita que me inundaba el pecho.
 Y también estaba el erotismo, la pasión, la sensualidad que se adherían a mi piel como pelecho de víbora. Pero, al mismo tiempo, un antiguo sentir- casi olvidado- una castidad que me llevaba al Dios que se quedó en el camino, y al que me entregaba, con respeto, adoración, veneración.
Y se me mezclaban las palabras y los jotes bebían en mi boca y en mi *simi.
Y mi hombre era el *runa y yo era mujer y *huarmi, mariposa y *pilpinta.
Y deambulaban por mi cuerpo. Se depositaban en mi plexo solar.
 Se alojaban en mi *soncko, y allí en el vertedero oscuro de mi sangre jugaban a la payana.
Otra se alojó en el *pucará de mi cabeza, pero el estruendo fue tal que no entendí nada.
Otras bajaban por los muslos, en acequias, en ríos que alborotaban mi sangre.
Iban y venían, como hormiguitas o avispas negras, y hacían panales de lechiguana en mi medula espinal.
Y cuando sentía que casi las tenía en mi mano, no sabía si era el viento o el *hayra y me las quitaban, o se convertían en *waqay... o en lágrima.
Dando vueltas, me marearon como chicha sabrosa, borracha, y con las arganas húmedas, llenas  de soles y lunas, pude atrapar una:”Asombro”
“...Ambas humedades fueron necesarias para crear al primer asombro, y muchos caminos y asombros le hicieron falta a ese primer asombro para crear las palabras que comenzaran a nombrar a las cosas que a cada paso a ambos Asombros asombraban...”**
Y ese “Asombro” me remitió a otros asombros.
Asombros colonizados. Colonizados, pero no menos asombrados.
Asombros: El asombro de la primera vez que sentí correr entre mis piernas una agüita rojiza.
Y el asombro que muchas veces, se transformó en estupor y en no saber que hacer. Por ejemplo cundo vi, el milagro de una rosa mosqueta entre las grietas de una piedra, o cuando sentí la primera implosión en mi cuerpo que nacía en el vientre y estallaba en la cabeza.
El innombrable asombro de cuando leí por vez primer el Popol Vhu. (o Pop Vhu)
El asombro del vuelo, aprendido de mi abuela cuando vi que bailando los pies se transforman en alas.
El asombro que debe haber sentido Colón cuando vió esos hombres con  oscuros ojos de guanaco asustado.
El asombro del runa, cuando vieron a esos pájaros, con una lanza que llamaron espada  y una cruz que le llamaron  cruz del sur cuando los mapuches ya le llamaban choyke.
Pero, el “Asombro”, postergado, relegado, fue darme cuenta que antes de 
Bicentenario, ya en “La elegía del ultraje” el asombro de los asombros me llevó a que mi mano colonizada tapara mi *simi, mi boca.
Y también me llevó a una mirada, que nunca podré descifrar, mucho menos nombrar... como la vez aquella que en un basural de la villa de “mis mujeres” ----que no son de nadie, salvo de ellas mismas- vi una flor, tan bella, que nunca sabré como se llama.
Me transportó a una mirada, que era una mezcla de tiernísima ternura, como la que despierta un niño, un pichón dormido, pero también  al Colacho...con una imagen”...que es fragmentada y en perpetuo movimiento. La alarga, la enroca, la voltea, y cuando él se mira en ella puede dar rienda suelta al niño que siempre lo acompaña...”**
Y cuando había retrocedido infinitas noches y el sueño no venía; el rocío del alba, me trajo un recién nacido, que en noches de fiebre, lo ponía en mis pechos, para hacerlo dormir...o para que me hiciera dormir.
 Coloqué las palabras en mi pecho, cerca de soncko; y allí quedaron en mis *ñuños, quietitas. Como una *guagua. Como una *urpila. Como un *wúaman dormido. Como un *runa.

***Jorge Ponce, Artista plástico y escritor riojano. Es un estudioso y defensor de las culturas originarias.

5 comentarios:

  1. Confluyen en el texto dos lenguas que conforman una acronía poética que desborda y asombra la suavidad de sus sonidos.

    Celmiro Koryto

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  2. Una prosa con mucho de poesía interna mezcla las palabras que traslucen un tono crítico hacia la cultura dominante, saludos Carlos Arturo Trinelli

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  3. Si se sabe que uno piensa con la lengua que aprendió en la infancia o lengua materna, entonces comprendemos que el avasallamiento a nuestros hermanos originarios fue también coartar su pensamiento, como también su oración.
    El poema en prosa de Amelia nos lleva a un mundo musical , interno, donde el asombro y la sensiblidad hacen un hueco en el corazón.
    Bravo, Amelia.
    MARITA RAGOZZA

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  4. Una prosa poética, una poesía prosaica, y el talento y la sensibilidad de Amelia Arellano en todo su esplendor... No se repite ni se agota: prestigio para la revista. Gracias, Amelia.
    Andrés

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  5. Palabras... Plenas de musiclidad y significados. Bellas en cualquier idioma.
    Carlos, San Luis, Argentina

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