jueves, 4 de agosto de 2011

Eduardo Alberto Planas



Crisálida

Ella canta, canta
y  no importa la lluvia.
Canta y el deseo la invade. 
Corre, corre
y se le va la vida.
Presiente que no está sola,
pero no  lo sabe aún.


Hasta que la ve entre la multitud
 que corre a refugiarse.

Canta, canta y el dolor persiste en el pecho.       
Un ángel cae en medio del concierto final.
Desde abajo los mira.
Le arrojan flores y –finalmente- tierra.

Crisálida

En otro  lugar,
ella esta triste y no sabe por qué.
Y la mujer con sombrero que siempre está.
 Las misteriosas marionetas
le dejan huellas,
y  el amor.

Las fotografías  develadas
le muestran la verdad.
Aquella existía.
Percibe su presencia,
 en un canto, en una fugaz luz,
en el azul del anochecer.
Se dirige al padre.
Comprende que debe seguir;
 por ella, por las dos,
y el árbol las une eternamente.
Abril 2011


2 comentarios:

  1. El poema es un canto de luz,no fugaz , ya se ha quedado para siempre en los anales de esta historia.
    Gracias, Eduardo,
    amelia

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  2. HOLA EDUARDO, COMPAÑERO DE BANDADA, YA CONOCÍA TU POEMA Y RELEIDO, ME SONÓ MUY MUSICAL Y SUAVE AL OIDO. FELICITACIONES. MARTA

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