sábado, 6 de agosto de 2011

ILDA MISTRALETTI DE MIGNOLA.


 

Nació y vive en Villa María. Obtuvo su título de maestra de dibujo y pintura en la “Academia de Bellas Artes”, y de maestra normal nacional en el Instituto San Antonio. Dictó clases particulares durante diecinueve años de dibujo, pintura, escultura, poesía y cuento de literatura universal. En el año 2002 obtuvo con la poesía “Hombre, soledad y vacío” mención especial en el primer concurso de poesía y cuentos breves organizado por la UNVM, Instituto de Extensión. Primer premio compartido de cuentos breves durante el año 2003 con el cuento “Revelación” llevado a cabo por biblioteca Eduardo Requena, Inescer, Casa Balear y SADE Villa María. Participó de la antología Voces de ceniza y agua (2003) editado por el Instituto de Extensión de la UNVM, como así también en el libro Construcción de identidades culturales a partir de procesos de escritura de ficción (2007). UNIverso es su primer poemario (2007).

REVELACIÓN

El día, lento de luz, asoma entre las picudas cortaderas. Llueve. Grandes gotas caen sobre el pequeño pueblo. El agua también se escurre entre las cañas que sirven de techos a las angostas galerías de las casas. Gotas pesadas resbalan por las descascaradas paredes. El agua todo lo limpia; hasta deja al descubierto el alma de las piedras.
Sobre el recuesto de la calle sólo se ve una huella en el fango. Un niño camina trabajosamente.
El río ensancha su cintura de llanto, el niño reduce su caudal de pena. A él le gusta la lluvia. Le gusta mucho... Camin a en dirección al río. Se sienta en la arena todavía tibia.
El agua fresca plancha aún más sus cabellos lacios y enfría su cuerpo escuálido. Da un capirotazo a un jején que se empeña en molestarlo.
Mira el horizonte, al otro lado del río, tras una cortina de agua. Le gusta el río, confidente de sus sueños.
De pronto oye un rumor sordo entre la enramada. Voltea. Ve un yacaré deslizarse, primero en el barro, luego en el agua. No se asusta. Espera un momento y se desplaza sigilosamente al lugar donde salió el animal.
-¡Allí están! ¡Son preciosos!-grita.
Despliega dos bolsas de arpillera que trae bajo el brazo. En una acomodaba los huevos de yacaré. Dobla la tela y al vital envoltorio lo introduce suavemente por la abertura de la otra.
Emprende el regreso.
Las gotas caen ralas, ahora.
En el recodo del camino aparece don Juan Forrer, alemán el hombre, rubicundo de ojos claros y de andar muy pausado.
-¿Dónde vas, Rengo, con este tiempo?-dice.
-Vengo, vengo-contesta el niño.
(A lo lejos se oye ladrar un perro. La lluvia merma. El sol espía tibio entre el desparramo rápido de las nubes ).
-¿Se puede saber de dónde vienes? ¿Qué traes en esa bolsa?
El niño sonríe y contesta:
- Son huevos de yacaré.
Don Juan, riendo, dice:
-¿Acaso piensas comerlos?
-¡Oh, no! ¡Por favor! Se los llevo a mi amigo, él sabe qué hacer con ellos.
-¡Bah!-dice el viejo, rascándose una oreja y pasando la mano por su incipiente barba.
-¿Por qué no dejan tranquilos a esos bichos- ¡Caramba!
-Escuche- argumenta el niño- éstos están a punto de romperse ¿Oye?- y estirando su mano le acerca el huevo al oído del viejo.
-¡Escuche! ¡Escuche ese ruidito! "Es el Coco" está murmurando, si los dejo aquí se mueren, seguro que se mueren. Se los comen los caranchos, las cigüeñas y qué sé yo, hay tantos bichos -sigue explicando- ¡ y son tan pequeños cuando nacen! Don Alejandro tiene una incubadora, después que nacen los deja crecer un poco y ¡zás! al agua.
-¡Bah! Estupideces- dice el anciano con disgusto.
-¿Sabe don, que el yacaré come las palometas?
-¡Bah!, Pamplinas-contesta, intentando encender un cigarrillo. Lo que pasa es que la gente odia las palometas y cuida al yacaré con la única idea que terminen ellas. Pero es mentira. ¡Mentira! -dice el viejo, refunfuñando-¡Qué tanto amor a los yacarés. Rengo, piensa, piensa un poco. ¿Por qué crees que te falta medio pie? Por favor, Rengo, acaba de hablar tonterías.
Don Juan sigue su camino como si nada.
Pero el Rengo, que todavía no cumplió ocho años, las palabras de aquel hombre no le suenan crueles; solo incomprensibles. A él siempre le dijeron el Rengo, el hijo de la Juana, no conoce otro nombre.
Tiene una idea vaga que una vez el río tuvo agua color sangre y que su madre ese día lloró mucho.

Primer premio S.A.D.E. Biblioteca Requena, Inecer y Casa Balear año 2003.

Ilda Mistraletti De Mignola 

5 comentarios:

  1. Relato a lam cruda tradición tealista.Me mantuvo en suspenso.Muy bueno.
    Muchas gracias.
    amelia arellano

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  2. Perdón.Digo: A la más cruda tradición realista.

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  3. Excelente historia donde un al leerla aspira el aire del río y su paisaje. La trama distrae talentosamente hasta llegar al final.
    Felicitaciones a la autora.
    MARITA RAGOZZA

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  4. MUY BELLO RELATO, DURO, UN FINAL INESPERADO Y TODO EL PAISAJE DEL RÍO, SU ENTORNO, SUS CRIATURAS. HERMOSO PERSONAJE EL DEL NIÑO INOCENTE Y ARRIESGADO. FELICITACIONES A LA AUTORA. MARTA COMELLI

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  5. Parabens ,Ilda, voce é maravilhosa,fiquei muito feliz em te conhecer,um abraço,Ivana (Brasil-S.P)
    ivanaspera@hotmail.com

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