domingo, 30 de enero de 2011

JACOBO FIJMAN: UN ÁNGEL EN EL HOSPICIO



Gabriela Bruch y María Isabel Calo

Jacobo Fijman nació en 1898 en Besarabia, Rusia —hoy Rumania— y falleció en 1970 en el hospicio, más precisamente en el Hospital Borda de Buenos Aires, donde permaneció casi 20 años.
En 1902 viajó con sus padres a la Argentina, se instaló en Buenos Aires y luego en Río Negro. Su padre fue colocador de vías de ferrocarril. En 1907 se asentó con su familia en Lobos donde cursó sus estudios primarios. En 1917 dejó su familia, se fue a Buenos Aires y se graduó como profesor de francés.
Su primera internación por problemas mentales data de 1921, dándosele el alta seis meses después. En 1942 lo recluyen por segunda y definitiva vez en el Hospicio de las Mercedes (hoy Hospital Borda) donde permaneció hasta su muerte. Durante ese período escribió numerosos poemas y dibujaba constantemente
El poeta y periodista Vicente Zito Lema fue quien estuvo con Fijman durante su última etapa y es, junto con el poeta y ensayista Juan Jacobo Bajarlía, el principal difusor de su obra la cual, de otro modo, hubiese quedado silenciada pues Fijman fue un poeta olvidado hasta por sus propios compañeros de ruta. Perteneciente a la generación del 22, se conectó con el grupo Martín Fierro y entabló amistad con escritores y pintores de esa camada, tales como Oliverio Girondo, Pompeyo Audivert, Leopoldo Marechal y Jorge Luis Borges, entre otros.
Luego de más de un año de haberlo entrevistado, dice Vicente Zito Lema: “…lo que más nos ha impresionado en Fijman es su humor corrosivo, en el sentido estricto de humor surrealista. Su autenticidad de poeta, que trasciende hasta en los menores gestos. ¡Qué le ha determinado estas formas de vida, estos castigos sobre su persona! Y su bondad, más allá de los policías que lo castigaron; más allá de los jueces que lo privaron de su libertad; más allá de los psiquiatras que le descargaron su odio y su propia enfermedad; más allá de los que supieron de su situación y nada hicieron. La enorme bondad de Jacobo Fijman equilibrando tantas de nuestras maldades, perdonándonos”.
En Jacobo Fijman la poesía es un llamado a la más honda intimidad, a la preservación de la inocencia a través de una música entre simbólica y celebrante. Él se separó de sus compañeros literarios de la generación del 22 evadiéndose de las metáforas y las combinaciones estróficas cerradas para intentar una poesía de imágenes. Según Fijman, la imagen es la verdadera creación, es una invención, mientras la metáfora es una mera comparación entre las cosas. Su singularidad radica no sólo en la materia de estas imágenes, sino en la autenticidad de su camino, según él, el más alto y más desierto.
Molino Rojo, su primer libro (1926), es el antecedente natural —casi secreto— del surrealismo argentino. Ese mismo año viajó a París donde, supuestamente, conoció a André Breton, quien en el año 1924, había escrito el Primer Manifiesto Surrealista. Veamos el poema que inicia el libro Canto del cisne:
 
Demencia:
el camino más alto y más desierto.
Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.
Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
En Molino Rojo la música es estructurante. Así lo comentó Fijman en una de sus conversaciones con Vicente Zito Lema: “Mi poesía es toda medida, de una manera que la acerca a lo musical. En Molino Rojo hay una gran influencia de la sonata de Corelli… En Hecho de Estampas, de los cantos gregorianos. Y en Estrella de la Mañana la medición sigue la del latín eclesiástico”.
Él era violinista y durante mucho tiempo se ganó la vida tocando el violín por las calles de distintas ciudades. Tocaba para ganarse la comida del día. La realidad del poeta —la desolación, la angustia, el pavor encarnado—, debía ser transformada y esta premisa fue la que, entre líneas, permite descubrir aquello que resolverá con un gesto fundamental e irreversible: su conversión al catolicismo. Lo bautizaron en 1930 en la abadía de San Benito, Buenos Aires. En su segundo libro Estrella de la Mañana, escrito en el año de su bautismo, se advierte la prosecución del solitario camino que ha emprendido.
La extensa dedicatoria a sus compañeros martinfierristas parece ser una despedida más que un homenaje.

De Estrella de la Mañana:

Poema VI
Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
Pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.
Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
Poema VII
Roe mi frente dura
el lobo de la media noche.
Una escondida estrella arrima su sosiego.
Entre todos los soles ya se me canta aceite de júbilos.
Siento en mis manos venir la estrella de la mañana.
Entre su primer y segundo libro Fijman colaboró con el diario Crítica. En 1927 Natalio Botana lo despidió, y viajó otra vez a Europa.

En 1931 publicó Estrella de la Mañana cuyos poemas bordean el misterio del alumbramiento. El cisne se convirtió en cordero de Dios. Su canto es un canto de alabanza, no exento de dolor, soledad y muerte.

Poema XXXI
En mi gemido
conté mi soledad envejecida; conté todas las noches de mis días.
Mis huesos cantan el misterio del mundo.
El agua perturbada de mi reposo.
Me veo en mi gemido según pavores de inocencia.
Paz, paz:
oído de mis palabras.
El ruego alcanza oído a mis palabras
carne sanada;
y hay espanto de luz en nuestras manos.
Diez años después de la publicación de este libro, se produjo su internación definitiva. Es posible entrever el conflicto que la presencia de este loco de bondad —de este auténtico poeta—, provocó en los círculos literarios. Hipocresía anidada no sólo en esos círculos, sino también en toda la sociedad que arrojó en la magnitud del esplendor poético a este hombre, a este doliente poeta, a un lugar de marginalidad vergonzante.
En el hospicio siguió desarrollando su poesía, completando su expresión artística a través del dibujo, utilizando cualquier papel, servilletas y cartones. 
Jacobo Fijman supo transmitir un profundo y estremecedor mensaje de dolor. 
Cuando murió, en la morgue del hospicio le ataron en uno de los dedos de los pies, una cartulina con su nombre y un número.
Sólo eso.





7 comentarios:

  1. Volver a Fijman con este interesante trabajo. Saber más del poeta y los poemas han sido muy bien elegidos.

    Irene

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  2. El poema Demencia me estremece. "El camino más alto y más desierto" "y mi canto se enrosca en el desierto" La soledad es la respuesta de aquel que llega al camino más alto.
    Muy bueno el estudio introductorio. Nos cuenta sobre una poesía celebratoria en el centro del dolor.
    Si, Jacobo Fijman era un enamorado de la vida.
    Gracias Artesanías
    Ofelia

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  3. Después de las palabras de Ofelia no sé que decir. Comparto con ella el estremecimiento. Creo que tengo las charlas de Zito Lema con Fijman, si las encuentro, las enviaré , por lo menos , fragmentos. Fijman siempre me deja dolida. Los distintos tipos de injusticias criminales de la sociedad me irritan mucho.
    Cristina

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  4. Publicar a Jacobo Fijman es recuperar artistas y a seres humanos que padecieron la indiferencia de los otros, la soledad, y el ser conciente de la enfermedad y la tragedia que afectó su presencia en este valle de lágrimas. Fijman, de hecho, pagó su exilio del mundo exterior... Todos los exiliados lo sabemos en carne propia. Un poeta y escritor que debemos difundir.
    Andrés

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  5. Fijman fue en vida un olvidado por la mayor parte de sus contemporáneos. Una poesía demasiado lúcida, por eso fue un excluído. Sus poemas indagan, entonces la sociedad lo condena al loquero."El ángel enjaulado " lo llamó su amigo que nunca lo abandonó, Zito Lema. J.F. escribió y pintó. Su vida y obra es una prueba más de la ncapacidad de una sociedad materialista, por enfrentarse a una lectura sensible, profunda y espiritual de la realidad.

    Aplaudo de pie a Artesanías por su vocación de reparación a un artista condenado al ostracismo físico e intelectual.

    MARITA RAGOZZA

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  6. Duele su poesía, duele su historia, duele...
    Sin embargo, como en alguna otra entrega, lo importante a esta altura es la recuperación de su obra, obra sensible, profunda y pese a esa condena al loquero de la que habla Marita, no sé si hubiese sido tan buen poema un Fijman libre de sí mismo. En ese lugar, vivió todos los viajes, incluso aquellos inventados que contaba y de los cuales estaba tan convencido, como algo real, vívido. Un grande, definitivamente.

    Lily Chavez

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  7. HONDÍSIMO POETA
    GRACIAS POR SU RECUERDO
    UN ABRAZO EN LA PALABRA
    ALBA ESTRELLA GUTIÉRREZ

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