jueves, 3 de noviembre de 2011

CÉSAR CANTONI


CÉSAR CANTONI



Nació en La Plata, Argentina, el 23 de febrero de 1951. Su obra poética publicada comprende los siguientes libros: Confluencias (1978), Los días habitados (1982), Linaje humano (1984), La experiencia concreta (1990), Continuidad de la noche (1993), Cuaderno de fin de siglo (1996), Triunfo de lo real (2001), La salud de los condenados (2004) y Diario de paso (2008). Publicó, además, la plaqueta Irlanda (1998) y el cuadernillo Intemperie y otros poemas (2006). Figura en antologías poéticas argentinas e hispanoamericanas. Algunos de sus poemas fueron traducidos al inglés, francés, italiano, portugués y catalán. Reside en su ciudad natal. ■



Poemas del libro inédito “EL FIN YA TUVO LUGAR”



TRAICIONÉ A MIS PADRES

Traicioné a mis padres: no acaté su legado
ni recorrí el camino trazado por su índice.
Defraudé a la ciudad: no tuve oficio ni empleo
y mi voto sólo llevó inquietud a los burgueses. 
Menosprecié a los dioses: no veneré sus máscaras 
ni me hinqué ante sus nuncios terrenales.
Desoí a la razón: cuando hube de callar, solté la lengua; 
cuando hube de ser cauto, puse el dedo en la llaga.
A una edad en que ya debería preparar mi alma,
alivianarla para su despegue,
no puedo hablar siquiera de arrepentimiento.
Condenado por todos los discursos,
sigo escuchando la impenitente voz de la poesía,
su incitación a la desobediencia.



NI PERRO QUE VIGILE MI CASA

Primero, murió mi padre.
Después, murió mi madre.
(Antes habían muerto mis cuatro abuelos.)
Más adelante, murieron el médico,
que me curaba los resfríos,
y el cura, que me eximía de los pecados.
Finalmente, murieron los poetas que tanto amaba,
mis viejos maestros en el arte oscuro.
No tengo esposa, tampoco tengo hijos
ni perro que vigile mi casa en soledad
(el último perro que tuve murió sin avisarme).
Cuando era chico, un ángel de yeso
sabía velar por mí desde la hornacina,
pero me lo incautó la jerarquía eclesiástica.
Ahora yo soy mi propio dios
y me invoco a mí mismo.



EN EL SUBTE

Durante todo el viaje
–tenías el pelo suelto
y la boca pintada–
contemplé tu rostro
espejado en la ventanilla.
Eras tan atractiva
sobre el vidrio desnudo
que aún vivo enamorado de un reflejo.



¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?

¿Dónde está la verdad?, le pregunté a mi madre.
Y mi madre me dijo que no sabía.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté al filósofo.
Y el filósofo adujo que sólo cobijaba dudas.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté al científico.
Y el científico apenas esbozó una hipótesis.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté al artista.
Y el artista puso el acento en la belleza.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté al político.
Y el político tuvo palabras engañosas.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté al gendarme.
Y el gendarme empezó a disparar su arma.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté al obispo.
Y el obispo me amenazó con el infierno.
¿Dónde está la verdad?, le pregunté a los dioses.
Y los dioses permanecieron mudos.



VETERANO DE MALVINAS

A Gustavo Caso Rosendi
y Martín Raninqueo


No es extraño que una bomba enemiga
me despierte en medio de la noche,
llenando de esquirlas mi recuerdo.
Felizmente, la mujer que duerme a mi lado
tiene un aire sereno y protector
y su contacto me libera de la pesadilla.
Atrincherado entre las sábanas,
hundo, entonces, mi rostro en el surco de sus pechos
y me duermo de nuevo como un chico.
Hasta que otra bomba vuelve a despertarme.



ES ASÍ COMO MUEREN

no quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo
Alejandra Pizarnik


Sá Carneiro se envenena tomando estricnina,
Esenin se corta las venas en un hotel ruinoso,
Maiakovski se mete una bala en la sien con un revólver,
Crane se tira al mar por la borda de un buque,
József espera el paso del tren sobre los rieles,
Lugones bebe alcohol con cianuro en un recreo del Tigre,
Tsvetáieva se ahorca colgándose de un árbol,
Pavese ingiere una sobredosis de narcóticos, 
Thomas se emborracha hasta entrar en coma etílico,
Plath inhala el gas que sale de su cocina, 
Celan se arroja a las aguas del Sena en una crisis,
Ferrater se asfixia con una bolsa en la cabeza,  
Pizarnik echa mano a 50 grageas de barbitúricos,
Sexton aspira las emanaciones del motor de su auto,
Goytisolo se lanza al vacío desde un edificio de departamentos,
en la calle Mariano Cubí, en Barcelona, una mañana más negra que la noche...
Es así como mueren estos poetas:
yendo hasta el fondo de su desventura.

  
EL FIN YA TUVO LUGAR

El fin ya tuvo lugar.
Lo que queda
son los detritos de la historia.

ºººººººººººººººººººº


4 comentarios:

  1. Qué buena muestra de excelente poesía esta de César cantoni, sin duda uno de nuestros referentes contemporáneos más altos de Argentina. Su voz precisa y filosófica me encantó siempre. Alfredo Lemon

    ResponderEliminar
  2. Poemas para vibrar.
    Sigue traicionando Poeta, sigue resistiendo .
    También el fin es el principio .
    Mi respeto por tu poesía.
    amelia arellano

    ResponderEliminar
  3. Es un placer leer a este poeta singular... Veterano de Las Malvinas es conmovedor como ejemplo de gusto personal, pero todos los poemas de César Cantoni merecen la atención y el aplauso desde el alma.
    Excelente poeta y acierto de esta revista.
    Alberto

    ResponderEliminar
  4. éstos poemas son como caminar en la llanura con la ilusión de alcanzar el horizonte se convence uno que son infinitos, C.A.T.

    ResponderEliminar