ENAMORADOS DEL ÁTOMO |
Se escribió mucho sobre el tema y no vale la pena detenerse en detalles. La desgracia era bastante reciente como para que nuestros abuelos la recordaran y nadie quería hablar de eso. Grandes sectores de Asia, Africa y Europa habían quedado arrasados: los atlas de la zona, una vez más, eran irrelevantes. Pero ya no por razones políticas, no se trataba de nuevos paises o de golpes de estado, como en el siglo XX y comienzos del XXI. Toda la realidad geográfica se había transformado: ríos, mares,montañas, lagos... Había cambiado todo...
En fin, esa es otra cuestión. Yo hablaba de mi amor por la socio-arqueología. Había salido con mi grupo de estudio, tendría entonces 12 ó 13 años; nos detuvimos para comer en un hermoso parque lleno de árboles y vegetación. Siguiendo mi costumbre, me alejé de mis compañeros y comencé a caminar por los alrededores. En un lugar apartado había una montaña de escombros. Como es lógico eso me llamó mucho la atención: era muy raro que los reconstructores dejaran basura tirada en un lugar de recreo. Se oían ruidos de máquinas, lo que me hizo suponer que el lugar todavía no había sido abandonado por los trabajadores del paisaje y ese montón de basura iba a ser reciclado en pocos momentos.
Quise aprovechar la oportunidad y no lo pensé dos veces: era algo que nunca me había ocurrido. Me acerqué rápidamente y comencé a revolver en la masa de desechos. Había, más que nada, piedras quemadas y pedazos de hierro retorcido. Entre los hierros sobresalía una especie de chapa plana, con relieves.Tiré del pedazo hasta que logré liberarlo. Era realmente una chapa oscura, con tres líneas de relieves que sin duda eran letras. Me guardé la lata y volví con mis amigos. Todo esto no había durado más que diez minutos, por lo que nadie notó ni preguntó nada. Por supuesto que estaba cometiendo un crimen cuyo castigo, si me hubieran descubierto, era muy severo. Se decía que todos los restos estaban contaminados por residuos atómicos, y solo despues de pasar por el aparato de reciclado quedaban limpios...No me importó. Yo quería saber, descubrir qué decía la plancha de metal.
Cuando llegué a mi casa me encerré en mi habitación, limpié la tablilla y la observé detenidamente: la primera y la segunda líneas me resultaban incomprensibles, pero la tercera estaba en inglés. Decía: PALMAHIM CROSS. Hmm...Cruce Palmahim.
En el altillo había un cofre con viejos libros pertenecientes a mi difunto abuelo. Tal vez encontrara algún atlas o manual de geografía...Nunca revisé ese baúl, y aunque no me habían dicho nada, más de una vez escuché a mis padres discutir sobre esa y otras reliquias de su niñez. Aparentemente mi madre quería deshacerse de todo –decía que era peligroso- y mi padre se oponía con firmeza. Subí y comencé a revisar el contenido del arca. Era bastante grande y estaba atiborrada de cosas, pero colocadas en cierto orden. Saqué los libros pensando hojearlos uno por uno y devolverlos a su lugar en la misma forma en que los encontré. El primero era pequeño y grueso. En la última página bajo caracteres incomprensibles había una fecha: 2070. Eso era antes de la Hecatombe. Era extraño pero hasta ese momento nunca había pensado en las fechas de nacimiento de mis abuelos. Era posible que ellos hubieran vivido en plena catástrofe y en ese caso mis padres tendrían información de primera mano...¿Por qué mi padre nunca me había hablado de ello? Esa misma tarde lo averiguaría...
Haber encontrado ese librito el mismo día en que cayó en mis manos la chapa, me pareció un signo favorable. Como la mayoría de la gente, yo tambien, en ese entonces, creía en los signos propiciatorios o adversos: un gato negro, una estrella fugaz, una coincidencia... Solo en la actualidad tengo el convencimiento que esos presuntos signos son mensajes de nuestro inconciente, favorables o adversos de acuerdo con sus dictados, pero demasiado complejos para que nuestra inteligencia los comprenda.
Seguí revisando los libros; la mayoría eran incomprensibles para mí, estaban escritos en un idioma que desconocía. Por las portadas, que estaban en el lado derecho del libro y los pie de imprenta, del lado izquierdo, deduje que esta lengua se escribía de derecha a izquierda.
Pero eso fue todo. Entre los pocos libros en inglés que encontré había un viejo atlas. Lo hojeé sin mucho interés, sabía que los cambios habían sido demasiado grandes para que pudiera identificar algún lugar. De pronto reconocí el Mediterráneo (nosotros vivíamos entonces cerca de su costa) aunque los nombres de las ciudades y accidentes geográficos estaban cambiados. Yo sabía que despues de la Gran Hecatombe todos los nombres, en todo el mundo habían sido reemplazados, pero no sabía por qué.
Puse el atlas a un lado y continué revisando. Apareció un nuevo librito, pequeño y grueso como el anterior, pero en inglés: LA SANTA BIBLIA , leí. Comprendí que era la versión inglesa del que había encontrado antes. Después de ordenar todo como estaba, me llevé el atlas y la Santa Biblia a mi habitación y los escondí.
Para no alargar demasiado mi historia diré que despues de mucho vacilar, consulté con mi padre mis descubrimientos y él me explicó lo que hoy ya es del dominio público: nosotros vivíamos en una zona que durante parte del siglo XX se llamó Estado de Israel. Debido a que fué el foco de la Gran Hecatombe , durante el siglo XXII se prohibió toda mención a su existencia.
Como todos los hechos trascendentes en la historia de la humanidad, tambien éste además de provocar la muerte de millones de seres y un desastre ecológico, originó cambios positivos: dejaron de existir políticamente las naciones, se desarrolló la democracia de base que hoy conocemos, aún detalles pequeños como los nombres de los accidentes geográficos y las ciudades que recordaran héroes o acontecimientos nacionales se cambiaron (esto como se sabe, fue producto del desarrollo de la psico-historia). Hoy es consenso que ponerle el nombre de un héroe de guerra a una plaza no es un hecho intrascendente, sino que modela y educa. Otorga valor universal a la violencia, al chauvinismo, a la intolerancia...
Volviendo a mi relato, cuando comencé a estudiar secretamente la Biblia , la Hecatombe me recordó el diluvio bíblico, era muy interesante, hasta diría sugestivo, que en un libro tan antiguo, se describa algo que ocurrió tantos siglos después. Es verdad que la Hecatombe no fue solo una inundación, pero destruyó una gran parte de la raza humana. ...Y no fue necesario que un dios tomara la decisión: los hombres llegaron al terrible desenlace sin ninguna ayuda.
En definitiva, mi pequeña chapa era el nombre de un antiguo cruce de caminos en el llamado Estado de Israel: país creado como consecuencia de un holocausto y desaparecido como resultado de otro. ¿Habrá sido el último? ■
Nurit querida . !Que relato! Otra Julio verne .
ResponderEliminarLo seguí con atención y con una sonrisa...hasta el final .
No es la promera vez que me pasa con vos , un cuento casi ingenuo y PLAFFF un desenlace inesperado que te desestructura. Sos muy buena
escribiendo , Nurit,
Un abrazo fuerte .
amelia
Nurit, a mí tambien me pasa pensar en dónde estoy parada, sentada y me acuesto a dormir cada noche y me despierto cada mañana, gracias a un Creador que legó a la humanidad la maravilla más grande para que su mayor creación la destruyera de todas las formas posibles. "que triste ver un día a los animales manifestándose por la vida!", justo hoy escuche varias veces la canción. Tambien pertenezco a ese punto del mapa por el que y desde el que podrían desaparecer todos los mapas conocidos. Despues de todo, diría el inteligente hombre, el mapa no es más que un dibujo paradigmático y los paradigmas pueden cambiar. Maxi, el perrito que cuida ElsaJaná. Guau guau.
ResponderEliminarQué imaginación! a mí me cuesta horrores escribir sobre temas que no puedan ser una puesta de lo real y vos Ester - una vez más -lo has hecho muy bien.
ResponderEliminarLily Chavez
Muy buena la parte del hallazgo del cartel, la idea, la curiosidad inevitable y la pregunta del final redondean un relato de ciencia ficción que se inscribe en la mejor tradición del género, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarCiencia ficción , el caos final, arqueología y antropoligía una buena historia de pasado y futuro agorero y crucial que conmueve el quid de nuestro presente.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Ante la amenaza de una realidad, Ester se vale de una imaginación creíble.El género literario del tema es subliminalmente un anticipo, un alerta.
ResponderEliminarTiene detalles ricos como volver a los relatos del Génesis en la Biblia, la importancia de dar un nombre, la valoración de los mapas. . . y algo que aterra: ubicar la Hecatombe en el lugar histórico del Holocausto y en la tierra donde actualmente vive la autora.
Un cuento que me apasionó. Mis felicitaciones.
MARITA RAGOZZA
Realmente una obra maestra. Es la descripción de una dura realidad, presente y futura. El hombre, con un solo deseo: "La búsqueda del poder". Los que todo lo quieren, nada tendrán... Lo que no se comparte, no sirve. Pero La Biblia estará siempre ahí. Alguien la abrirá por primera vez, en ese nuevo periodo y...
ResponderEliminarRoberto