Pintora y poetisa, apasionada y admiradora de la revolución cubana, amiga de Frida, sobrina de Don Alfonso, lideresa del grupo feminista Las Pavorosas (1) (feministas mexicanas a quienes la historia oficial ha olvidado ferozmente, pero que nosotras, como parte de nuestra memoria colectiva, de nuestros pulmones, de nuestras arterias y de nuestro plexo lunar, estamos recuperando, tal vez no el primero pero sí uno de los que más incidieron en el arte y la cultura de nuestra sociedad de Tlatoanis/Reyes/Sacerdotes). Cercana a poetas estridentistas (¡Viva el mole de guajolote! y ¡Apagaremos el sol a sombrerazos! -saludos don Germán List, dondequiera que se encuentre en ese Café de Nadie, adonde llegaré a besarlo nuevamente-). A Aurora Reyes le correspondió –aurora enrojecida- ser la primera muralista mexicana. Margarita Aguilar nos recuerda que el primer mural pintado por una mujer en México fue Atentado a las maestras rurales, y no como se le conoce actualmente: Atentado a los maestros rurales, uno de los siete realizados por la chihuahuense Aurora Reyes: ópera prima digna del muralismo realizada por mujeres en México (2). Porque, ya se sabe ¿verdad? que el muralismo mexicano sólo tiene (aparentemente) tres o cuatro nombres testosterónicos: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros (El Coronelazo)… ¡Ah! y también Rufino Tamayo, en la segunda generación de pintores muralistas.
La Palabra Inmóvil
Amor, fuera olvidarte como perder los ojos,
cegar frente a los verdes más claros de la vida,
caer en el invierno con un sueño encerrado
sepultando los brotes de la flor del prodigio.
cegar frente a los verdes más claros de la vida,
caer en el invierno con un sueño encerrado
sepultando los brotes de la flor del prodigio.
Desconocer las formas que anidaron el tacto,
ignorar la sonrisa que prepara la aurora
en los húmedos labios terrenales;
no haber sentido nuca ese punto celeste
en el que culminaron los pasos de la sangre.
ignorar la sonrisa que prepara la aurora
en los húmedos labios terrenales;
no haber sentido nuca ese punto celeste
en el que culminaron los pasos de la sangre.
Amor, fuera olvidarte como abrazar un río desde su nacimiento,
y sólo rescatar para la muerte una frente de polvo,
una carta perdida o el cadáver de un árbol.
y sólo rescatar para la muerte una frente de polvo,
una carta perdida o el cadáver de un árbol.
En el pecho inocente del amor cabe todo:
ángeles y demonios, rosas y lejanías,
resurrecciones tristes y el crimen y el milagro.
ángeles y demonios, rosas y lejanías,
resurrecciones tristes y el crimen y el milagro.
Todo cabe en su hondura,
menos esa palabra de sueño sin columnas,
?desierto sin arenas, mar sin agua?
palabra inmóvil de vacía muerte:
ni ausencia, ni dolor, ni abismo…¡nada!
menos esa palabra de sueño sin columnas,
?desierto sin arenas, mar sin agua?
palabra inmóvil de vacía muerte:
ni ausencia, ni dolor, ni abismo…¡nada!
El olvido, amor mío, es palabra maldita,
que retorna a lo informe, al origen de la sombra,
disolviendo la huella de la luz traicionada.
que retorna a lo informe, al origen de la sombra,
disolviendo la huella de la luz traicionada.
¿Cómo olvidar el aire y el agua de tu nombre?
¿Cómo olvidar la tierra y el fuego de tus manos
y el rostro de la piedra de tu rostro?
¿Cómo olvidar la tierra y el fuego de tus manos
y el rostro de la piedra de tu rostro?
No importa la presencia, la soledad no importa,
ni los arcos de niebla que crucé por hallarte.
Amor, el victorioso latido de tu esencia
desde lo más profundo de mi ser se levanta.
ni los arcos de niebla que crucé por hallarte.
Amor, el victorioso latido de tu esencia
desde lo más profundo de mi ser se levanta.
Recóndita espiral
Aérea faz de roca construida,
suspendida en la noche de la infancia.
Recuerdas idolátricos perfiles
de inarmónica danza.
¿Eres diáfana sombra o luz caída,
anticipada muerte rescatada,
perímetro de ausencia o invadida
forma de realidad acumulada?
Entre muros de angustia vacilante
y estatuas calcinadas
húndese el horizonte de mi frente
en colérica sal desparramada.
¿Cuál fragmento de espejo
se quedó con mi cara?
El sueño gira lenta, lentamente,
repitiendo sin voz una palabra:
Espiral, espiral,
flor infinita…
¡Cuántas estrellas desprendidas,
cuántas!
No interrogues al cardo,
no te asomes al río,
no llames al secreto.
¿Has oído cantar la tierra húmeda
bajo tu corazón?
¿Has visto la tormenta crecer y hacerse múltiple
en las alas del árbol?
¿Has palpado el amor en el recóndito
ruiseñor de los huesos?
Mira subir la lluvia por los tallos
y retornar el cielo.
Elévate en los pétalos azules,
en las trémulas manos de las hojas,
en la cifra total de los sentidos.
La ascensión te reclama las raíces,
la sombra, la garganta, los cabellos.
¡Líbrate, rompe todo, desángrate, agoniza!
pero no te ciña el pensamiento.
Los corales del tacto, los corales.
Los caminos del viento…
Una sola palabra de tus ojos
despertará la muerte que perdió tu mirada,
la muerte que circunda tu contorno de niebla,
la que habita detrás de cada párpado
en las cuencas de todas las preguntas
que anidaron las fieras subterráneas.
Crece, silencio. Crece con los barcos,
con el fuego y el mar y la distancia;
trasciende los lamentos impotentes
de las últimas playas.
Crece el cielo más alto
del amor sin sonrisa,
sin rostro, sin espejo,
sin arena, sin agua…
'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''
suspendida en la noche de la infancia.
Recuerdas idolátricos perfiles
de inarmónica danza.
¿Eres diáfana sombra o luz caída,
anticipada muerte rescatada,
perímetro de ausencia o invadida
forma de realidad acumulada?
Entre muros de angustia vacilante
y estatuas calcinadas
húndese el horizonte de mi frente
en colérica sal desparramada.
¿Cuál fragmento de espejo
se quedó con mi cara?
El sueño gira lenta, lentamente,
repitiendo sin voz una palabra:
Espiral, espiral,
flor infinita…
¡Cuántas estrellas desprendidas,
cuántas!
No interrogues al cardo,
no te asomes al río,
no llames al secreto.
¿Has oído cantar la tierra húmeda
bajo tu corazón?
¿Has visto la tormenta crecer y hacerse múltiple
en las alas del árbol?
¿Has palpado el amor en el recóndito
ruiseñor de los huesos?
Mira subir la lluvia por los tallos
y retornar el cielo.
Elévate en los pétalos azules,
en las trémulas manos de las hojas,
en la cifra total de los sentidos.
La ascensión te reclama las raíces,
la sombra, la garganta, los cabellos.
¡Líbrate, rompe todo, desángrate, agoniza!
pero no te ciña el pensamiento.
Los corales del tacto, los corales.
Los caminos del viento…
Una sola palabra de tus ojos
despertará la muerte que perdió tu mirada,
la muerte que circunda tu contorno de niebla,
la que habita detrás de cada párpado
en las cuencas de todas las preguntas
que anidaron las fieras subterráneas.
Crece, silencio. Crece con los barcos,
con el fuego y el mar y la distancia;
trasciende los lamentos impotentes
de las últimas playas.
Crece el cielo más alto
del amor sin sonrisa,
sin rostro, sin espejo,
sin arena, sin agua…
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Poesía importante donde la palabra no queda inmóvil y el nexo con lo infinito marca su estilo.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Me encanta , toda la pasión revolucionaria en ella.
ResponderEliminarCuanta razón! "El olvido, amor mío , es palabra maldita"
Muchas gracias.
amelia
Es un privilegio publicar poemas de esta poeta y muralista cuya vida fue devoción por el arte y a la justicia en la experiencia social de aquel Máxico que fue un ejemplo en la gran patria americana.Aurora Reyes no escribió poesía individualista de amores perdidos o angustias de la nada. Revolucionaria como Benito juárez y sus coetáneos...
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