miércoles, 15 de junio de 2011

GUILLERMO HERZEL


  - breve historia de una catástrofe

GUILLERMO HERZEL


Hace unos poquitos días me lo contó Esteban. Un hombre relativamente joven, gran conocedor de los secretos del mar, dueño de uno de esos barquitos que en Puerto Madryn se internan, mar adentro, con turistas, en busca de la ballena franca.
Hablamos de muchas cosas vinculadas a sus experiencias con esos gigantescos mamíferos del mar: Vínculos que establecen con algunos hombres y sus barcos, diferentes conductas ante la presencia humana y también en las relaciones con sus semejantes. Me contó de preferencias y fidelidades, de parejas más recatadas y de actitudes totalmente desinhibidas que, en algunas excursiones, pudo mostrar a sus pasajeros. Algunos, entusiasmados, volvieron al día siguiente con la esperanza de disfrutar otra vez del mismo espectáculo, que –él lo sabe muy bien- rara vez suele repetirse al otro día.
Me dijo que, allá por setiembre del año pasado, notó algo raro en el comportamiento de la colonia de ballenas que, para esa época, ya era muy numerosa en las aguas del Golfo Nuevo. Allí, a la altura de Puerto Pirámides, a escasa distancia de la costa, hacían reuniones en el fondo del mar, sin volver a la superficie por muy largo tiempo, atentando contra el negocio de este buen hombre que, entonces, no sabía qué decir a sus pasajeros que reclamaban ver esas tremendas moles de vida.
Algo estaban tramando, me dijo entonces, agotando mi credulidad.  
¿Cómo que tramaban algo, Esteban? 
Y si, ¿Qué hacían durante ese largo tiempo que pasaban sumergidas, sin dar siquiera una mínima señal de vida?
Lo supe recién este domingo, cuando escuché la primera noticia de la catástrofe que vivía Japón.
Usted sabe que ese es el único país que sigue cazando ballenas, a pesar de toda la legislación que hay en el mundo para proteger a la especie.
Bueno, algunas de aquellas que se sumergían por largo rato en las aguas transparentes del golfo, eran parte de un tribunal que debía impartir Justicia, otras simples testigos que contaban experiencias y pormenores que guardaban de aquellas terribles matanzas en los mares del Sur.
Nunca supe, hasta el último domingo, cuál había sido la condena.  

Guillermo Herzel  -  marzo de 2011

                                                                                                                                                

3 comentarios:

  1. Guille, que lindo este contar como de un amigo a otro, como cuando haciámos las sobremesas aquellas, te acordás? contado así, como para que el otro abra los ojos y se sorprende y se quede pensando en el asunto este de las ballenas...del hombre, de la justicia ausente.
    Un abrazo.

    Lily Chavez

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  2. Ballenas, la fuerza justiciera o no de la naturaleza y la injusticia del hombre con su entorno del que vive.
    Amablemente contado casi en un susurro de amigo a amigo y con el desenlace abierto del despiste.
    Tan interesante como tu poesía breve y concisa.
    Celmiro Koryto

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  3. con la sencillez de siempre... otra vez lograste estremecerme!! Te adoro Guille! (Nati, la machi de Huincul)

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