La gente parece flores al fin. Nuevos poemas.
Visor, 2009.
ISBN. 9788498957280
344 páginas.
18 euros.
Traducción de Eduardo Iriarte.
Alejandro Luque
Alejandro Luque
Puse el libro sobre la cesta de la ropa sucia, junto al inodoro. Pensé que a Bukowski, tan escatológico, no le disgustaría ese destino provisional. Por mi parte, nadie dirá que desaprovecho una ocasión para elevar los magros índices de lectura de la comunidad andaluza: echaba una meada, leía un poema; me cepillaba los dientes, leía otro poema; si me consagraba a otros menesteres, podían caer algunos más.
La verdad, no esperaba ninguna sorpresa. Me refiero al libro, no a la fisiología. Era el viejo Chinaski, siempre igual. Problemas con las mujeres. Broncas sin cuento con tipos más grandes que él. Apuestas en el hipódromo. Cervezas, licores fuertes. Polvos sin pasión. Mamadas de asiento de atrás perdidas en la memoria. Frases cortas y tajantes, como éstas. Después de trescientas y pico páginas, maldita sea, no es fácil evitar la contaminación.
La poesía de Bukowski es a menudo prosa dispuesta en versos irregulares, con algún accidental arrebato lírico que él tiene por costumbre largar distraídamente, como con pudor. Algunos poemas son buenos relatos desperdiciados, como el de unos caballos que se olvidan de la meta y galopan en dirección contraria. Otros son buenos poemas frustrados. Y los hay malos de nacimiento. Malos de cojones.
Dije que es el mismo de siempre, sí, pero también se trata de un libro especial: el último. Son sus poemas póstumos, las carpetas definitivas que el editor John Martindesempolvó a la muerte del autor, en 1994. El tipo duro y pendenciero se dispone a librar la última pelea, la que sabe fatalmente perdida de antemano. “Luchar por cada minuto”, lo llama él. Está viejo. Está cansado. Es padre de una niña. Su poesía es una matraca monocorde de la que afloran a ratos limpias notas de violín. En la anécdota vulgar, cree, puede estar la cifra de la condición humana. Lo trivial y lo trascendente son aquí dos piedras cuya fricción produce chispas.
Me afeitaba, dos poemas. Me daba una ducha, otros dos. Pensaba. Es entrañable. Es insoportable. Se enreda en metáforas que son como callejones sin salida. Encuentra la luz en lo más sencillo: “la vida es estar solo/ la muerte es estar solo”. Más de uno daría veinte de los grandes por escribir algo así. Después de ocho o diez poemas mediocres, viene un mazazo como “Los zapatos de Jane”. Más de uno daría cien de los grandes por escribir algo así. Luego se suceden más poemas flojos, más relleno. Bukowski nunca se llevó bien con la chimenea y la papelera, los mejores amigos del escritor. También mi frutero me cuela de vez en cuando tomates chiguatos, convencido de que es mejor que me los coma yo a tener que comérselos él.
Es falso que Bukowski no tenga estilo. Ése es su estilo genuino, su no estilo. Calculadamente desaliñado, juega como siempre a maltratar el género. Suelta exabruptos para escandalizar a la América puritana, pero a ratos parece un niño practicando sus palabrotas recién aprendidas. Culo, teta, caca. Parece que no corrigiera, pero hay que corregir mucho para lograr ese efecto. Parece que le importara un carajo el reconocimiento, pero cultiva la creencia de que la poesía pueda concederle, oh vanidad, una segunda vida en el Parnaso: “los buenos seres humanos salvan el mundo/ para que cabronazos como yo podamos seguir/ dedicándonos al arte,/ llegar a ser inmortales./ si lees esto mucho tiempo después de mi muerte/ significa que lo he logrado”.
Qué bueno es Bukowski. Qué malo es Bukowski. Qué malo y qué bueno. El libro se termina. La obra del tipo también acaba aquí. Ya sólo quedan, ay, sus insufribles imitadores. Si prueban ustedes, no olviden tirar de la cadena.
ENCOMIOS
tras la muerte
exageramos las buenas cualidades de una persona,
las inflamos.
en vida
a menudo nos repele esa misma persona
mientras hablamos con ellos por teléfono
o sencillamente al estar en la misma habitación.
y a menudo nos mostramos críticos con su manera de
caminar, hablar, vestirse
vivir
creer
pero que se mueran,
a ver en qué criaturas se convierten
entonces.
ojalá en algún funeral
alguien dijera:
“¡qué tipo tan odioso
era!”.
incluso en mi funeral
que haya un poquito de verdad,
y luego la buena tierra
limpia.
tras la muerte
exageramos las buenas cualidades de una persona,
las inflamos.
en vida
a menudo nos repele esa misma persona
mientras hablamos con ellos por teléfono
o sencillamente al estar en la misma habitación.
y a menudo nos mostramos críticos con su manera de
caminar, hablar, vestirse
vivir
creer
pero que se mueran,
a ver en qué criaturas se convierten
entonces.
ojalá en algún funeral
alguien dijera:
“¡qué tipo tan odioso
era!”.
que haya un poquito de verdad,
y luego la buena tierra
limpia.
La crítica tiene aciertos pero no dice a favor de Hank que si bien no los tiró tampoco intentó publicarlos. A menudo sucede con grandes escritores (y no tanto) que alguién encuentra una caja de zapatos con poemas de la primaria y allí van, al negocio, quizá no sea este el caso y para muestra alcanza con Encomios.
ResponderEliminarLo que nunca se me ocurriría es leer bajo la ducha como nuestro cronista, Carlos Arturo Trinelli
Creo que es una buena crítica, escrita con amor. Es verdad, creo, que a Bukowski no le importaba la opinión de los demás, pero también es verdad, supongo, que le importaba mucho. Pienso, y de esto estoy segura, que todo aquel que escribe, pinta o compone, esculpe, borda o diseña modelos, quiere saber qué opinan los demás. Los demás son oxígeno, alimento, agua para el espíritu. Aunque el creador diga lo contrario...
ResponderEliminarRescato de la crítica cuando dice que algunos poemas son buenos relatos desperdiciados. Luego, me parece que Luque quiere copiar el estilo de Bukowski y no le sale.
ResponderEliminarPara mí a Bukowski le cabe esta frase que escuché ayer: " Escribe e incomoda a los cómodos y acomoda a los incómodos.
Lo mismo es una publicación interesante para leer
MARITA RAGOZZA
una revista literaria y cultural debe publicar lo que cree interesante para sus lectores, y cada lector debe ser un crítico de lo que lee.
ResponderEliminarPara esta nota, y para todas las demás, nadie puede hacerse responsable de que lo que editamos es legítimo excepto que haya pruebas en contrario.
La pedantería del autor corre por su cuenta. aunque la novedad vale la pena.
Olvidé agregar: La "suciedad" de Bukowski no le da derecho a nadie a jugar con la memoria de un "GRANDE".
ResponderEliminarVolví al texto por si hoy tenía otra impresión. Y es que sucede que hay criticas o análisis que pretenden opacar la genialidad de Bukowski.
ResponderEliminarReitero, es bueno leer todo.
MARITA RAGOZZA
No tengo nada en contra de compartir mis reseñas, pero para no faltar a la cortesía elemental del copyleft agradecería que constara la fuente original donde fueron publicadas. esta salió en el blog Estado Crítico, criticoestado.blogspot.com. Gracias. A. Luque.
ResponderEliminarq buena poesia publicaste , tus criticas me da igual :)
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