Comicidad. Se celebra este año el centenario de mario moreno
En el centenario de Mario Moreno (Cantinflas), el escritor cubano Rodolfo Santovenia repasa la personalidad y la obra del actor.
Cantinflas. Símil del "atorrante" rioplatense.
Cuando el personaje de Cantinflas, creado por Mario Moreno nacido el 12 de agosto de 1911 y fallecido el 20 de abril de 1993 aparece en la pantalla, su manera de vestir causa sensación. Trae los pantalones caídos, una camiseta de mangas largas, pañuelo al cuello, restos de una tela que él llama gabardina colgándole de un hombro, sombrero raído que alguna vez fue nuevo y ajados zapatos de un número mayor que el suyo.
Pero lo de mayor impacto es el lenguaje que emplea, hecho de frases entrecortadas y sin sentido. De modismos y formas adverbiales. De palabras que bien entendidas no significan nada y sólo son un canto a la incoherencia, al atropello de la sintaxis, a fin de construir una inteligente y cariñosa parodia del sentencioso hablar popular.
Algunos lo comparan apresuradamente con el personaje del vagabundo ideado por Charles Chaplin y le encuentran afinidades. Cierto que existen puntos de semejanza pero no lo es menos que entre Charlot y Cantinflas hay diferencias fundamentales.
Como que el primero responde al ingenio europeo madurado en agudezas intelectuales y el segundo actúa conforme con el sentido de las razas mágicas que se expresan en vivencias e intuiciones.
Charlot, siendo pobre, aspira a ser todo un caballero. Está decidido a abandonar su vida de infortunio para convertirse en señor. Viste de vagabundo pero lleva puesta ropa de caballero.
Cantinflas, por su parte, viste de "pelado" y no tiene aspiraciones de cambiar su estado social. Y si por casualidad se convierte en señor, procede siempre como "pelado". Un "pelado" que es señor sólo por accidente.
Además, Charlot es la pantomima. Y Cantinflas es el monólogo. Uno nace en el cine mudo. El otro en el sonoro. En Charlot hay explicación y justificación. En Cantinflas sólo hay complicación que no se explica. Un quiero y no puedo. Una búsqueda de resonancias imposibles.
Mario Moreno se duerme en los laureles del éxito obtenido y olvida que su personaje no es un triunfo absoluto sino un punto de partida para construir una personalidad artística de relieve. Charles Chaplin jamás está satisfecho con lo alcanzado y lucha cada día por mejorar a su héroe.
Y lo hace apoyándose en tres factores: la expresividad plástica de su figura, la intensidad de su mirada, y el patetismo de sus manos. Es decir, con movimientos siempre encuadrados en una actitud figurativa. Con ojos tratando de expresar los más variados estados de ánimo y con manos que le den ese toque de fragilidad que tanto profundiza en sus actuaciones.
Por otra parte, el "pelado" mexicano de Mario Moreno tiene allegados en distintas latitudes. Como el "roto" chileno, el "atorrante" rioplatense, el "golfo" español. Seres que poseen antecedentes de noble rango. Como el estudiante de la hispana novela picaresca o el agudo criado del teatro de Moliere. Como el avispado compañero de viaje de un Pickwick inglés o el cómico andariego de la Comedia del arte. ■
Excelente artículo donde se compara la comicidad de Chaplin con la de Moreno, ubicando a éste más en las características latinoamericanas.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA
Muy buen artículo. Si , creo que hay diferencias entre ambos : la pertenencia a una clase social determinada. Me gusta el Carlitos europeo , pero el que me produce una ternura similar a la que despertaba Minguito , es Cantiflas.
ResponderEliminarGracias por el esfuerzo , Editorial.
amelia