sábado, 8 de octubre de 2011

RUTH PATRICIA RODRÍGUEZ




(Ecuador, 1966). Escritora y catedrática universitaria (Universidad San Francisco de Quito. Escuela Politécnica Nacional). Master en Estudios Humanísticos por el Instituto tecnológico de Monterrey. Master en Educación por la Universidad de Loja, Ecuador. Ganadora de concursos nacionales de cuento infantil (Círculo de Lectores) y de cuento juvenil (Pablo Palacio). Representante del Ecuador ante la Asamblea Mundial de Jóvenes Artistas por la Paz, en la República de Bulgaria. Miembro del Taller de Literatura Pablo Palacio y de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al búlgaro y publicados en varias revistas literarias del país.
En 2005 obtuvo la Condecoración Pablo Palacio al Mérito Literario, otorgada por el Consejo Provincial de Loja. Entre sus obras se cuentan: Algo más que un sueño (1978, cuento), Desde el barro azul (1988, prosa poética y cuento). El balcón de los colores (1990, cuento), Lengua de siervo (Poesía). Al filo de Clepsidra (1995, novela).  Deseábulos (1998, libro colectivo de la Red Cultural Imaginar). Impúdica (2007, poesía). Escribir es Formidable (2008),  (texto de estudio para el área de composición escrita).Putas de Cristal (2010). Los fantasmas de Odín (novela inédita).
Su obra ha sido valorada por la crítica nacional en los estudios de Miguel Donoso Pareja, Antología de Narradoras ecuatorianas (Quito, Libresa, 1997), y de Raúl Pérez Torres Índice de la narrativa ecuatoriana (Quito, Editora Nacional). Apoyos internacionales a su obra le han sido ofrecidos por los escritores Luis Goytisolo (España), Enrique Anderson Imbert (Argentina), Emir Rodríguez Monegal (Venezuela), Alvaro Mutis  (Colombia), Carlos Eduardo Jaramillo (Ecuador).


Los Tempranos Llegan Tarde. Historia Para Dementes.


Era la primera vez que se atrevía a estar sin alguien. Hasta entonces había sorteado la soledad, aferrándose a la presencia de cualquier ser existente que pasaba por su vereda. Desde los mendigos hasta los voceadores de periódicos, todos la conocían en el barrio; su conversación era fluida con los perros y canarios o con los geranios que colgaban de su balcón. No aparentaba cincuenta años, pues su carácter era alegre y hasta cierto punto caprichoso si el silencio se hacía insoportable y exigía asirse de las paredes con tal de no encontrarse a solas.  La música siempre salía hacia afuera por algún resquicio de las ventanas. Pero ese día, el mundo se paró y, aunque cerró los ojos para no ver, sintió que todos los cuerpos salieron despedidos, no había inercia y sus huesos se estremecían al contarle un secreto bajo la piel. De pie y sin nadie, apenas con un poco de sí que sostenía su columna madura, advertía que era tiempo de encontrarse. El miedo a lo desconocido era una frase hecha para las películas de ciencia ficción, pero en ese instante empujaba patética, avergonzaba, le imprimía una huella de orfandad. Tan solo el eco de la ciudad le llegaba como aviso de que allá afuera había un rostro que la esperaba; quizá algún doble suyo que necesitaba ser rescatado para empezar a ser.
Entonces salió, dio el paso hacia las calles frías de la noche. La epidermis del mundo era ahora tan real; no se inmutaba por el tránsito de aquella mujer que deseaba volver a caminar; nadie advertía la indefensión de su desnudez; su fantasma liviano besaba la mirada distraída de los transeúntes y  se apiadaba de las cargas de tristeza: los seres humanos eran hermosos y no lo sabían; avanzaban sonámbulos, acarreando el bulto del cuerpo y extendiéndose hacia el auxilio de un horizonte jamás prometido. Todos regresaban de sus fábricas de sobrevivencia.  Ella también, a su modo, resistía al sueño de querer despertarse; simulaba hacerlo, pero al rato se sentía apegada a las sábanas de la imaginación: ¿dónde estaba, en qué lugar de la vigilia se encontraba perdida?
Apareció un hombre al final de la avenida con actitud de espera. Ella llegaba puntual sin haberse sentido llamada, aunque por esas cosas raras de la intuición sabía que el universo había acertado con un abrazo matemático. ¡Qué hermoso era! Tenía en su mirada fugitiva la incomprensión del dolor y por añadidura una sonrisa de muchacho que apostaba todo por besar. Eran, pues, seres desiguales que intentaban una ecuación perfecta y se daban la mano: él y su pudor, ella y su arrebato.  Estoy cerca de casa, te invito a descansar un rato, le dijo. El joven, aunque ruborizado, aceptó perder su virginidad. Para entonces, ella ya no estaba soñando; él, sí.
El día siguiente fue un mágico despertar junto al candor, un desahogado sueño después del desafío a la tempestad de media noche. Ella y él, vestidos de jardín sobre la alfombra de una vida que amenazaba inoportuna, pero que en esos momentos no parecía importar. Sólo al cabo de un año, Sofía se dio cuenta del error, cuando las preguntas del adolescente fueron en aumento: ¿de verdad me amas?, ¿cómo lo sé, si es la primera vez que me han amado? Ella pasaba su mano de vieja ternura por su cabeza endurecida de  celos;  dentro de ésta acechaban canciones y telenovelas de traición; pruebas suficientes para no creer en nadie, ni siquiera en el primer amor.
Veo las cosas como son, yo las siento, tú mientes, insistía Mateo, mientras lanzaba un dardo a su pupila negra. Entonces ella recordaba los pasos cuando era tan indemne como él y cuando presentía que había mucho por doler en adelante; por eso lo escuchaba con ternura de madre y se golpeaba el pecho entre el humor de un destiempo que, sin embargo, le retiraba todas las culpas.
       ¿Serás tú a quien yo entregue para ser subastada a los mercenarios de mi miedo? ¿Serás tú quien de verdad dices que me amas? ¿Cómo puedes amarme si todavía no soy yo?
       Seré la primera fusilada por tus manos, Mateo.

El destino, ese ser de caminos atravesados, se reía otra vez poniéndose en fila para dar la orden de avanzar hacia aquel miocardio femenino.  Era justo acabar con la insensata mujer que había decidido ser feliz en el momento equivocado; era razonable olvidar a la minúscula solitaria que osaba burlar las leyes de la reparación, y enseñarle a su querubín a ser seguro. Pero el rayo venía implacable y mataba. Ella moría y por desgracia seguía respirando sin recordar cuál era su nombre;  apenas una brizna venida de los árboles parecía soplarlo. Desde el centro del patio del antiguo manicomio, el viento susurró “Sofía” y ella regresó a ver.
Hasta aquí le han sucedido tantas muertes; ahora, una diagnosticada resurrección anuncia una paz definitiva.  Sofía se incorpora y ve al cielo. Una nube choca contra otra que tiene forma de querubín. Cada encuentro conlleva inevitablemente una despedida, dice. Ella logra palparse, sigue viva. La pubertad de ese amor continúa doliendo en su vientre; sus estropeados amores, en cambio, tienen lápida. Camina y ya no quiere entender por pereza o incredulidad. Es mejor y no sabe si es mejor respirar los olores entremezclados de la cocina y del cuarto de enfermería. Cientos de ojos que ella ve pasar se esquivan por los corredores, no se detienen frente a ella, no la tocan, tienen su propia historia que dejar en los expedientes. Un encuentro es realmente un encuentro y no hay muchos, repite incesantemente. Ella lo sabe, pero él, Mateo, tendrá que descubrirlo por sí sólo, yendo al panteón varias veces. Quizá a esta altura haya tenido suerte, tal vez haya encontrado una joven virgen, haya tenido muchos hijos y haya sido feliz. Sofía arquea las cejas, inclina la cabeza y comprende que no todos los príncipes son bondadosos y acuden a visitar a las locas. ■

10 comentarios:

  1. Ruth ,un cuento en donde la poesía se desliza suaviZando la pérdida.
    Se observa un profundo conocimiento de la psiquis femenina.
    Gracias y abrazo.
    amelia

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  2. Una prosa encendida de poesía y un amor que no tolera la vehemencia de la duda, C.A.T.

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  3. Anónimo dijo:

    Su lectura atrapa de entrada. La poesía está presente y viva en éste origional relato. ¡Excelénte Ruth! Sigue adelánte, leerte ha sido un regalo para los sentidos.
    12 de Octubre 2011 17:50

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  4. Ante todo debo felicitar el lenguaje literario que es un extenso poema. La bifurcación entre la locura de amar y la verdadera locura está altamente expuesta.

    Un placer.
    Celmiro

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  5. Cuento que recorre rutas subjetivas, con una sensibilidad exaltada y poética.Romanticismo extraño que camina por los bordes y traspasa lo sublime.
    "... insensata mujer que había decidido ser feliz en el momento equivocado".
    Y me hago a mí misma la pregunta:Existe un momento adecuado para querer ser feliz?
    Cautivante el texto.
    MARITA RAGOZZA

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  6. edualmerey dijo
    Contar una historia con profundidad sensible y poética es obra de una escritora que domina el oficio.
    Esperamos otros cuentos
    felicitaciones

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  7. ruth ud escribio el cuento de el gran poeta de que se trata en si que valores resaltaria del cuento

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  8. Esta lectura nos dice q se trata de un gigante q nadie lo quería que le rayaban la cara y lo odiaban q cuando hablaba nadie lo entendía xq su boca era inmensa y sus palabras caían y nadie podía entender ni ordenar lo q decía pero hubo un día un señor paciente que existen pocos de ellos decidió escucharlo y vi q de su boca salía poesía una poesía hermosa y el señor paciente fue a los periódicos a avisarles q el gigante de su boca salía una hermosa poesía bueno una ves q los periódicos vieron todo la poesía decidieron buscar al gigante peor como no le tenían paciencia al gigante para escucharlo fueron y lo llamaron al señor q lo escuchaba al gigante y el señor les dijo que el les decía toda la poesía del gigante pero a cambio quería la cosecha de ellos y el se la ingenio atreves del gigante para ver una manera de vivir bueno todos ellos aceptaron pero ya paso poco tiempo y la gente ya no tenia mas cosechas para darle al señor así q ellos decidieron hacerlo peor como no tenían paciencia le dijeron al gigante q se agache para q así le caigan mas rápido las palabras eh irlas ordenando y así tener menos esfuerzo q recogerlas y los hombres le debieron q les regale verso pero el gigante les dijo q el no era el q decías esos hermosos versos sino el hombrecillo paciente q de su boca salían esos hermosos versos

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  9. Esos no son los valores.. es el resumen del GRAN POETA

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