domingo, 9 de octubre de 2011

Por Mempo Giardinelli


La lengua que hablamos

"EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS"
 A propósito del Museo de la Lengua recientemente inaugurado en la Biblioteca Nacional, en varias notas de diarios, revistas y radios se lo identifica como “de la lengua española”. Y es curioso, porque tal categoría es un error conceptual, además de que no es la denominación oficial que le ha dado la BN al flamante museo.
Pero este yerro ya está instalado en el imaginario nacional contemporáneo. Lo que obliga a hacer algunas precisiones, porque nosotros hablamos Castellano, no Español.
Es claro que, como se dice comúnmente, hablamos la lengua de Cervantes. Pero es también la lengua de Sor Juana y de Sarmiento, la de Borges y Cortázar*, y la de Neruda, García Márquez, Rulfo y tantos y tantas más que han creado una magnífica literatura que hoy nos expresa a más de 500 millones de personas, y es, después del chino mandarín, la lengua más hablada y leída del planeta por el número de personas que la tienen como lengua materna.
El Castellano es la lengua romance que ha logrado mayor difusión en el mundo contemporáneo. Es uno de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas; el segundo más estudiado en el mundo después del Inglés y el tercero más usado en Internet.
Pero es Castellano. No Español, como se popularizó en el mundo última y equivocadamente, y por diversas razones políticas y económicas. Entre ellas, el avance de Telefónica en América y la creación del Instituto Cervantes como avanzada política cultural de España en el mundo. Lo cual estuvo muy bien para ellos, pero limitó el término “castellano” a designar el dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, y que se habla en esa región. Contribuyó a ello la fácil traducción del gentilicio: Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, espanhol, etc.
“El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad”, declara ambiguamente el Diccionario Panhispánico de Dudas, en su edición de 2005. Pero entre nosotros hace ya 200 años que ese enorme lingüista que fue Andrés Bello advirtió el eje de la cuestión, al titular su obra principal, Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Un título perfecto.
Bello explicaba: “Se llama lengua castellana (y con menos propiedad española) la que se habla en Castilla y que con las armas y las leyes pasó a América, y es hoy el idioma común de los Estados hispanoamericanos”.
“Hoy no hay foco de conflicto con la RAE porque tiene un nivel de comprensión de las singularidades dialectales en América latina”, razona Horacio González. Lo que es cierto, pero no clausura la cuestión. De hecho, y no dudo de que HG lo comparte, el asunto está vigente entre nosotros, e incluso no termina de resolverse en España. La vigente Constitución Española de 1978, posterior a la caída del franquismo, define: “El castellano es la lengua española oficial del Estado (...) Las demás lenguas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas”.
No es dato menor que fue a partir de los ’90 que se inició la reconquista de la América latina por algunas grandes casas editoriales de España, que se transnacionalizaron comprando empresas locales, de México a Buenos Aires.
Nuestra lengua viene de la península, desde ya, pero se ha enriquecido y complejizado con muchísimos aportes propios, y hoy se compone de elementos lingüísticos extraeuropeos que merecen estudio y reconocimiento y la hacen otra, una y múltiple. El Castellano Americano que nos identifica y hermana políticamente recoge tradiciones propias y enlaza parentescos nacidos de esta tierra prodigiosa a la que vinieron millones de extranjeros para asimilarse y enriquecer su carácter, creando una cultura latinoamericana que necesariamente es un fruto plural y que tiene expresiones peculiares y su propia y riquísima tradición literaria. Y así es leída en todo el continente, porque ha sido y es escrita en el Castellano de América.
Hace poco, en la Universidad Federal de Niterói, en Brasil, me tocó inaugurar el 14º Congreso de Hispanistas de ese país, donde nuestro idioma está adquiriendo un notable desarrollo gracias a políticas públicas que advierten la importancia de la lengua que los rodea en todo el continente y que expresa a casi 40 millones de latinoamericanos de todos los países (excepto Chile) con los que Brasil tiene fronteras. Y allí observé el mismo fenómeno: la cuasi imposición de la denominación Español para una lengua –la nuestra– que en realidad es el Castellano Americano que se habla, escribe y lee en Nuestra América.
El asunto no es nuevo. En tiempos de Perón, por cierto, se estudiaba “Lenguaje Nacional”. Y cuando yo era chico estudiábamos “Castellano” de primero, segundo y tercer año; y luego, en cuarto y quinto, Literatura Universal e Hispanoamericana. Hoy se impuso una deslavada e imprecisa “Lengua” mientras se populariza la creencia de que hablamos “Español”.
La importancia del idioma en la formación de una identidad, así como la propiedad, el uso coloquial y la enseñanza de la Literatura no son asuntos menores ni superfluos. Ya Don Juan Filloy lo subrayaba en los albores de la democracia, cuando resaltaba la pobreza coloquial de los argentinos, que usaban poco más de mil vocablos de una lengua que tenía entonces 73.000.
Un cuarto de siglo después las cosas no han mejorado. Hoy, con los aportes de todas las academias correspondientes de la América hispana, nuestro idioma supera los 90.000 vocablos, pero sigue siendo urgente detener la pobreza lexical, la pauperización expresiva y la extranjerización agresiva y aculturizante de nuestro pueblo. Y si ni siquiera sabemos el nombre correcto de la lengua que hablamos, la cosa es más grave aún.

*Nota del editor: llamativa las ausencias de Roberto Arlt y Juan Carlos Onetti...

6 comentarios:

  1. Perdón estaba probando porque me borraba el comentario.
    Decía que , con el debido repeto y ubicuidad creo que no hay un idioma Español.ni de la Castilla , sino como nuestra identidad nuestro idioma esta construido con una mezcla de idiomas originarios mezclado con la lengua del colonizador . Hablamos pues, en Argentino , con determinadas particularidades como sería el Rio plantense que es el idioma que usa A Aldao en sus cuentos . Esta es mi opinión . Como no es un foro no quiero abrir debate.
    amelia

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  2. Yo sí! Roberto Arlt en páginas memorables habló del idioma de los argentinos, en un inolvidable brulote dedicado al gramático Monner Sanz, cuyo lenguaje nada folclórico y castizante ni su propia familia podría entender (escribía Arlt). Prometo publicar el texto mencionado.
    Andrés

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  3. Es cierto lo del Castellano Americano pero no es menos cierto que aún dentro de esa distinción haya marcadas diferencias. Lo importante seguirá siendo el entendimiento. Con respecto a la omisión del autor de la nota supongo que será por que para él los más significativos son los mencionados. He leído a Filloy y el uso de "españolismos" desmedidos, quizá como una provocación, hacen densa su lectura. Carlos Arturo Trinelli

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  4. No hay duda de que América toda habla el castellano con muchas variantes producto de factores culturales diversos que no son un tema menor. Me resulta chocante leer la traducción hecha en España de una novela originariamente escrita en inglés. No puedo concentrarme cuando escucho a un cowboy expresando que nunca vio algo igual "en su puñetera vida". Soy consciente de que esos cowboys no tienen la culpa , ni tampoco el español que los tradujo, a lo que voy es a que nuestras diferencias son bastante grandes y lo del idioma neutro, sólo puede ser válido para documentos oficiales porque me parece sin alma. Nada de ésto es un tema menor pero encuentro el artículo algo superficial y contradictorio . Quizás porque no sé nada del tema o porque necesito leerlo una vez más o porque no sé si me interesa tanto si se llama español o castellano. Se dice British English, American English, Australian English y nadie se hace problema. Yo diría que hablo castellano rioplatense y la tierra de Castilla sólo me atrapa cuando la nombra Marcos Ana
    Cristina

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  5. He sacado en limpio de la nota y de los comentarios, porque cada uno aportó lo suyo y cada uno tiene un poco razón. Coincido con lo que dice Arturo de Filloy y también que cuando uno privilegia lo que más le gusta o lo que quiere expresar puntualmente , seguramente eso hizo Mempho, deja involuntariamente fuera algunos autores. Disfruto de estos enriquecedores comentarios.

    Lily Chavez

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