sábado, 9 de junio de 2012

Amelia Arellano



Premio “Antonio Esteban Agüero”                                                         Convocato
Entregamos nuestro primer PREMIO ANTONIO ESTEBAN AGÜERO, basado esta vez sobre el libro de Agüero "Un hombre dice su pequeño pais", en las categorías ensayo y relato. En cada categoría se eligieron un ganador, 10 menciones de honor, y una mencióin especial. siendo las siguientes:


RELATO: PRIMER PREMIO. 
La voz del mate”,  de Amelia Arellano, San Luis, ciudad

Concurso de “Adaptación de poesía a Prosa” (relato)

LA VOZ DEL MATE     (Seudónimo: FELI )

“…ubre dulce me fue, mi vino verde,                                                                                               mi                        pan primero, mi nodriza amante…”
ANTONIO ESTEBAN AGÜERO.” Digo el mate.”


Porque sábado es hoy y la mañana como fruta madura desde el tala cae…”  pero también me cubre todo, una llovizna de tristeza. Cae como  puñales, y me acuchilla el alma .Y todo yo, soy un ánima en pena, un deshecho.
Hoy es sábado…y  aunque  la mañana  me florece por los poros como fruta en sazón. “Y soy fuerte y sano” siento que soy como un árbol seco que ya no dará frutos.
Mi sangre, es como el mar que no conozco. Mar y relatos de  barcos y    música de las tarantelas de mi abuelo aun me acarician el vientre.


El abuelo tano que aprendió a tocar la guitarra como el mejor criollo, le enseño el tío Zoilo, lo escuchaba tocar horas, no me cansaba.  Mi abuela  le ofrecía en pago un espumoso mate y un beso más casto que el niño que espera la Carmen.

Hoy el vientre me resuena como guitarra rota;  como cuando murió mi abuela.
El viejo no lloró, tomó la guitarra y  tocó  con manos sarmentosas  una cueca y seguramente mi abuela se volvió otra vez pájaro como cuándo bailaba  a los saltitos la cueca cuyana.
Yo lo veía tocar al abuelo y el corazón me sangraba como un pichón degollado. Esa vez no hubo mate. Fui a la cocina y había un mate cebado, le coloqué mas agua y hojitas de beramota, los palos de la yerba flotaban como palitos en la crece.  El abuelo no dijo nada, lo tomó y dos grandes goterones corrieron por su rostro arrugado y cayeron dentro del mate.
Sentía que había remplazado a mi abuela.

Mi abuela, ah, mi abuela, criolla trenza y rasgos aindiados, aun la escucho decir cuando en la escuela dibujamos las carabelas:-
- Esas son perras mentiras, no hay nada que celebrar, la muerte no se celebra -
Mi abuelo la miraba con tristeza y le decía:-
- El hambre tampoco Chabela…tantas mentiras, tantas -y mirándome  decía – mire m’hijo yo vine con una mano atrás y otra delante y mire usted, cuando llegamos aquí, a mi me decían el gringo y a su abuela la india. Hasta el comisario vino y dijo que eran tierras fiscales. Y ella dijo,-que fiscales, ni fiscales -y me miró y exclamó: esta tierra no es de nadie, Orestes, aquí nos quedaremos y plantó un palo de algarrobo  en el patio como señalando el lugar… y nos quedamos nomás-

Mientras pienso, me doy cuenta que estoy despedazando un terrón de tierra con mis pies, como si la tierra fuera la única culpable de mi desgracia. Y no puedo celebrar la ceremonia del mate, porque  la Carmen es tierra y mate, tierra y mate al mismo  tiempo.
Las lágrimas me nublan la vista y otra vez una lágrima cae en la yerba recién colocada. El olor de la yerba es el olor de la Carmen y la curvatura del porongo no es otra que la que su vientre de mestiza, hinchado ahora.
Hinchado como la luna llena.
He acompañado sus vuelos de torcaza y he bebido la vida de sus pezones, duros y oscuros, como madera de roble. He ingresado en su corazón bueno y se ha entregado a mí como el huérfano hambriento al pan.
Y se ha ofrecido como mate espumoso, y he sido picaflor  y la he  libado, al alba y a la noche.
Y acaricio el porongo de la abuela que no se porque lo he sacado y aun no me animo a cebar, delicadamente como tantas veces acaricié sus senos de “curva adolescente y grácil” y le hablo al mate.
Le hablo y me escucha. Y me responde.
Le pregunto, y me amonesta y  me regaña.
Y aquí estoy, de luto en estas soledades, llorando, como un gaucho flojo. Pensando. Recordando. Lamentando.
La grapa es traicionera y aunque había prometido no beber mas, no solo vine a la madrugada  cura’o, sino que su enojó aumentó  el mío. Contesté como mi padre –con falsa guapeza de criollo-  
-A mi nadie me grita ¡Carajo!-
Y aunque no le pegué levanté la guacha amenazante. Su silencio fue mi peor castigo, tomo sus ropas y salió de la pieza
-Pucha si me cortaría la mano!  Digo en voz alta.
-Y la carmen es dulce como la miel pero filosa como espina de chañar!-No va a volver-
Y la memoria se torna verde como la yerba mate y recordar a la Carmen, es recordar a mi madre.
 Me limpio los mocos y las lágrimas con el dorso de las manos y vuelvo a Merlo cuando era changuito y aun no tomaba mate.
Y  me viene el recuerdo de las cuatro mujeres, como un torbellino que me ahoga y me quema como el agua  hirviente:
 Mi abuela, que cebaba el mate con la devoción que rezaba el rosario. La tetera hervía en el bracero de tres patas. La cucharita de alpaca iba y venía con yerba o azúcar. Luego hacía una cruz en la boca del  porongo de plata, el mismo que yo tengo ahora,  y recién entonces colocaba la bombilla.
Las veces que mi abuela me dio mate a escondidas.
Luego que partió la abuela, el viejo se nos fue al poco tiempo.
Yo lloré escondido tras unos chañarles cuando se lo llevaron, los hombres no lloran, decía mi padre.
Esa noche el mate no “volvió liviana la fatiga “de mi padre.
Las manos  silenciosas de mi madre;   iba y venían, en silencio y sin mirarlo, le entregaba el mate.

Nunca olvidaré ese día,  tenía 13 años. Había varias cebadoras y me ofrecieron un mate. En casa  recién a los catorce  años se tomaba mate en público  mi padre me miró y dijo.
-Reciba-
Y me sentí importante. Con ese mate sentí que me entregaban el cerificado de adulto y con el recuerdo, un gusto agridulce recorre mis venas. Dulce como las reuniones familiares, en donde a veces faltaba la comida, pero jamás el mate. Agrio como esta sensación de vacío que me muerde el pecho.

Luego llegó la Carmen
Era de la Punilla y vino a ayudar a mi madre.
Creo que me enamoré cuando la vi por primera vez, era negrita y delgada con piernas fuertes, de caminadora.
Unos ojazos oscuros que parecían  soles negros.
Después me confesó que a ella le pasó lo mismo.
La Carmen, ah,  mi Carmen, se entregaba  junto al mate.
 Yo tomaba el mate y su mano. Las veces que se puso colorada, pobrecita. Yo bebía del mate el sabor de su boca.
Nos juntamos pronto y nos vinimos a vivir al rancho de los abuelos.

Y sigo acariciando el porongo y lamento no saber rezar, pero lo mismo pido, que vuelvan… que vuelvan…Y “sobo” el mate como la lámpara de Aladino, cuento que tantas veces  escuché de la boca de la abuela.
Y ahora la Carmen está encinta y ya no podré vivir sin sus “íntimos sabores” y no quiero la vida sin ellas y quiero llorar y no puedo.
¿Qué será de ella?
 ¿Y la chancleta que se anunciaba?
 Tantas veces soñamos con sus manitos morenas llevando el mate.
 Un sollozo de bestia rompe la noche
“De repente me callo porque siento,                                                                                                una voz que me nombra, y acercarse,                                                                                               sobre un tímido andar y una mirada,                                                                                                 cálido, y dulce, y nacional, el Mate...” y  con él, la Carmen. 
Pongo mi mejilla en su vientre abultado, tomo el mate y los bebo. Sollozando, los bebo.
En la noche callada el alba despierta. El mate, ha hablado. 

11 comentarios:

  1. Aunque no conozco la poesía original, me llegó mucho la historia. Los sentimientos,los avatares de la vida, son universales. Descriptos con bombachas o con frack, con espadas o con boleadoras, con te servido en tazas de porcelana o con un mate criollo, son humanos y como tales no nos son ajenos

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  2. AMELIA CONGRATULACIONES POR EL PREMIO, MAÑANA LEERÉ MÁS TEMPRANO EL CUENTO. IMAGINO TU ALEGRÍA TE MANDO UN ABRAZO. MARTA.

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  3. Muchas felicitaciones, Amelia.Y cuán jugoso el relato, como tan merecido es este nuevo premio que te gloria.
    Muchos y cálidos abrazos
    Marta Zabaleta

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  4. Esa asombrosa capacidad de plasmar poesía, prosa o ensayo hacen de vos, Amelia Arellano, una escritora múltiple y talentosa. Te premiaron por cuanto la creatividad resalta en cada párrafo. Felicitaciones...
    Andrés

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  5. Me olvidé de felicitarte, un abrazo y congratulaciones!!

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  6. Queridos , GRACIAS , de todo corazón.
    Si , este premio me alegró.
    Todos sabemos , que un premio es un accidente mas en nuestro oficio , aplauso , medalla y beso...y luego cajón de escritorio.
    En este caso era muy interesante: la edición de un libro , que YA ESTÁ editado!! y me lo entregan este finde "El exorcismo de la hoja" Poemas. Un hermosa escultura hecha por un artista de aquí , un cuadro de una talentosa artista plástica y libros y ets . etc
    La mayoría de mis amigos saben que he tenido problemas , esto fue , es, una luz , como la presencia de Uds, amigos.
    amelia

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  7. El mate, emblema de los rioplatenses, ha sido desde siempre testigo de encuentros que han marcado nuestras vidas. Su presencia es "cálida, dulce y nacional" cargada de recuerdos.
    Querida Amalia, Felicitaciones y gracias por tu poema.
    Un abrazo

    Ofelia

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  8. Felicitaciones, Amelia, por el premio.
    Personajes, tiempos situaciones y edades alrededor del " néctar verde",gran compañero, al punto de querer atribuirle las facultades de la lámpara de Aladino.
    Excelente. Saludos.
    MARITA RAGOZZA

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  9. Merecido premio mis felicitaciones. El mate es todo un símbolo sano compañero de todas las horas y usted ha logrado plasmar un hermoso homenaje, saludos, Carlos Arturo Trinelli

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  10. Felicitaciones, Amelia. Le ha sacado jugo a puro verde al relato. Así van pasando las historias de vida, endulzadas o a simple amargo, generación a generación. Aqui se cuentan con verdadero encanto y talento. Bellísimo. ElsaJaná.

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