viernes, 20 de abril de 2012


Alejandro Drewes

Alejandro Drewes

UN PAISAJE

Sabes, hubo en tiempos aquí
bosques tan erguidos, bosques
como inmóviles flechas

y entre ramas nuevas
se abrigaba el canto
de pájaros de oro: era el alba

Hubo una vez un remoto lugar
y un paisaje tan verde, unos años
grabados en la memoria dañada

de la tribu. Pero al cabo no engaña
el signo crepuscular de la hora
ni vuelve atrás el flamígero viento

infinito que sopla y que pasa. Todo
es la mísera raíz de cuanto ha sido,
todo arena o ceniza deste yerto paisaje.



PERO ERES PIEDRA Y HAS DE SALTAR


                                               
Canto III

En tiempos de bárbaros reyes del norte la viera tal vez
sobre piernas desnudas, guardando el  misterio de la vida.
De otros labios nunca supo, ni como besar ese anillo entre brumas.
Y era tan alto el temblor de estrellas que borraba su imagen del mundo.

Su historia en algún lugar se ha perdido, como la ruta en viejas
cartas de náufragos. Y sin embargo estos ojos la buscan ojos aún en la clave
de los grimorios. Erguida como la delgada luz de un amanecer
en Gaza la hubieran amado, país donde los ladrones ya no entran ni roban.

Seres que dejan al mundo en su declinante curva silenciosa
entre arduas guerras de un sombrío trazo siempre ajeno
como suspiro fugaz  de los siglos por el espejo de la tierra fueran,
sin inmutar el camino del cielo en ilusorias horas quietas.

El tiempo fluye terso y no apresa siquiera esta red de palabras
ni olvido en vastas moradas. Hay soles errantes por la hierba celeste.
Mañana serán nostalgia o tal vez campanas que doblan a muerto.
Y los que caminaron conmigo el gastado camino y son piedra y no han de saltar.

El viento de la luna que acalla todas las voces y salva la sola voz
de los amantes. Y a veces graba unas simples palabras de amor en el cristal
de otra noche. Ellos aprenden la obra de las manos y dura su llama el oscuro tiempo
de Dios y el aliento en el frío milenario de sus cuerpos –tan alto cantan los grillos-.


octubre  2004 – diciembre 2009


PERO QUIEN DE NOSOTROS


A la hora oncena
cuando se escucha muy cerca
el susurro de las bestias
de la noche

Y en el baldío
país de la vida
cala el mismo viento
los huesos

Pues algo crece allí
dentro muy dentro
como una mancha oscura
sobre lo blanco del mundo

Crece y se extiende
como la sombra afilada
de las barcas
sobre el agua

Algo de esto queda
palabras como círculos de humo 
fuera un denso muro de fuego
en torno a nosotros


diciembre 12 2008


DIOSA MADRE


I

Algo aquí queda
como la respiración queda
de un animal en la oscuridad
-del silencio un suave poso leve-



La muchacha se ha perdido
en el bosque de sus años
apenas se habla de ella
por el negro anillo de lobos

mas todo el camino ha sido llegar
un mero a ese instante. Y la furia
ciega del viento y luego el cierzo
sudario blanco de los cuerpos.


II

Escribo ante unos ojos
cada noche iluminados
como extraños astros
gravitando detrás del espejo

Habito aún la casa del viento
y avanzo como los ciegos
avanzan, reflejo el agua clara
en la mirada de los tristes

Hacia ti voy, bajo el dosel
de una luna semivestida de nubes;
hacia ti voy a través de los pinos
-en olvido yacen las otras Amadas-


III

Por mi voz habla el poema
y todo ha sido dicho eternamente.
Pasa el tiempo como el humo
pasa sobre el rostro de los muertos  

Al fin he llegado: Diosa-madre, ¿me acogerás?


ENTRE EL HUMO

Todo el mundo entrevisto en el humo azul
de un café y un aire danzante por la cintura

de las camareras, extraña curva de un sol
fantasmal bajo la sombra fiel destas calles.

Declinante luz al filo de otros dados y una íntima
voz para evocar las calles de otro tiempo

como el remoto camino que a esta noche
precisa entre todas las noches condujo. Exacta cifra

en la baraja marcada del infinito azar
de los tiempos: ya en la noche cerrada se hunden

los pasos del viejo y detrás otros pasos. Y qué negro
parece ahora tu mar, qué lejos del Faro, Alejandría.


 Alejandro Drewes



2 comentarios:

  1. las palabras como arena dinamitan el camino a recorrer y el recorrido a través de la noche y la cintura cimbreante que junto al mar se hace rojo y a veces negro.
    Poemas de una época anterior vigentes.
    Alejandro siempre me revuelco en tu poesía y salgo airoso.

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  2. "Pues algo crece allí
    dentro muy dentro
    como una mancha oscura
    sobre lo blanco del mundo"

    "Habito aún la casa del viento
    y avanzo como los ciegos
    avanzan, reflejo el agua clara
    en la mirada de los tristes"

    El camino a tientas buscando "el alba", de aquel que habita en "la casa del viento", es a mi entender, el núcleo que centra la poesía de Alejandro. Su belleza y musicalidad, acaricia y conforta a los "tristes" que buscamos un sentido en el sinsentido del mundo.
    Gracias Alejandro,

    Ofelia

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