viernes, 14 de junio de 2013

Ester Mann






Debido a mi edad (nací en 1941), no puedo considerarme testigo fiel de los hechos históricos de mi niñez. Sólo a través de algunos, pocos, documentales basados en noticieros de la época y alguna película puedo dar fe que los hechos que recuerdo son verdaderos y no fruto de mi imaginación. Pero al margen de los sucesos documentados, apartados de sus figuras públicas, estaban los hombres y mujeres de la historia. ¿Qué sentían? ¿Cómo se veían a si mismos? Quise rendir homenaje a una mujer que existió, que fue pionera y ejemplo de su época pero desde una faceta que en este relato es producto de mi fantasía. Antecesora de las mujeres que decenas de años después serían estadistas, conductoras, ministras y presidentas. Un saludo para todas ellas!! (E.M.)

una mujer  

Si yo fuera hombre, si yo fuera hombre, otro gallo cantaría. La mierda! ¿Por qué seré mujer? Yo se que él, al final, me va a abandonar, al fin y al cabo, aunque distinto en muchas cosas, es un milico que razona y siente como ellos.

Su esencia de mujer, la que le hubiera permitido ser madre, comenzó a declinar.La enfermedad se ha despertado y se arrastra con sigilo por secretos canales.

A mi me quería para la cama, pero cuando despacito me fui corriendo de la cama al comedor y del comedor al despacho ya no estaba tan contento. Y los otros que le llenan la cabeza, lo hacen sentir poco macho si no me pone en mi lugar. Cómo  me va a devolver a la cama si la gente me reclama a mí. !Mi gente! Yo les devolví la dignidad y ellos me retribuyen con amor y fidelidad, y ese amor no se transfiere por una orden, sea de quien sea, es mío nada más… Si yo fuera hombre podría luchar con él cara a cara, sin tener que simular humildad y comprensión, sin necesidad de bajar la cabeza y asentir, sin renunciar a nada.

Sangra, ella sangra. La sangre se vierte sin interrupción  y la obliga a recordar su condición de mujer.

Este cuerpo que me trajo hasta donde estoy, que me hizo llegar tan alto, este cuerpo que visto y atavío con las joyas más deslumbrantes, los vestidos más caros, los cientos de pares de zapatos, este cuerpo que es venerado como el de una reina, ahora me quiere frenar, me quiere destruir.

Sus vísceras gimen, su cuerpo se rebela: préstame atención, le ordena, pero ella no quiere oir.

Me importuna porque me tengo que ocupar de él, me molesta porque quisiera que vean algo más que esta figura bonita. Me fastidia porque la admiración  de los hombres esconde su desprecio de machos.

Yo estoy aquí, dice su matriz, cuídame, cúrame, gritan sus ovarios y su estómago y su hígado y sus intestinos. Pero ella no escucha.

Aún insisto en cuidar mi aspecto: cremas, perfumes, peluqueros, los mejores modistos…Aunque  no es para mí, es para la gente: para la mía y para la otra, la que me odia y me quiere ver muerta.
Tengo que seguir siendo la mas bella, la más elegante, que todos sepan que puedo hacerlo, para eso estoy donde estoy y soy quien soy!!
Pero si yo fuera hombre tendría la manija del poder, no necesitaría pensar en qué puedo hacer, sino en lo que quiero.

Los dolores le queman el vientre y las entrañas, le quitan fuerza, pero no le importa, aprieta los dientes y sonríe con serenidad.

Me gustaría ver de cerca las caras de esas mujeres. Sé que quisieran verme muerta. No me pueden perdonar que le dé al pueblo no la limosna que ellas acostumbran a regalar, sino lo que le corresponde, lo que merece toda persona que trabaja y se rompe el lomo. Pero ellas tienen miedo de ver a la gente de cerca y toda junta. Ellas se atreven con sus sirvientas, sus jardineros, sus choferes, sus peones…

A pesar de las garras del sufrimiento su rostro no ha cambiado, renuncia con entereza a los honores pero no al amor de la gente.

Una vez más estoy sola, no hay madre ni hermanos ni marido que puedan acompañar mis anhelos. Todos son cobardes en el fondo. Calculan, hacen cuentas, qué les conviene, qué puede ocurrir, quién los apoyará, quién se convertirá en enemigo.

Ella se irá pero no será vencida, es sólo una mujer cuyo cuerpo sufrió los embates del poder.

No veré el final, ya lo sé, este fuego que siento en el vientre no se apaga con medicamentos. Nunca sabré si él siguió mi camino o se dejó vencer por las honorables señoras y sus excelsos maridos. Pero no me importa: a mí no me olvidarán, tengo la seguridad que decenas de años después de mi muerte ellos, los vencidos, los explotados  continuarán venerándome, bautizando a sus hijas con mi nombre, rogándome en sus plegarias como si yo fuera una santa. Que así sea.

Los vencidos, los explotados  continuaron venerándola, bautizando a sus hijas con su nombre, rogándole en sus plegarias como si fuera una santa.
Así fue…

 Ester Mann

7 comentarios:

  1. Nacida aun más tarde, pienso que si, que así sea y haya sido alguna vez. Reminiscencias de Eva. Saudades de dignidad allá lejos… Bello, Nurit. ElsaJana.

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  2. lUEGO DE TANTOS AÑOS, EL ODIO CONTINUA CONSUMIENDO SENTIMIENTOS DE MUCHA GENTE OBCECADA QUE NO LE PERDONA LO QUE FUE COMO SER HUMANO Y COMO MUJER DE ORIGEN HUMILDE QUE LLEGÓ POR PROPIO MÉRITO. RESCATO AQUELLA FRASE EN QUE ALERTA A SU MARIDO SOBRE LOS GENERALOTES QUE LO RODEAN... ¡NO SE EQUIVOCÓ!!!

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  3. ¡Escribió sobre EVITA!Y me gencantó. Si es Evita es para lo que desde niños, o púberes la recordamos y la amamos. De veras pagó con su vida el meterse en un mundo de hombres (la Política de entonces).
    Gracias Ester-Nurit

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  4. Es difícil, aún con las licencias literarias, abordar la actuación de Evita, sus logros, sus contradicciones, su tierna edad, lo cierto es el sentimiento que encarna en cada uno de los que la comprendimos. Los profetas del odio están fuera. C.A.T.

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  5. Excelente Nurit ....yo no recuerdo esa época ...pero tengo un vago recuerdo o mi abuela me lo contó , que mi madre lloró , cuando ella murió,como si fuera su familia..
    Besito

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  6. Vuelvo a entrar para leer " Una mujer" , y apreciando su testimonio memorioso, encuentro que la autora quiere decir algo más. Es que las grandes pasiones en los seres humanos- más , quizás en las mujeres- significa poner todo, aún el cuerpo desde lo más visceral, y que a veces son de tanta intensidad que no alcanza la maternidad biológica y se enferma, como ofrenda para concebir a los sectores del Humanidad más desheredados.
    Ester, has escrito con el cuerpo de una experiencia que no te es del todo ajena. Cuerpo y voz para los otros.
    He quedado anonadada.
    Felicitaciones y cariños.
    MARITA RAGOZZA

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  7. Era difícil en aquella época lograr lo que Eva logró. Buen relato, me gusta el sentimiento puesto en él.
    Un gran abrazo
    Betty Badaui

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