lunes, 1 de abril de 2013

Carmen Passano




El Casorio


Esa la tarde anterior al casorio, una chata trajo el regalo del matarife.
Tres corderos.  Mas tarde trajeron los pollos, que Dona Flora pasó la noche pelando en compañía de sus comadres, a cambio del privilegio de poder chusmear de la familia del novio, que no había aportado nada.

Durante las horas de la mañana, continuaron llegando los regalos y más regalos y hasta los adoquines de la entrada del galpón estaban relucientes.  En la pileta de lavar la ropa las barras de hielo enfriaban la sidra. Varios barriles de vino estaban para el que quisiera beber, y bajo el emparrado, tendieron una mesa tan larga hecha con andamios, que no bastaron los gastados manteles de la familia y se pusieron algunas sábanas.                                                                                                                                                                               Allí almorzaron, y el mantel manchado de vino y salsas se quedó ahí revolcado hasta la madrugada.

Por el terraplén del arroyo ardieron las brasas, y los asadores que clavaron en el suelo, se agrandaban con el resplandor bajo el oscuro manto de la noche.

No se le cerro la puerta a nadie, todo el que quiso entró y comió hasta el amanecer.
Para evitar complicaciones el cura amigo de la familia vino a la casa y una orquesta típica toco tangos en un improvisado escenario de troncos, arremetiendo en el momento preciso con la marcha nupcial.
Mientras el reverendo engullía de prisa antes de medianoche, ya que al otro día tendría que comulgar en la misa.

La novia,  presa entre las comadres que la aconsejaban entre risas y sermones, y que después lloraban a moco tendido, se escapo a cambiarse, para subir al sulky
-Al menos si la muchacha valiera algo...-
Comentando por lo bajo, las envidiosas madres de hijas solteronas con miradas malignas, para disimular se comían las masitas de crema.
-Seguro que antes de los nueve meses tendrá su hijo-  
-Vio Doña,   por eso se tuvo que casar-

Alguien dijo unos versos, sobre la angelical novia.
A la mañana se fueron los últimos invitados, el gato se relamía con un hueso, y el jilguero en su jaula, anunciaba que salía el sol.

La lluvia lavó las últimas lágrimas y risas del casorio.      
         


2 comentarios:

  1. El ir y venir de la contienda donde satíricamente se desarrolla tu palabra, que roba algún mohín de sonrisa al avanzar en la historia y donde las comadres no dejan pasar el porqué del evento.
    Celmiro koryto

    ResponderEliminar
  2. Una crónica divertida y lograda. Sucede y reconocemos las situaciones. Una buena parodia.
    Felicitaciones y saludos.
    MARITA RAGOZZA

    ResponderEliminar