lunes, 1 de abril de 2013

Andrés Aldao




Olga Galleguita


 “…durante una fracción de segundo su cabeza
alcanza la dulce ingravidez, giró lentamente y
sus ojos recogieron por última vez la engañosa luz de
las estrellas, la última promesa loca de la vida.”
                                                          Juan Marsé-La oscura historia de la prima Montse


Y aunque te conmovían los tangos,
tu cara fresca me conmovía a mi…y eso me bastaba.
Cometiste el pecado de ser Olga, la Galleguita,
y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones.
Te decía con lasciva angustia que tu pubis
era como un cuadro del renacimiento; y que tus piernas,
pálidas y largas, eran como una llamada de amor indio.
Vos con disgusto me crucificabas:
Andá a joder a otras con esas comparaciones tontas,
y al decirlo recogías tu cabello revuelto por la brisa
Meneabas ese garbo traído de las muñeiras de Galicia,
donde tus viejos se rompieron el lomo gallego.
Y yo disfrutaba tu pantalón ajustado…
Eras un ángel distraído que llegaste a la calle de baldosas sueltas,
quebradas a tu paso taconeando,
en la que gorriones incestuosos se columpiaban
entre esos paraísos que se llevó el tiempo,
arrugados…exhaustos por inviernos tétricos...lúgubres.
Tengo en la retina tus ojos color difuso-almendras,
parpadeando con esa candidez deliberada
que regocijaba mi corazón.
Eras como un frasco pintado sobre una pared de barrio
por un artista muerto de pena y de amor…
Sos un adulador embustero, me decías,
sacudiéndome aquel dedo ten delgado, tan blanco
que yo llamaba aguja de colchonero.
Y entonces te hacías la rata yéndote por largos días,
tan largos y tan tristes me parecían,
que había decidido voltearme y dejarme morir.
Luego, siempre, volvías liada
entre un montón de sonámbulos
sacándome la lengua…
como relamiendo una costra de chocolate.
Reaparecías como un trasgo
envuelta en la niebla que trepaba del Riachuelo,
y yo suspirando,marmota, imberbe
aplanado por una ristra de emociones virginales.
A veces te imaginaba taconeando
como una andaluza metida en esos timbos bochincheros,
mientras tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio
se deslizaban entre las burbujas de la tardecita de fantasías y
espejismos,
como para tomar el mate con rosquitas..
o una taza de café renegrido con biscochitos de grasa.
Y a veces pensándote en la cama
arrullados los dos entre las sábanas,
los sexos buscándose con premura e inocencia
para gemir entre vaivenes agónicos e inermes de placer.
Veía a esos tipos desgarbados, Galleguita,
que con estulticia despareja te desnudaban sin bochorno
con miradas concupiscentes…húmedas de deseo.
Y me angustié el día que
sentada en la fonda de la calle Río Bamba
susurraste: me voy Qué qué? que me voy
y no pongas cara de cristo apuñalado
o de Che Guevara sobre el mármol sucio y frío,
que me voy…
No supe de vos hasta que encontraron
tus piernas largas y pálidas llamada de amor indio,
tu cara fresca y el pubis como un cuadro del renacimiento,
tumbados en ese basural del Docke,
la sangre marchita y negra,
como el alma del violador que te punzó tu garganta,
tan suave, tan bella, tan Olga, Galleguita
Tus ojos color difuso rociados por aquellos lagrimones
que resbalaban con pena, porque vos,
Olga, Galleguita,
te fuiste con tus pájaros
a saltar de rama en rama
entre los paraísos de la barriada.
El fresco pintado sobre una pared de barrio
por un artista muerto de amor y pena,
yace consternado entre velas de colores y lágrimas de yeso.
Ahora ya no te escucho, pucha,
decirme con aquella voz de sonsa:
Sos un adulador embustero,
sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan blanco
que llamaba, entonces, aguja de colchonero.
Y yo que quiero dejarme morir, Galleguita
porque acuchillaron a tu inocencia y a la mía la murieron.

© Andrés Aldao

10 comentarios:

  1. Uff, tomo aire. Un poema muy a tu estilo, con tu carga de emoción, con tu trituradora de palabras y esos dos versos finales que tanto me llegaron.
    Un abrazo enorme

    Lily Chaves

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  2. El clásico adulador, porteño y canfinflero sale a relucir en los versos del poeta. Emociona, embauca, ilusiona y luego como un mazazo cae, de golpe, la ilusión de un desenlace romántico mas imperfecto. Porque la perfección está justamente en el final. El "Final de Norma".
    Hermoso, Profe.
    Gracias
    Sonia Figueras

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  3. Me gustó esto que parece un recuerdo de tu juventud, en Buenos Aires. Encuentro tu ternura en él. Muy lindo.Saludos.
    Graciela.

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  4. "y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones"
    La ilusión de un amor adolescente profanado, en el estilo realista del autor. "Olga Galleguita", el ángel de la calle de las baldosas sueltas, rica en imágenes, revela nuevas ternuras cada vez que se la lee.
    Gracias Andrés
    Ofelia

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  5. Todos tus escritos son memoriosos y memorables, pero la aguja de coser de tu papa, Olga y también los ojos azules (sabés de cual cuento hablo)pueden con todos los recuerdos de mi cariño y de mi respeto hacia tu persona. Espero que estés muy bien. Felicitaciones por todo el contenido de la revista, cada vez se lee mejor. Un abrazo gigante para toda tu familia y un grande de oso para vos, tan grande como el esfuerzo que es hacer las cosas ahora. Hasta siempre con todo el cariño y la admiración intactos.
    María

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  6. Volver a este poema es volver a Andrés y a la aguja que une las emociones mas bellas.
    Celmiro koryto

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  7. No comento la calidad del poema sino la historia de ese texto, la historia de ese nombre, homenaje callado a Olga Gordon, que estés donde estés, en el cielo o en la tierra, fue un cumplido con esas figuras imborrables de la adolescencia. Es muy cierta la frase de Koryto.
    andrés

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  8. HEY PIBITO!!!!!!!!! Viste que al final tenía razón. Me encanta que te hayas animado al poema .
    El inconfundible estilo Aldao , se deja entrever, y está la ternura , el dolor y la nostalgia. También la belleza ; Pibito. Vaya para vos un fuerte abrazo!!!

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  9. Las palabras enhebradas en la melancolía pintan imágenes que transportan al lector en un viaje épico de romanticismo, disfruté de su lectura, un abrazo, Carlos Arturo Trinelli

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  10. El poema destila ternura y nostalgia. Pinta con sensibles palabras, sin gazmoñería o pudor hipócrita, esos destinos que duelen.
    Cada vez , Olga, la galleguita , se hace más querible.
    Gracias, Andrés, por traerla.

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