El Solitario Señor X
El señor X dejó atrás el sol de diciembre al cerrar la puerta de la
casa. Ahora y en tanto le duraran los mandados no volvería a salir por lo que,
el día o la noche, solo serían dibujos de la vida reflejados en las ventanas.
El gato del señor X vino a su encuentro y lo siguió con la cola erguida
como un bastón. Cuando apoyó las bolsas sobre la mesa el animal, subido en una
silla, asomó la cabeza de colores. El señor X le habló como si fuera una
criatura y el animal respondió en su idioma. Acomodó los mandados con la
parsimonia del detalle. Cuando abrió el paquete con los huevos se detuvo en
leer los titulares del papel de diario que los contenía. Luego hizo un bollo
con el papel y lo arrojó al tacho de basura que bostezaba en un rincón.
Eran lindos sus días iguales, iguales a los del gato, sin nombres, todos
iguales, sin compromisos que acotaran la libertad.
Lástima que la señora de X no estaba más y no alcanzó a conocer la dicha
de los días iguales. Pensó qué lindo sería despeinar a la señora de X con los
dedos como insectos entre su cabellera espesa. Ahora solo queda acariciar al
gato. Pero el señor X no sufre, para ello está Dios que sufre por todos
nosotros.
También están los hijos que tuvieron con la señora de X que intentan en
el rato de las visitas sufrir por él y aconsejarlo sobre los mejores métodos
para envejecer. No saben que los años de la vejez son libres e insubordinados y
que de ellos se espera poco y nada. No saben que la sociedad (o sí, saben)
relega a los viejos a espacios vacíos de vida. Al señor X no le interesa ser un
hombre fuera de lugar, por el contrario, estar en un no lugar le permite
observar de manera más ecuánime el juego de la vida por la sola razón de que no
participa en el esfuerzo de dicho juego.
Ollas sucias, una canilla abierta, una luz prendida de día o la heladera
mal cerrada se convierten en razones, argumentos que los hijos cruzarán por
teléfono para reforzar la idea de que él no puede estar solo. (Cosa que el
señor X sostiene que no es cierta porque se halla acompañado por el gato. A los
hijos no les causan gracia sus ironías).
En el fondo lo que se impone para él es el destierro: el geriátrico.
Allí, acompañado por fantasmas, los propios y los ajenos, estará bien, tendrá
sus colaciones a horario, hablará con algún sordo, ayudará a alguna renga y
alguien se ocupará de que ingiera los remedios.¡Un paraíso en la Tierra!
El señor X abandona los pensamientos, enciende la radio para escuchar la
audición deportiva, olvida dar de comer al gato, se le hierve el agua del mate,
no oye el teléfono, está feliz de estar solo.
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Ay con los Sres y Sras X !!!
ResponderEliminar"Los olvidados" diría Otto Vargas.
Un relato distinto , desnudo, me gustó.
Abrazo.
Arturo, es como si con un largavista hubieras podido ver el futuro. Muy bueno, lograste expresar nuestros miedos más profundos.
ResponderEliminarArturo, ya me había desacostumbrado de leer cuentos tuyos cortos. El señor X es un cuento que expone la soledad del hombre viejo que atraviesa la "edad crítica" de la soledad y la ausencia de estímulos para vivir. Millones de señores X pasan sus últimos años en la isla solitaria del viejo que olvgida, que se equivoca, que no "da pie con bola". Excelente retrato de la vejez y sus limitaciones.
ResponderEliminarUn enfoque distinto sobre la vejez, época en que uno ha ganado todos los derechos, especialmente de hacer lo que quiera y suplir la soledad con un gato que seguramente como el mío, le hablo, me entiende y no me discute.
ResponderEliminarEn pocos renglones , la incomprensión de los hijos está mostrada con acertada crueldad.
Excelente. Felicitaciones, Carlos, y saludos.
MARITA RAGOZZA
Me gustó el relato y sentí muchas cosas. Todos conocemos señores X con matices, diferencias , pero señores X al fín, y al estar con ellos nos preguntamos cual de esos modelos podría encajar en mi personalidad. ¿Viviré la soledad como una nueva paz y libertad o será como una caverna oscura rodeada de los monstruos de Goya ? Quizás los días se vuelvan más largos...o más cortos para apresurar el fin.
ResponderEliminarCristina Pailos