miércoles, 8 de febrero de 2012

SONIA FIGUERAS



CUENTOS CORTOS

BAJO EL TILO

Te ví sentada bajo el tilo, la cara escondida entre las rodillas. Percibí sollozos ahogados. Te amé ya. Hoy en el acomodo de nuestro lecho dijiste, esa noche iba a matarme. No te conté que yo llevaba en el bolsillo de mi piloto una 32  para mí.

CISNE

El Universo envolvía su cuello alabastrino cual cisne y ella, doncella de las aguas  en su despliegue dejaba su estela iridiscente. Desde el fondo del salón detrás de la columna veía su piel de seda, mansa, delicada, la gracia plena en sus pechos hirientes en ese torso de infinitud extrema que llevaba inevitablemente a lineales piernas perfectas.
¿A quién le recordaba? En su totalidad dejaba al pasar aromas invasores de alhucemas. Le acometió un lejano e inalcanzable viejo deseo,
¿Dónde vas cisne de oro? ¿adónde te empujan tus tiempos? ¿al recinto en que las ninfas guardan sus secretos?
Llegado casi al final del camino, otrora potencial de alas anchas sin haber volado nunca, hoy contenía a un cuerpo débil y cansado. Algunas ramas aún lo sostenían, verdes, frescas, con pequeños brotes que lo acariciaban. ¿Soñaba?
Salió al jardín y un viento disparatado esfumó la tibieza, la palabra y los besos del recuerdo que esta vez le susurró al oído: fue inútil conseguir su permanencia, viejo muchacho.
A su alrededor el mundo y su oscura opacidad esparcían cenizas empecinadas. El día era noche. La tiniebla lo colmó de recuerdos y estallaron en su corazón cuadriculado en cuadrículas de círculos perfectos. Círculos. Crueles carceleros de un sin fin de angustias y tristezas,
Su corazón circular cuadriculado se completó en perfecta ecuación. Le fue inútil  alcanzar la permanencia. Se acostó, estiró su mano a la botella que lo esperaba y entrecerró los ojos.
Sólo un sueño banal.
       
 COBARDÍAS

Con paso rápido gambetea obstáculos las manos apenas extendidas y el cuerpo sale disparado más veloz que el gesto que lo empuja a la salida. Mis ojos se esconden traidores ojos míos, vergonzantes así se quedan, así, sin atinar. Sale con su capucha blanca que apenas tapa el tinte oscuro en busca de la mendicidad de una moneda.
Y ahí quedo masticando cobardías. 

ERAN UN JUNCO CIMBREANTE…
 Eran un junco cimbreante y una piel morena ardiente al compás de unos pasos felinos. La bikini roja naranja amarilla verde avanzaba hacia él encegueciéndolo mientras resplandecía en medio  de la playa de moda que no la vio pasar. Lo fascinaron sus pies diminutos de gacela furtiva en el  recorrido en el límite entre la arena y el mar.
 La imaginó suya y pensó que era ajena, tan ajena como sus ojos hacia ningún lugar. Ojos de noche negra como la noche negra.
Esta noche soñaría su majestuosidad y cadencia y sus ojos negros.
No llegó a tiempo. Apenas divisó el momento en que se perdió entre las olas.


                                                 

                                                                                          

N


                                                 

                                                                                          

3 comentarios:

  1. Retazos de recuerdos, de visiones furtivas, de vivencias soñadas que pudieron ser realidad. Escrito en prosa pero pleno de poesía.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Ester. Sí"retazos de recuerdos", visiones furtivas" sueños que tal vez fueron realidad.
    Gracias por publicarlo y ese bello comentario. Un mimo más de la revista que nunca duerme en tus palabras.
    GRACIAS
    Sonia

    ResponderEliminar
  3. Brevedades realizadas con un consumado talento de síntesis para expresar vivencias, algunas tristes, otras límites, todas HUMANAS.
    Felicitaciones, Sonia, y saludos.
    MARITA RAGOZZA

    ResponderEliminar