CUENTOS CORTOS
BAJO EL TILO
Te ví sentada bajo el tilo, la cara escondida entre las rodillas. Percibí sollozos ahogados. Te amé ya. Hoy en el acomodo de nuestro lecho dijiste, esa noche iba a matarme. No te conté que yo llevaba en el bolsillo de mi piloto una 32 para mí.
CISNE
El Universo envolvía su cuello alabastrino cual cisne y ella, doncella de las aguas en su despliegue dejaba su estela iridiscente. Desde el fondo del salón detrás de la columna veía su piel de seda, mansa, delicada, la gracia plena en sus pechos hirientes en ese torso de infinitud extrema que llevaba inevitablemente a lineales piernas perfectas.
¿A quién le recordaba? En su totalidad dejaba al pasar aromas invasores de alhucemas. Le acometió un lejano e inalcanzable viejo deseo,
¿Dónde vas cisne de oro? ¿adónde te empujan tus tiempos? ¿al recinto en que las ninfas guardan sus secretos?
Llegado casi al final del camino, otrora potencial de alas anchas sin haber volado nunca, hoy contenía a un cuerpo débil y cansado. Algunas ramas aún lo sostenían, verdes, frescas, con pequeños brotes que lo acariciaban. ¿Soñaba?
Salió al jardín y un viento disparatado esfumó la tibieza, la palabra y los besos del recuerdo que esta vez le susurró al oído: fue inútil conseguir su permanencia, viejo muchacho.
A su alrededor el mundo y su oscura opacidad esparcían cenizas empecinadas. El día era noche. La tiniebla lo colmó de recuerdos y estallaron en su corazón cuadriculado en cuadrículas de círculos perfectos. Círculos. Crueles carceleros de un sin fin de angustias y tristezas,
Su corazón circular cuadriculado se completó en perfecta ecuación. Le fue inútil alcanzar la permanencia. Se acostó, estiró su mano a la botella que lo esperaba y entrecerró los ojos.
Sólo un sueño banal.
COBARDÍAS
Con paso rápido gambetea obstáculos las manos apenas extendidas y el cuerpo sale disparado más veloz que el gesto que lo empuja a la salida. Mis ojos se esconden traidores ojos míos, vergonzantes así se quedan, así, sin atinar. Sale con su capucha blanca que apenas tapa el tinte oscuro en busca de la mendicidad de una moneda.
Y ahí quedo masticando cobardías.
ERAN UN JUNCO CIMBREANTE…
Eran un junco cimbreante y una piel morena ardiente al compás de unos pasos felinos. La bikini roja naranja amarilla verde avanzaba hacia él encegueciéndolo mientras resplandecía en medio de la playa de moda que no la vio pasar. Lo fascinaron sus pies diminutos de gacela furtiva en el recorrido en el límite entre la arena y el mar.
La imaginó suya y pensó que era ajena, tan ajena como sus ojos hacia ningún lugar. Ojos de noche negra como la noche negra.
Esta noche soñaría su majestuosidad y cadencia y sus ojos negros.
No llegó a tiempo. Apenas divisó el momento en que se perdió entre las olas.
N
Retazos de recuerdos, de visiones furtivas, de vivencias soñadas que pudieron ser realidad. Escrito en prosa pero pleno de poesía.
ResponderEliminarGracias Ester. Sí"retazos de recuerdos", visiones furtivas" sueños que tal vez fueron realidad.
ResponderEliminarGracias por publicarlo y ese bello comentario. Un mimo más de la revista que nunca duerme en tus palabras.
GRACIAS
Sonia
Brevedades realizadas con un consumado talento de síntesis para expresar vivencias, algunas tristes, otras límites, todas HUMANAS.
ResponderEliminarFelicitaciones, Sonia, y saludos.
MARITA RAGOZZA