¡viva la muerte!
Amigos lectores: A raíz del accidente ocurrido en la estación Once hace días, toda una jauría política y dos diarios “democráticos” y definitivamente pajizos se lanzaron a demonizar al gobierno argentino. Como si estuviesen esperando que acaeciera la tragedia que provocó la muerte de 51 personas. Aunque estoy ausente de mi patria cuna, no puedo permanecer insensible, apático. Cuando leí la reacción de algunos políticos y comentaristas hipócritos que convirtieron la muerte en un componente espectacular y tal vez reditual de sus campañas quintacolumnistas, recordé al falangista Millán-Astray y sus cocoliches vociferando el ¡viva la muerte! A raíz de esa evocación y la respuesta de don Miguel de Unamuno en la universidad de Salamanca, me permito reproducir los hechos que me han traído el vivo recuerdo de la anécdota... Sobre todo en estos días que la maldita falange reencarnada por el PP de Rajoy y Cía están haciendo de las suyas en esta España doblegada por la entente franco-prusiana del euro y la impericia cómplice del PSOE. (Andrés Aldao)
“ * Durante la Guerra Civil Española José Millán-Astray tuvo un papel secundario en el ejército sublevado contra la II República Española. Siendo célebre el altercado que mantuvo con Miguel de Unamuno el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, al que habían asistido diversas personalidades franquistas con motivo de la celebración de la Fiesta de la Raza (lo que hoy es el Día de la Hispanidad, el aniversario del descubrimiento de América): el obispo de Salamanca, Enrique Plá y Deniel, el gobernador civil, Carmen Polo Martínez-Valdés (esposa de Francisco Franco) y el propio Millán-Astray.
Lo que sucedió, según cuenta en su magna obra La guerra civil española el hispanista inglés Hugh Thomas, es lo siguiente: el profesor Francisco Maldonado, tras las formalidades iniciales y un apasionado discurso deJosé María Pemán, pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y las Vascongadas, calificando a estas regiones como "cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos. "
Alguien grita entonces, desde algún lugar del paraninfo, el famoso lema "¡Viva la muerte!". Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: "¡España ..."; ".. una!", responden los asistentes.
(Algunos jóvenes estudiantes falangistas (según otros carlistas) intentan enmendar el viva la muerte con vivas a Cristo Rey y a la paz misericordiosa (...) pero son apagados por los ensordecedores gritos de ritual pseudorracionales y acaban siguiéndolos).
- "¡España ...", vuelve a exclamar Millán-Astray; ".. grande!", replica el auditorio.
- "¡España ...", finaliza el general; "... libre!", concluyen los congregados.
Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato deFrancisco Franco que colgaba en la pared. Se intenta así enmendar el incidente aunando esfuerzos de hermandad y moral (algo quebrada por el incidente) al unísono.
Miguel de Unamuno, que presidía la mesa, se levanta lentamente y dice:
"Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací enBilbao. El obispo , dice Unamuno señalando al obispo de Salamanca-, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!" y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor."
En ese momento Millán-Astray exclama irritado "Muera la intelectualidad traidora" "Viva la muerte" aunque por el gran alboroto del público no se percibió esa frase, que fue solo oída por la gente que estaba más cerca del general, naciendo así la leyenda de que realmente dijo:"¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!"(leyenda que nace de las declaraciones de Serrano Suñer el cual no se encontraba en la universidad), aclamado por los asistentes. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!”... ■
la pucha con la muerte... muy bien escrito
ResponderEliminarDelia
SUPONGO QUE EL AUTOR VINCULA LA TRÁGICA MUERTE DEL JOVEN LUCAS CON UN APROVECHAMIENTO INDIGNO DE CIERTOS POLÍTICOS Y DETERMINADA PRENSA QUE UTILIZAN CUALQUIER PRETEXTO PARA DESLIZAR SUSPICACES SOSPECHAS Y CULPAS EN DIRECCIÓN AL GOBIERNO. ES INDIGNO E INMORAL.
ResponderEliminarATTE. VICENTE B.
Extraordinaria anécdota que desconocía, aunque soy seguidora idearia de la filosofía de Unamuno.
ResponderEliminarMi reverencia al dolor y mi repudio a la utilización de bajo golpe politico ante la tragedia.
Gracias a la Revista por estas palabras, abren la mente ante tanto bombardeo mediático.
MARITA RAGOZZA