Un hombre serio
La última imagen de la película de los hermanos Cohen, “Un hombre serio”, está todavía girando en el reproductor del dvd cubierto de tierra. La tierra es roja; esta puta tierra roja de un barrio perimetral cerrado por baldíos, hasta el cogote de basura, caballos destrozados por cartoneros y un olor a fumigación que extermina el alma, donde lo único que puede crecer son brotes de soja. Los pibes hacen barriletes con bolsas de nylon y tiras de las fajas de seguridad policial del último suicidio. Corren descalzos, gritándole al viento y al mano sucia que los putea feo sentado al borde de un rollo de alfalfa. “Era un viejo” dijo el Mano Sucia. Era un viejo. Tenía una silla, una caja de cartón, un perro de cola mocha al que golpeaba por herir al mundo en lo más inocente. Tenía un hijo muerto del que había tratado de hablar por diez años sin que nadie lo escuchara. Tenía una garrafa de quince vacía, sobre la cual descansaba la foto de un galgo numerado corriendo por cuatrocientos pesos en línea recta. Tenía tenedores, cucharas y platos de borde azul, engrasados de comidas inciertas. Tenía diarios viejos que envolvían un par de alpargatas que le regaló la Elsita , retratos de familia, un mate artesanal que no estaba curado, con bombilla de caña, un paquete de velas, bicarbonato, yerba y azúcar. Tenía las ventanas selladas con cajas del Top. Tenía frío, asco y barba amarilla cubierta de cenizas. Tenía la fe en un dios que venía en cajita. Un dios áspero, sangrando siempre por el borde cortado a dentelladas. Un dios filtrado por prensa y adulterado hasta la desesperación para cubrir miserias. Pero no le alcanzaba. La Elsita le quiso acomodar la tapera antes de que llegara la cana y los bomberos, pero el perro ya era señor de la escena. Y antes de las fajas de seguridad de la policía, antes de los bomberos, incluso antes de la Elsita , el perro se había tragado la mano derecha del viejo. La mano era su última clausula de fidelidad. “Ésta es mi mano y mi cadena; cuando me suelte de este mundo también soltate vos y no vuelvas, sombra de perro.” Así, como cumpliendo la cláusula de un contrato, el perro comió la mano del amo y caminó con el morro ensangrentado en dirección al monte, a los baldíos, a la tierra colorada, al viento que lo desarmó como a una figura de arena desapareciéndolo en el aire entre bolsas de plástico, peladuras de manzanas, pañales cagados, moscas y escombros. La última imagen de la película de los hermanos Cohen, “Un hombre serio”, es un tornado hermoso, de frente, preparado para llevarse todo.
marcelo dughetti
La seriedad. es un despliegue de sociedad, suciedad y surrealismo morboso, pero qué bien está escrito.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Gracias poeta
Eliminareste es otro gracias poeta y agrego genio
ResponderEliminarM
Yo también agradezco a quien puede hacer poesía de realidades sucias. Así es el arte.
ResponderEliminarCristina
Gracias Cristina
EliminarAquí está tu vena Marcelo, este estilo duro, sin concesiones que te es tan propio, tan Dughetti.
ResponderEliminarTus colaboraciones son como la perla de la corona...
andrés
Gracias Andres pensaba que una vez me dijeron que yo no escribía con adornos y es cierto el tema es que cuando uno es muy limitado aprende a escribir con lo poco que tiene.
EliminarAgrio y mordaz el relato. Parece una fábula social.
ResponderEliminarExcelente.
MARITA RAGOZZA
Qué bueno eso de la Fabula social gracias Marita
EliminarQue bueno encontrarte Marcelo.
ResponderEliminarCreo que cumples con la función básica del creador. TRANSFORMAR lo siniestro en una vivencia estética , maravillosa.
amelia
Gracias Amelia e ocasiones es tan cruel todo
ResponderEliminarAlguna vez - cuando era corresponsal de esta revista - traje tus cuentos de La bicicleta rota y recuerdo que causó un gran revuelo. Me alegro que todos maduremos en cuanto a lo que la literatura puede ofrecernos desde la realidad y la crudeza. Encontrarte en el blog, sos, sin duda, uno de los autores que más valoro precisamente por esto, de decir sin cercos. Maravilloso
ResponderEliminarLily Chavez