Victoria olía a café y a frutillas
Victoria olía a café y a frutillas. Siempre mi amiga olía a cosas buenas
En mi patio, desde lejos se olfateaba ese aroma sutil de campo que trajo con ella cuando vino a la ciudad buscando trabajo, y mamá le dio esa piecita del fondo.
Con mucha ilusión, siempre cantando, transformó ese lugar de los cachivaches en un dormitorio alegre y juvenil; tibio como la mañana de verano que llegó a nuestra casa.
Su antesala era el patio con malvones rojos y blancos y algunos rosales. La hierba buena, el tomillo, la albahaca y la menta eran nuestro perfumes preferidos, y Chanel N. 5 quedaba relegado a las cosas que no nos pertenecían ni deseábamos.
Un día ella se fue a estudiar a Estados Unidos, se casóo y al final sus cartas se espaciaron hasta desaparecer.
Supe que regresó a su pueblo después de mucho tiempo sola, envejecida y triste.
Le escribí, a esa amiga que lleva el polen de las flores en el viento de su corazón, diciéndole que confiaba en su tierra fértil, y que esperaba verla de nuevo en los caminos de la vida, que ella estará siempre en el patio de mis mejores recuerdos con las cosas buenas que a veces nos pasan.
Ese lugar que guarda nuestras risas jóvenes, nuestras lágrimas de un adiós que nunca es definitivo.
Me convertí en ramas, flores, hijos y nietos, y Victoria seguirá conmigo, hasta el final inevitable, porque solamente los dioses, tienen tiempo para ser eternos.
Carmen Passano
Dulzura en la poesía de las palabras que con brevedad nos dice de un instante pleno de amistad y recuerdos.
ResponderEliminarCelmiro Koryto
Tierno, fresco , con sensaciones imborrables que hacen parte de nuestra identidad.
ResponderEliminargracias .
amelia
Impecable cuento pleno de luz y fragancia. Gracias por animarem en esta tarde gris argentina.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA