Ana Cecilia en la Vuelta
de Rocha
ElsaJaná
Vuelta de Rocha y el clásico "he venido por última vez, he venido a
contarte mi mal..." Estábamos por recorrer los doscientos metros del
corazón de las raíces, justo ahora que Tucumán era apenas tu provincia natal,
allá, a catorce horas de distancia, Ana Cecilia. Quisiste recorrer mi Buenos
Aires querido, y el inventario de
recuerdos volteaba las páginas ya amarillas en un incendio de amor ya sin
regreso…entre tanto alquitrán y desperdicio se perdía el olor a pesca.
¿Cómo explicarte, tucumana querida, de aquellas redes, anzuelos y
lanchones de los tatitas? Acá era... esto es...mullida cuna de la inmigración y
sol do. Humedad ante las barcazas... Transpiración al grasiento vapor del agua
en enero... Dejo a pan recién horneado. Nostalgia y organillo. Entonces,
preguntaste si eso era todo. ¡Claro!, para una tucumana, de padres, abuelos y
bisabuelos tucumanos, qué importancia podía tener esto del origen que no se
podía mostrar.
-"No, Ceci. No es todo. Lo mejor viene llegando."
Recuerdos reviviendo… Inundación de las calles de los escalones altos...
Barcazas descolorando su textura en el agua negra... Bandoneón de fondo… Ahora,
las risas de los pibes, tripulantes incansables, se acallan al quejido de la
trepanadora que destroza adoquines para un camino de asfalto. Un poco más
atrás, tal vez no más de un tiempo inolvidable... Areneros y cargueros
atracando en los embarcaderos...Eros...Eros...Eros. Las grúas levantaban cargas
y ahora bajan palos. Cómo explicarte, Ana Ceci, que este azabache húmedo que no
te dijo nada, antes fue un río de vida donde los pibes se bañaban y los
muchachitos sacaban renacuajos. Estos palos que se bajan han sido foresta, y
hoy, entristecidos bosques que se talan.
Ardió mi corazón por los ojos llorosos cuando descubriste el farolito
porteño en el medio de la plazoleta. Estallaron los aceites por la luz de
aquellas noches en las que los abuelos eran jóvenes, y el silbato del agente
hacía ronda para protegernos. Cómo explicarte, Ceci, que aquellos agentes hoy
son policías que no me gustaría que crecieran en tu alma. Caminito nos salió al
paso. Vos te encandilaste con sus azules y amarillos, mezclados entre celestes,
verdes y rosas... Caminito de rejas, ventanales largos y ropas al sol... de
chapa y macetas, y ese par de payasos que te regaló una milonguita con sus
sombras en la pared.
-"¿Por qué se disfrazan, tía?"
Qué decirte ahora, Ana. Tal vez, quieran echar luz bajo los cielos
boquenses como sombras que se abrazan. Menos mal que el organillero acaparó tu
atención con el monito sobre la caja negra. Le rascaste la cabeza y el mico te
devolvió un papelito que no leíste. ¿Por qué no lo leíste, Ana? El viejo giró
el manguito de mariposa… y otra vez, el caminito que el tiempo ha borrado
comenzó a llorar.
Como siempre la poesía se cuela en los relatos de Elsa y es bienvenida, querida y añoraDA COMO AQUEL PASADO DEL RELATO, el pasado que dio paso al "progreso" de las calles, pero no al de las almas.
ResponderEliminarComencé a leer y no sabía a dónde iba a llegar, porque la autora no pre-avisa, y así he encontrado una simbiosis en dos tiempos, dos paisajes, instando a no olvidar el pasado de puerto y pescadores.
ResponderEliminarEncantador texto. Felicitaciones, Elsa y saludos.
MARITA RAGOZZA
Ayer, hoy, ambientes distintos, paisajes y letras evocadores y sentimientos que llegan con fuerza y con calma a la vez, Un relato para disfrutar.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty