Estabas inclinada sobre el papel,
las letras sonreían
de tu ingenuidad.
Mirabas los signos sin ir más allá,
sin llegar a la imagen
oculta en la hoja.
Te veía sonreír
y se iluminaba mi rostro
al poner en escena
una ternura,
la réplica de tu sonrisa.
Porque dibujabas signos y letras
estampadas en la lámina
de una pantalla en blanco,
con figuras que no podías ver,
y yo sí veía
al trasluz de los signos del papel.
Estaban las huellas
grabadas en la blanca lámina,
yo percibía tu otredad
y la hurtaba del espacio
que iluminaban tus ojos.
Alejo Urdaneta
celebro la delicadeza que cabe entre la letra y la mirada. susana zazzetti.
ResponderEliminarEn el espejo del papel la luz de una mirada se hace musa de poema.
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