domingo, 12 de diciembre de 2010

JOSÉ CARLOS BECERRA

 

Poeta mexicano. Nacido en Villahermosa, Tabasco en 1936 y falleció en Italia en 1970. En 1953 obtuvo un premio juvenil con su cuento “El Ahogado”. Fue muy amigo de Pellicer. Tras la represión del movimiento ferrocarrilero encabezado por Demetrio Vallejo, en marzo 1959, Becerra escribió un poema civil: “ Vamos a hacer azúcar con vidrios”, publicado por Marco Antonio Acosta en su Antología de poetas tabasqueños. 1964 fue un año decisivo para Becerra. Murió su madre y en su memoria escribió “Oscura palabra” editado por Arreola en 1965. Comenzó a escribir “Relación de los hechos”, y a publicar  en numerosas revistas: El corno Emplumado, Cuaderno de Bellas Artes, Cuadernos del Viento, Diálogos, la Revista de la Universidad de México entre otras. Ganó los Premios de Poesía en Villahermosa y en Aguascalientes. Era redactor en una agencia de publicidad cuando en 1968 sucedió la Matanza de Tlatelolco. Fue de los primeros poetas que protestaron contra el crimen. El espejo de piedra apareció en La cultura de México el 6 de noviembre. Le fue concedida la beca de la Fundación Guggenheim en 1969, viajó a N.York y de allí hacia Europa. En Londres y para satisfacer su vocación narrativa escribiendo “Fotografía junto a un tulipán” y trabajó en lo que el creyó su nuevo libro de poemas que en realidad fueron tres bien diferenciados: La Venta, Fiestas de inviernos y Cómo retrasar la aparición de las hormigas. Escribió “La mañana debe seguir gris”, novela. En 1970 inició un viaje por Alemania, Francia, España, su proyecto era llegar a Grecia y luego volver a Inglaterra. El 29 de mayo de ese año un cable publicado en la tercera página del Excélsior sorprendió a los amigos de Becerra con el aviso de su muerte con una escueta brutalidad. Se prestó a dudas ya que mencionaban la muerte del arquitecto mexicano Carlos Becerra Ramos en un accidente de carretera en Italia, tenía 34 años. La noticia fue confirmada por la tarde pero el fallecimiento fue en realidad el 27 de mayo. El 4 de junio llegó su féretro a México y al día siguiente era sepultado en Villahermosa, Tabasco.Su obra poética íntegra fue editada en el volumen “El otoño recorre las islas”, 1973 con prólogo de Octavio Paz.

 Ritmo de viaje

Este cuerpo que yo acaricio lentamente extendiendo la noche,
este cuerpo donde yo he penetrado en mi propia distancia,
en mi sofocamiento de sombra.

Este vientre donde el amor abarca a la noche,
estos senos donde la luz altera los signos,
este cuerpo al que ahora me entrelazo, este cuerpo al que ahora me solicito.

Este cuerpo conmigo se traspone, se vence,
se lleva consigo a la noche y sus altares,
sus caminos ardiendo por su propia señal,
su oleaje, sus costas encendidas…

Esta mujer donde la noche descifra sus juegos ocultos,
este amor al que no debemos llamar amor sino adentro de sus aguas.
Este amor, este amor,
este instante donde el infinito es la obra de los que se aman,
de aquellos que llegan al estanque de cada caricia como buzos sagrados.
Este ritmo, este ritmo de viaje,
esta navegación entre la bruma,
todo lleva consigo su bandera extraviada,
su aurora boreal…

El ahogado
un gancho de hierro
y se jala,
su expansión lo desmiente al subir
el agua que lo chorrea
lo
mueve
de
los
hilos
de su salida al escenario

en el muelle los curiosos
miraban ese bulto
donde los ojos de todos esperaban
el pasadizo extraviado del cuerpo

gota a gota el cuerpo caía
en el charco de Dios,
alguien pidió un gancho de hierro
para subirlo,
cuidado ?dijo uno de los curiosos ?
la marea lo está metiendo debajo
del muelle,
un gancho de hierro
había que sujetarlo con un gancho
había que decirle algo con un gancho
mientras el sucio bulto
flotante
caía
gota
por
gota
desde la altura donde lo desaparecido
iba a despeñar una piedra sobre nosotros.


Adiestramiento
La voz de aquellos que asumen la noche,
marinería de labios oscuros;
la voz de aquellos cuyas palabras corresponden a esa luz donde el amanecer levanta
la primera imagen vencida de la noche.

Ahora cuando la memoria es una calle de mercaderes y héroes muertos,
cuando la noche corta espigas en los cabellos de la joven difunta,
y en las playas el mar se arranca sus dolorosas historias para encender las manos
de las mujeres de los marinos muertos.

Hacia el chillido o espuela de la gaviota,
hacia el color azul que despiden los senos ahogados,
hacia las cuevas que el demente visita,
hacia las mujeres cuya humedad sólo conoce el alba,
va la frase de amor, la mano electrizada que se convierte en sollozo,
van los desprendimientos de la lluvia.

La voz de aquellos que llegan a la oscura verdad de las últimas aguas,
la voz de aquellos que han besado el candor que en los labios deja la muerte,
esa niñez del mundo que recobran los que cierran los ojos,
del mundo y no de ellos, esa niñez atroz y salvaje.

La voz de aquellos donde la madrugada se desprende como una piel hechizada,
la voz de aquellos donde el mar narra la infancia del terror, los primeros palacios de la noche,
los fuegos que el artificio de la imaginación encendió en los primeros náufragos,
la voz de aquellos desesperados y sonrientes.

Ahora esta palabra,
esta palabra inclinada a la noche como un cuerpo desnudo a su alma
o a la desnudez del otro cuerpo.
Ahora esta palabra, esta diferencia casual de la palabra ante sí misma,
esta marca, esta cicatriz en la forma del amor,
en el hueso del sueño, en las frases trazadas al mismo ritmo
con que los hombres antiguo levantaban sus templos y elegían sus armas.

Ahora esta palabra,
cuando la ciudad llena de humo y polvo en el poniente
se levanta de los parques con su aliento de enferma,
cuando las calles abandonadas comen sentadas sus propias yerbas igual que ancianas en aptitud de olvido,
cuando el tranvía del anochecer se detiene atestado en una esquina
y sólo baja una muchacha triste.

Ahora esta palabra,
este juego, esta cresta de gallo, esta respiración inconfundible.

Ahora esta palabra con su resorte de niebla.

Ejecuciones

Alguien dice algo que sólo puede escuchar a través de sí mismo.
Alguien apaga la luz de esa habitación vacía pero antes de cerrar la puerta vuelve a encenderla al alejarse por el pasillo,
mirando en el umbral de los días que vienen cama revuelta, papeles y libros sobre la mesa.

Alguien camina a tu lado,
como cuando el actor se vuelve al público, el actor que tiene que hacer la pregunta se vuelve para el entrelazamiento de lo oscuro avanzando
paso a paso,
de un modo común sin dar importancia, mientras el ruido del viento en las ramas y el zumbido de los autos pasando y el peso de la sobra entre las manos de la luz crean y reviven
las antiguas señales, las máscaras para caminar por el escenario,
porque los actores tienden a manifestarse en aquello que no existe fuera de ellos, agujeros de lo monstruoso
donde el viento mueve la cola,
agujeros donde lo invisible y el ruido del follaje intercambiando presencia o redes para cazar
mariposas o discursos
dirigidos a nadie, sumergidos en un nadie infinito o forma
en que el ruido expresa al silencio, o sea en la pregunta mientras vas caminando a mi lado y lo oscuro se anticipa
a formularnos el vacío como ramas moviéndose.

Habitación silenciosa y oscura siguiéndole la corriente a esa voz que el aire de la noche mueve como una rueda o rama, mientras
vas caminando a mi lado hablando
y hablando para conquistar tu derecho a roerte las uñas a la deriva de objetos que son el haz de tu cuerpo cuando la luz de neón de los arbotantes apetece lo inmóvil de su propio fantasma, al borde
de las hojas traslúcidas, mientras
alguno de los dos
llega a la cima
de la última frase
se detiene. ¿Tardaron
entonces en comprender lo que ya no se dirían?, ¿hablaron
asuntos tediosos,
detalles triviales?
¿Qué gesto, astilla
nocturna, qué cama revuelta, oh sí,
no mencionaron?

En la cima, última frase, alguno
de os dos, nosotros dos, probó su escudo.
El otro, lanzo el golpe a ciegas.

José Carlos Becerra




9 comentarios:

  1. joyita, joyita....no puedo creer tener estos tres fabulosos textos de Becerra para su lectura. Hay que ir con desmembrando cada verso, es de una belleza que impresiona. Muchas veces no entiendo porque las antologías de autores latinoamericanos no lo han tenido en cuenta. Es enorme la poética de este autor y seguramente opinarán igual quienes lo lean. Y son poemas largo, me extraña que Andrés haya estado tan generoso ja ja, pero si ponía uno sólo me hubiese sentido como cuando te dan un solo mate y te dejan ir rengo.
    Material de primera línea Andrés, este es un domingo feliz..

    Lily Chavez

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  2. Fascinada quedé con este poeta, de dónde sacan este material tan bueno? Felicitaciones a la gente que hace Artesanías, a Andrés, a Ester y a los que acercan estos poetas.
    Imperdible Becerra. Buscaré más de él.

    María Esther Martinez

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  3. TENGO LA SUERTE DE CONOCER LA OBRA DE BECERRA, AUTOR QUE HACE MUCHO ME IMPACTÓ , CURIOSAMENTE MIENTRAS LEÍA EL SEGUNDO DE LOS POEMAS PUBLICADOS. "LA VOZ DE AQUELLOS QUE LLEGAN A LA OSCURA VERDAD DE LAS ULTIMAS AGUAS". ES UN AUTOR INTENSO Y EXTENSO PERO SI SE LO HUBIESE PROPUESTO,DE QUERER SER BREVE, HUBIESE CONCEBIDO INFINIDAD DE POEMAS DE UNO SOLO DE ELLOS. COMPLACIDO CON ESTA LECTURA.

    EDGAR BUSTOS

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  4. Quedé enganchado con este poeta.Buenísiiiiimooo
    Gracias Aldao,

    Lalo Ledesma

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  5. No tengo palabras para este autor. Es buenísimo y no lo conocía. Gracias a la revista.

    Eugenio

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  6. Bellísimos poemas.Iba leyendo el primer poema y tiene un ritmo especial, como si el poema te fuera llevando. Los otros igual de buenos. Gracias al editor por el excelente material que suben.

    Andrea Casas

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  7. Tarde me han recomendado la revista, en esta difícil época del año en que está todo tan movido. Hice una recorrida por los autores hay algunos como Becerra que no se pueden dejar de leer, Impecable y excelente el material de la revista.

    Ismael Ferreyra

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  8. A pesar de la atmosfera premonitoria y siniestra que es tipica de Becerra, su vocacion por la libertad lo sobrevive. Que dios lo bendiga!!!!

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  9. Buena tarde,disculpen yo tengo una duda con relación a su texto no se si son ustedes los de el error o sea yo pero tengo entendido que “La mañana debe seguir gris” lo escribió Silvia Molina en donde cuenta la relación que mantuvo con el poeta Jose Carlos Becerra.

    Por su Atención,gracias.

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