lunes, 6 de diciembre de 2010

ISAAC FELIPE AZOFEIFA

 

Nació en Santo Domingo de Heredia, Costa Rica, en 1909. En 1929 ingresó al Instituto Pedagógico de Santiago de Chile, donde se recibiría como Profesor de Estado en Castellano. En ese país entró en contacto con la intensa actividad artística y literaria de entonces. Formó parte del grupo vanguardista “Runrunismo” y convivió con poetas como Neruda, Juvencio Valle y Pablo de Rokha. En 1935, de regreso en Costa Rica se dedicó a sus tres grandes pasiones; la literatura, la educación y la política.  Creó y dirigió la Revista Surco. En 1943 hasta su jubilación fue profesor de literatura en la Universidad de Costa Rica. Embajador de su país en Chile y en la Unión Soviética. Ganó en dos ocasiones el Premio Nacional de Poesía y en 1972, se le concedió el Premio Nacional de la Cultura Magón, el más importante de su país. Murió el 1997. Publicó “La voz de las cumbres patrias (1928); “Trunca Unidad (1958), “Vigilia en pie de muerte (1961), “Canción” ( 1964); “Estaciones” (1967); “Días y Territorios” (1969); “Cima del gozo” (1974); Cruce de vía (1982) y “Orbita”( 1997)


Se oye venir la lluvia

La casa de mi infancia es de barro del suelo a la teja,
y de maderas apenas descuajadas, que en otro tiempo obedecieron
hachas y azuelas en los cercanos bosques.
El gran filtro de piedra vierte en ella, tan grande,
Su agua de fresca sombra.
Yo amo su silencio, que el fiel reloj del comedor vigila.
Me escondo en los muebles inmensos.
Abro la despensa para asustarme un poco
del tragaluz, que hace oscuros los rincones.
Corro aventuras inauditas cuando entro
en el huerto cerrado que me está prohibido.
En la penumbra de la tarde, que va cayendo lenta
sobre el mundo, el grillo del hogar canta de pronto,
y su estribillo triste riega en el aire quieto,
paz y sueño sabrosos.

* * *

Cuando venían las lluvias, miraba los largos aguaceros
desde el ancho cajón de las ventanas.
Nunca huele a tierra tanto como esa tarde.
Se oye la lluvia primero en el aire venir como un gigante
que demora, lento, se detiene y no llega,
y luego, están ahí sus pies sobre las hojas,
                                                  tamborileando.

rápidos, mojando,
y lavando sus manos de prisa, tan de prisa, los árboles,
el césped, los arroyos,
los alambres, los techos, las canoas.

Pero también su llanto desolado
su sinrazón de ser triste, su acabarse de pronto,
sin objeto ni adiós,
para siempre en mi infancia, para siempre.

Llueve en mi alma ahora, como entonces.
Isaac Felipe Azofeifa

6 comentarios:

  1. Todavía estoy movilizada con ese último verso de este autor que vaya novedad!, no conocía.
    "llueve en mi alma ahora, como entonces". El tema de la lluvia siempre ha sido muy plácido para mí y recuerdo cosas hermosas de la infancia que se refieren a la lluvia, tal vez por eso.
    Había pensado en no comentar más para no decir cosas que molestas o inconvenientes pero este poema pudo más.

    María Esther Martinez

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  2. He sentido nombrar al autor. La revista nos viene aportando tantos buenos poetas ultimamente,que en verdad quisiera imprimir lo que más pueda y hacer una carpeta con estos grandes, imperdibles poetas. Felicitaciones Andrés!

    Irene

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  3. Una poesía que transforma, que le da una luz nueva a las vivencias, que no se queda inerte, que bautiza poéticamente a la lluvia, la de afuera y la de adentro.
    ¿ Cómo hace la evista para encontrar estos tesoros ?
    MARITA RAGOZZA

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  4. Verdaderos tesoros, bien lo dijiste Marita. Un poeta colombiano, Cobo Borda decía que "todos los poetas son santos y van al cielo". Azofeifa tenía otro punto de vista y decía que el poeta ama, come, duerme, es rencoroso y dulce y decía más. Pero no puedo olvidar una frase de él que me conquistó. Decía que el poeta era un ser ordinario, simple, "más semejante que los demás, al hombre" Y esas palabras son de una sabiduría increíble, yo también creo que los poemas estamos siempre más cerca del hombre, en sus aflicciones, de sus rústicas vivencias, en sus reclamos. Produce felicidad leerlo en la revista.

    Lily Chavez

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  5. Cuando conozco al autor,aunque sea de nombre, sonrio. Como lo de "por fin mi perro cazó una mosca".Lo tengo en una antología.Me gustaron las palabras de la frase que Lily rescata y lo que se y aporto es que cuando el estaba corrigiendo Orbita su último libro le dió un derrame cerebral y al año murió, sin lograr recuperarse. En el año de su muerte 1997 salió Orbita.Gracias Andrés por la publicación.

    Andrea Casas

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  6. Que hermosa metafora , la de la lluvia. Que sería de la casa de la infancia , sin poetas como este, me pregunto.
    Gracias por traerlo.
    amelia

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